“Diagnosis en lienzo” es como se conoce a la práctica que aúna el mundo del arte y el de la medicina. Más similar a una labor detectivesca, su objetivo es identificar aquellas enfermedades que sufren los personajes que aparecen en las obras de arte. Sobre todo en los cuadros, por permitir un mayor detallismo.
Aunque suele ser un pasatiempo común entre muchos profesionales de la salud, además de ayudar a explicar ciertas dolencias a los estudiantes de Medicina, lo cierto es que también sirve para ilustrar dolencias propias de otras épocas.
A continuación, compartimos algunos ejemplos, además de remedios actuales para tratar esas afecciones.
Comenzamos con la obra “La alegoría de la fortitud”, que el italiano Maso da San Friano (1536-1571) pintó entre los años 1560 y 1562.
Este cuadro llamó la atención de dos investigadores, también italianos, pero no solo porque en ella vemos un digno ejemplo de la pintura del Renacimiento. También porque, según el estudio que publicaron en The Lancet, el seno izquierdo de la retratada presenta características propias de un cáncer de mama ulcerado, necrosante y con linfedema asociado. (1)
Se trataría, de ser ciertas sus suposiciones, de la primera representación de un cáncer de mama en la Historia del Arte, además del caso documentado más antiguo de esta enfermedad en toda la Historia.
Asimismo, cabe señalar que en aquella época no existía todavía la anestesia, así como una higiene generalizada para prevenir las infecciones, por lo que era imposible realizar mastectomías.
Afortunadamente, las cosas han cambiado mucho desde entonces y hoy la cirugía, dentro de sus riesgos, es una práctica médica segura y habitual. Y la anestesia la convierte en indolora para el paciente.
Y respecto al cáncer… tristemente las estadísticas no dan motivos de alegría. Pese a los avances científicos y médicos y las pruebas de detección, en muchos casos sigue siendo una enfermedad incurable. Y de hecho es la primera causa de muerte en España.
¿Podemos hacer algo distinto? Por supuesto que sí. El Protocolo de Rescate Integrativo frente al Cáncer, del Dr. Alan Inglis, que acaba de lanzarse, le descubrirá:
No está disponible en ningún otro sitio, solo puede conseguirlo aquí.
En ocasiones, más que lo que el cuadro representa, es el modo en el que se ha realizado lo que permite identificar una enfermedad concreta. Y un claro ejemplo de ello lo encontramos con el pintor Claude Monet (1840-1926), considerado el “padre” del Impresionismo. De hecho, esta corriente pictórica del siglo XIX se debe a uno de sus primeros cuadros, de título “Impresión: sol naciente”.
Y es que la particularidad de sus obras, sobre todo con la serie “Nenúfares”, parecen confirmar que Monet sufría graves problemas de vista que derivaron en cataratas (afección caracterizada por la opacidad del cristalino). Hasta el punto de que, a medida que el problema se agravaba, sus cuadros eran cada vez más oscuros. Sin embargo, cuando pudo operarse y recuperar la vista, en 1923, los lienzos de Monet volvieron a tener la luz y el color de los primeros años.
Y lo mismo le sucedía a Doménikos Theotokópoulos (1541-1614), más conocido como “El Greco”. Sus figuras tan características, increíblemente alargadas, eran por el astigmatismo que sufría. En este caso hablamos de una afección ocular por la que, debido a la forma irregular de la córnea o del cristalino, la visión se vuelve cada vez más borrosa.
Pues bien, para tratar estos problemas oculares, la Medicina también ha avanzado considerablemente. Pero no solo para mitigar los síntomas y evitar que el problema vaya a más, sino también para prevenir estos y otros trastornos oculares y que la vista siempre se mantenga joven. Y el Dr. Pescatore ha recopilado todo ese conocimiento, obtenido durante décadas de investigación, en su Protocolo Visión siempre joven, del que puede empezar a beneficiarse pinchando en este enlace.
Se trata de uno de los ejemplos más claros de “arte al servicio de la medicina”. Aunque, todo hay que decirlo, al pobre faraón Akenatón (perteneció a la Dinastía XVIII de Egipto, entre el 1353 y el 1336 a.C.) de poco le sirvió. Y es que este faraón, que además tuvo el honor de ser el marido de Nefertiti, de belleza legendaria, sufrió numerosos problemas de salud durante toda su vida.
Muchas de estas afecciones dejaban síntomas bien visibles, que no faltaron en las representaciones del monarca considerado un dios en la tierra. Por ejemplo, un prominente abultamiento de la cabeza o el vientre hinchado. Según los expertos de diagnóstico en lienzo, estos signos hablarían, por un lado, de una hidrocefalia: enfermedad debida a la acumulación de líquido cefalorraquídeo, lo que conlleva la dilatación del cráneo.
Por otro lado, se ha dicho que el faraón podría sufrir una lipodistrofia muscular, caracterizada por la falta de grasa corporal de cintura para arriba, al mismo tiempo que se acumula esa grasa de cintura para abajo.
En este caso estamos ante un trastorno metabólico (como diabetes, obesidad, dislipidemias…) que afecta a los tejidos adiposos y que, si no se controla, puede conllevar graves complicaciones. Aumentando, por ejemplo, el riesgo de afecciones cardíacas.
Esta enfermedad articular ha sido bastante visible a lo largo de la Historia del Arte, apareciendo numerosas manos retorcidas entre los personajes de los cuadros.
Pero algunos de los mejores ejemplos se los debemos al pintor renacentista Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564), quien la padeció durante la mayor parte de su vida. Y no dudó en incluir los signos más visibles en sus propios autorretratos. De hecho, el gran detallismo de sus lienzos permite ver la evolución de la enfermedad, con unas manos cada vez más deformadas.
Ahora bien, si usted también padece esta dolencia, no debe llegar a este extremo, pues existen numerosos remedios naturales para mitigar los síntomas. Por ejemplo:
Por último, si hay una obra asociada con el diagnóstico de las enfermedades, sin duda esa es “La Gioconda”. Pintada por Leonardo Da Vinci (1452-1519) entre los años 1503 y 1519, es uno de los cuadros más famosos del mundo. Y su protagonista es, además, la paciente con más enfermedades diagnosticadas de la Historia del arte… ¡hasta 44!
De ella se ha dicho, por ejemplo, que su enigmática sonrisa se debía a un ictus que, además, habría sido consecuencia de un hipotiroidismo: enfermedad debida a una baja actividad de la glándula tiroides y, en consecuencia, una menor producción de las hormonas tiroideas T4 y T3. Algunos signos asociados a esta afección serían fatiga, dolor articular, depresión o piel y cabellos secos.
Lástima que ella no conociera las propiedades de la ashwaganda (Withania somnifera), planta adaptógena que se ha demostrado eficaz a la hora de aumentar el nivel de esas hormonas T3 y T4.
Por otro lado, algunos médicos -y detectives- han señalado que “la Mona Lisa”, como también se conoce a la Gioconda, sufría hipercolesterolemia. Y que por eso sus párpados y manos presentan ese aspecto, como si tuvieran depósitos de grasa. Se trata de una teoría bastante plausible, ya que se sabe que la noble italiana Lisa Gherardini, que se cree que fue la verdadera Gioconda, abusaba de los embutidos y el marisco. Hasta el punto de que el exceso de colesterol que esto ocasionó acabó con su vida con solo 37 años.
Afortunadamente, estas afecciones antes mortales, hoy pueden tratarse de manera eficaz… ¡y natural! Por ejemplo, gracias a la chlorella. Y es que esta alga es muy rica en fibras, lo que limita la asimilación del colesterol por parte del organismo. Y, además, reduce la tensión arterial y el nivel de glucemia en ayunas.
¡Ahí es nada!
Esperamos que este repaso por la Historia del Arte le haya resultado ameno y práctico a partes iguales.
Y si quiere jugar a ser detective para sacar a relucir sus conocimientos sobre trastornos de salud o enfermedades, ahora ya sabe que los museos son el escenario perfecto para practicar.
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