Para llegar a esta conclusión un grupo de investigadores contó con 800 adultos que habían sido diagnosticados de cáncer entre los años 2005 y 2010, y a los que realizaron un seguimiento de más de 13 años. En ese tiempo todos los participantes tuvieron que detallar los alimentos que consumían a diario, convirtiéndose así en una de las investigaciones más amplias realizadas al respecto(1).
Pues bien, los responsables observaron que las personas que habían sido diagnosticadas con cualquier tipo de tumor, y que tenían una mayor adherencia a la dieta mediterránea, vivían más tiempo. En concreto, tenían un 32% menos de riesgo de morir por cualquier causa y, respecto a las enfermedades cardiovasculares (la principal causa de mortalidad entre los pacientes de cáncer), un 60% menos de riesgo.
Estos beneficios se deberían a la riqueza en antioxidantes que ofrece la dieta mediterránea, caracterizada por una mayor presencia de frutas y verduras, además de aceite de oliva. De este modo, a los beneficios ya conocidos de esta dieta a la hora de prevenir el cáncer, se suman ahora los que ofrece entre quienes ya han sido diagnosticados.
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