Sabemos, y así lo hemos publicado en alguna ocasión, que vivir cerca de parques y jardines puede prevenir el deterioro cognitivo y por lo tanto las enfermedades asociadas al mismo. Así lo confirma un estudio que va a presentarse el próximo mes de abril en la 75ª Reunión Anual de la Academia Americana de Neurología.
Y es que vivir cerca de parques aumenta la actividad física y la vida social, lo que a su vez permite reducir el estrés. Esto vale también para los espacios que tengan agua. Así, habitar cerca de un río o de un lago o pantano ofrece los mismos beneficios.
En el trabajo participaron 42.980 personas de 65 años en adelante que vivían en zonas urbanas del estado de Washington (Estados Unidos). Del total de las entrevistadas, el 70% vivía a menos de 800 metros de una zona verde (con abundante vegetación) y el 60% a menos de 800 metros de un sitio con el agua como protagonista.
Asimismo, quienes residían a menos de 800 metros de esos espacios “idílicos” tenían un 17% menos de riesgo de sufrir trastornos psicológicos graves que las que lo hacían a más de 800 metros de esos lugares.
Estudios como este refuerzan la idea de que el deterioro de las funciones cognitivas debido al envejecimiento sería más lento al estar en contacto con la Naturaleza. Y claro, los beneficios son mayores cuanto más tiempo dure esa actividad. Lo óptimo es estar entre 3 y 5 horas a la semana. Se lo documentamos aquí.
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