No todas las personas descansan igual, existiendo cuatro diferentes patrones de sueño. Y cada uno está asociado a distintos beneficios (o riesgos) para la salud. ¿Sabe cuál es el suyo? ¡Averígüelo ahora!
Dependiendo de cómo sea su patrón de sueño, ya sea entre semana, fin de semana o incluso de manera esporádica, su salud puede verse afectada.
Esta es la conclusión de un reciente estudio que ha contado con más de 3.000 voluntarios, a los que se realizó un seguimiento durante diez años. En ese tiempo los participantes tuvieron que responder cuestionarios sobre las horas que dormían por la noche o cuál era su nivel de cansancio a lo largo del día. (1)
Pero también sobre su regularidad y hábitos a la hora de dormir. Por ejemplo, si dormían lo mismo entre semana que en los fines de semana, si les resultaba fácil dormirse y no despertarse en mitad de la noche o si, por el contrario, tardaban más de media hora en conciliar el sueño.
A este respecto, se ha demostrado que un sueño insuficiente o de mala calidad es nefasto para la salud. No solo hace que estemos más fatigados, sino que aumenta el riesgo de desarrollar problemas metabólicos, como sobrepeso o diabetes.
Ahora bien, ¿estos problemas de salud pueden verse ampliados (o reducidos) si cambian esos hábitos de sueño a lo largo del tiempo?
Esta era justo la cuestión que querían resolver los responsables del estudio. Y sus conclusiones han sido muy reveladoras.
Tras analizar los datos de las encuestas, los investigadores clasificaron cuatro modos de dormir (o fenotipos). Sus particularidades son muy concretas, por lo que no le costará identificarse con alguno de ellos:
Son las personas que duermen una media de 7 horas por noche y este descanso es de calidad, ya que no se despiertan en ningún momento. Además, tardan poco en conciliar el sueño y las horas que duermen no varían, da igual si es fin de semana o el resto de días de la semana.
Sin duda se trata de un grupo privilegiado, ya que este patrón permite obtener un descanso de calidad, asociado a un menor riesgo de sufrir problemas de salud en general.
Por el contrario, a estas personas siempre les cuesta conciliar el sueño y duermen muy poco, lo que hace que estén siempre cansados durante el día.
En este sentido hay que tener en cuenta que el insomnio puede desencadenarse por muchos factores: ansiedad o estrés debido a problemas en el trabajo o en el ámbito familiar, pero también si se abusa de las pantallas electrónicas antes de dormir o se cena de manera abundante, lo que puede alterar los ritmos circadianos (que regulan el reloj interno del organismo) y afectar al ciclo de sueño/vigilia.
Pues bien, según los responsables del estudio, las personas que han sido insomnes en algún momento de su vida tienen entre un 28 y un 81% más de riesgo de sufrir alguna patología crónica en el futuro. Pero, además, si ese insomnio se mantiene en el tiempo, tienen entre un 71 ¡y un 188%! más de riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes o depresión.
Los datos recogidos en el estudio confirmaron que dentro de este tercer grupo abundan las personas más jóvenes. Y entre ellas se repite la tendencia de dormir menos entre semana para después intentar recuperar esas horas de sueño perdidas durante el fin de semana.
El término que identifica este cambio de patrón de sueño, asociado a un estilo de vida que varía mucho según el día de la semana, es el de “jet lag social”. Y se sabe que también conlleva un mayor riesgo de sufrir todo tipo de problemas de salud, como ocurre con los insomnes.
Por último, dentro de este grupo suele haber personas de más edad que en el pasado dormían bien, pero que a medida que cumplen años tienden a echarse siestas con más frecuencia. Incluso todos los días.
Pues bien, en este caso, aunque los investigadores han asociado estas siestas con un mayor riesgo de sufrir patologías metabólicas, como la diabetes, hay que tener en cuenta su duración.
Y es que estudios previos habían concluido que, si la siesta dura menos de 30 minutos, consigue justo el efecto contrario al proteger el organismo de alteraciones metabólicas.
Como le comentábamos, las peculiaridades de cada fenotipo son evidentes, por lo que muy probablemente se haya identificado con alguno en concreto.
Ahora bien, dado que cada patrón se asocia a diversos problemas (o ausencia de los mismos), si con el paso de los años cambiamos de grupo… ¿también afecta de algún modo a nuestra salud?
Pues lo cierto es que depende del grupo al que se pertenezca.
Según los resultados de las encuestas, los “siesteros” e insomnes suelen mantener esos patrones de sueño a lo largo del tiempo.
Por el contrario, hasta el 73% de los “dormidores” de fin de semana, al cabo de los 10 años que duró el estudio, habían pasado a formar parte del grupo de “siesteros” o de insomnes.
Dicho de otro modo: dormir mucho más el fin de semana, en comparación con los días laborales, puede hacer que al final aparezcan trastornos del sueño.
Y estos pueden ir desde experimentar fatiga y cansancio durante el día, lo que obliga a echarse una siesta, a directamente sufrir insomnio y no poder dormir (o hacerlo mal). Y todo ello aumenta el riesgo de desarrollar los problemas de salud antes indicados.
Por su parte, las personas que inicialmente estaban en el grupo de los “siesteros” y que con el tiempo pasan a ser insomnes, pierden los beneficios que ofrecen las siestas y al final también tienen más riesgo de padecer patologías crónicas.
En definitiva, no se trata solo de dormir bien y que ese descanso sea de calidad, sino de intentar mantener ese patrón de sueño durante toda la vida.
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