¿A quién le importa ya el ébola?
Por lo visto, no a mucha gente. El ejército estadounidense regresó el 26 de febrero de 2015 y en los últimos 21 días sólo ha habido un fallecimiento por ébola en Liberia, el país más afectado por la epidemia (acumula 4.332 muertes desde el inicio, incluyendo las probables y las sospechosas, además de las confirmadas), según el último informe de la OMS, del 1 de abril de 2015. (1)
Pero ahora que se ha pasado la psicosis mediática, empieza a asomar la verdad. Una verdad incómoda.
Le prometí que seguiría al tanto del asunto y voy a cumplirlo. Por eso hoy vuelvo a hablar del ébola. Lo que le voy a contar hoy no lo podrá leer en la prensa, oírlo en la radio ni verlo en la televisión.
Todos los días, de septiembre a noviembre de 2014, los periódicos, las emisoras de radio, los canales de televisión y las páginas web de información nos decían al unísono que el África occidental estaba “asolada”, que la gente “caía como moscas”, que las calles “eran un manto de cadáveres”, que “nada volvería a ser como antes”, que las “culturas locales estaban acabadas”, que hacían falta más fondos, más ayuda, más dinero, el ejército y helicópteros para combatir la pandemia más grave que jamás haya amenazado a la humanidad.
Y luego… ya lo ve.
¿Quién se acuerda hoy de la auxiliar de enfermería Teresa o de su perro Excálibur?
Tras unas semanas, el ébola prácticamente ha desaparecido del paisaje mediático, salvo para quienes nos preocupamos en seguir buscando información activamente donde podemos.
El ébola me atrajo desde el principio porque, al hacer un cálculo rápido, me olí algo raro.
Nos hablaban de miles de muertos, de una enfermedad que es mortal en 9 de cada 10 casos, del peor virus que haya existido. Pero las cifras no cuadraban.
8,7 millones de africanos mueren todos los años por alguna enfermedad. (2)
Tan sólo la diarrea mata, todos los días, a 2.195 niños. (3)
El paludismo acaba cada año con entre 1 y 3 millones de personas.
Pero, en el caso del ébola, la escala utilizada no ha sido en absoluto la misma. No se hablaba de varios miles de muertos al día, como con las otras enfermedades, sino de varios miles de muertos en total, desde que se produjo el primer fallecimiento (exactamente 10.445 fallecimientos desde el comienzo de la epidemia en abril de 2014 hasta el 29 de marzo de 2015, que son los datos que recoge el informe de situación de la OMS del 1 de abril de 2015). (4)
¿Por qué tanta psicosis? Al parecer, la fiebre hemorrágica del Ébola era especialmente peligrosa “porque es muy contagiosa”, nos aseguraban.
Mentira.
El ébola no es una enfermedad muy contagiosa, y todos los expertos lo sabían desde el principio. Sólo se transmite por contacto directo con los fluidos corporales (vómitos, sangre, excrementos) a través de una herida o de una mucosa (ojos, boca, nariz).
No se coge con un simple roce, como apretándole la mano a un enfermo, ni mucho menos por el aire, como la gripe.
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) así lo explicaba en su página web:
“La transmisión requiere contacto directo con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de personas o animales infectados, vivos o muertos, todo lo cual es muy improbable en el caso del viajero típico”. (5)
Además, es muy difícil que cambie el modo de contagio de un virus, incluso en caso de mutación. Así que era sumamente improbable que la epidemia de ébola mutara y empezara a propagarse en masa.
Sylvain Baize, director del Centro Nacional de Referencia de Fiebres Hemorrágicas Virales del Instituto Pasteur de Lyon, lo aclaraba en la prensa:
“Es muy improbable que el virus del Ébola cambie radicalmente y adquiera, de modo eficaz y a corto plazo, la capacidad de transmitirse por vía aérea. […] Casi se podría decir que los que auguran o plantean esta posibilidad poseen una gran imaginación”. (6)
Sin embargo, tras una notable campaña de relaciones públicas, la OMS y los gobiernos occidentales decidieron destinar a la lucha contra el ébola una cantidad de recursos delirante que asciende a cientos de millones de dólares. (7)
A día de hoy, entre el desembolso de los Estados Unidos, de la OMS, de todos los países europeos, de los gobiernos locales y de todas las organizaciones humanitarias, el gasto total suma 2.400 millones de dólares. (8)
Tal muestra de solidaridad mundial es motivo de alborozo, pero por otro lado, hay que ponerse en el lugar de las poblaciones locales. Víctimas de terribles guerras y de gobiernos corruptos que dejan que los aniquilen sin defenderlas, ven a sus hijos morir porque carecen de lo mínimo, de cosas que cuestan unos pocos euros.
Lo que se ha destinado al ébola representa, en cambio, más de 213.000 dólares por persona fallecida (la epidemia ha causado 10.445 muertos), 213.000 dólares que podrían salvar a 213.000 niños de la diarrea. De hecho, las asociaciones humanitarias afirman que se puede salvar a un niño de esta plaga con un solo dólar. (9)
Con esta cantidad, también se podrían curar nada menos que a 171.000 niños ó 42.000 adultos con paludismo, ya que el conocido medicamento contra el paludismo (atovacuona e hidrocloruro de proguanil) permite tratar la mayoría de casos y cuesta entre 11 y 17 euros para un niño y 45 euros para un adulto. (10)
Pero para eso no hay presupuesto.
Por lo menos, todo el dinero que se ha gastado en el ébola habrá servido para evitar una epidemia mundial, pensarán algunos.
Es cierto que las cifras comunicadas por las autoridades eran alarmantes. En el mes de septiembre de 2014, los expertos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos pronosticaron que, para el 20 de enero de 2015, la epidemia habría afectado a 1,4 millones de personas en Liberia y Sierra Leona. (11)
En realidad, el número total de casos de ébola, en toda el África occidental, sólo ha sido de 25.206 hasta el momento, y hay que remarcar que no se trata de fallecimientos, sino de personas afectadas. (12)
Así que, por lo que respecta al ébola, los “expertos” se han equivocado en un 70.000% en las previsiones a cuatro meses vista. Ha leído bien: un 70.000%, con cuatro ceros.
Hace casi un año que la “pandemia” hace estragos en una zona que alberga a 20 millones de personas, lo cual representa 1 persona de cada 800. Comparemos esa cifra con la de enfermos de cólera en Haití en 2010, que afectó a 700.000 personas en una población dos veces menor, es decir, a 1 persona de cada 15. (13)
¿Qué es lo que ha sucedido? Según un artículo publicado el 1 de febrero de 2015 en el New York Times:
“Los expertos intentan comprender cómo la enfermedad que desafió los alarmantes pronósticos de los mejores investigadores del mundo en enfermedades infecciosas parece estar desapareciendo a una velocidad sorprendente”. (14)
La conclusión que se impone hoy en día nos viene dada en detalle en un artículo que acaba de publicarse también en el New York Times.
En Liberia, los responsables del retroceso de la epidemia no son, en absoluto, las organizaciones internacionales:
“El mayor cambio proviene de las precauciones tomadas por los propios locales. Sin ninguna ayuda exterior, o con la mínima, acondicionaron sitios para lavarse las manos en puntos estratégicos. [Nota: se trata de cubos de agua desinfectada con lejía]. Identificaron a enfermos y a muertos. También hay muchos que pusieron en cuarentena a familias enfermas y restringieron las visitas de personas de fuera”.
¿Y qué ha sido de los hospitales construidos de emergencia para acoger a los enfermos? El New York Times nos hace saber que:
“Se han abierto algunas clínicas gestionadas por liberianos o asociaciones caritativas, pero el gran descenso del número de enfermos se ha producido un mes antes de que los centros que construyó el ejército estadounidense recibieran al primer paciente”.
¿Y cómo lo ha logrado la población local, sin hospitales?
Muy sencillo:
“La gente empezó a protegerse mejor en casa, tapándose los brazos con bolsas de plástico para atender a los miembros enfermos de la familia. Este ´equipo´ (las bolsas de plástico) ha recibido el apodo de ´EPP liberiano´”.
El EPP (equipo de protección personal) es el nombre que reciben los trajes impermeables completos, tantas veces mostrados en televisión por su espectacularidad ante las cámaras.
Pero esas imágenes no eran nada representativas de la realidad: mientras los periodistas de la CNN y la LCI grababan a los miembros de organizaciones humanitarias equipados al estilo occidental, la inmensa mayoría de africanos se las arreglaba audazmente con lo que había, como siempre.
Se servían de bolsas de plástico, que en no pocos casos bastaron para protegerles. Seguramente, la contaminación habría sido aún menor si hubieran contado con los EPP, pero por suerte no esperaron y se defendieron como pudieron.
Y es que, como los africanos no quieren dar pena a los occidentales, que ansiaban organizarlo todo en su tierra para salvarles del ébola, han encontrado unas palabras que llegan al alma:
“La reacción internacional ha sido igualmente vital”, declararon los oficiales liberianos. «[…] Aunque la mayoría de camas llegaron demasiado tarde y se quedaron vacías, el hecho de ver cómo el mundo acudía a nuestro lado ha procurado un gran apoyo psicológico a una población en apuros” (El subrayado es mío).
En otras palabras: “en la práctica, no habéis servido de nada, pero bueno, ¡nos ha hecho mucha ilusión que vinierais!”
“Es la primera vez en la historia de nuestra nación que hemos visto desembarcar en nuestra tierra a auténticos soldados norteamericanos”, declaró la presidenta de Liberia, Ellen Johnson-Sirleaf. “No os podéis imaginar qué diferencia ha supuesto en las esperanzas de la gente. Les ha motivado a seguir adelante”.
A 2.400 millones de dólares, la motivación sale cara, ¡pero el amor no se paga con dinero!
No obstante, la perspectiva no es tan alegre en el país vecino, Sierra Leona. Según un artículo del mismo New York Times:
“En Sierra Leona, los habitantes también se han hecho cargo de las cosas por su cuenta, criticando la lenta y desorganizada reacción de su gobierno y de Gran Bretaña, su antigua potencia colonial”.
Se han construido centros faraónicos en balde:
“En una colina en las afueras de la capital, se talaron los árboles y se sustituyeron por hectáreas de grava lisa. El nuevo centro de tratamiento del ébola parece tenerlo todo: suelos de caucho rosa, botas de látex blanco, cuartos de baño con olor a Ajax, paneles solares, una farmacia y hasta una caseta con un tejado de paja donde relajarse. Sólo le falta una cosa: personal. El centro ha abierto hace poco, pero no trabaja en él casi nadie. En una zona especialmente afectada por el ébola, en la que todos los días muere gente porque no hay ninguna clínica, en la clínica Kerry de las 80 camas, 60 están sin usar”.
Por desgracia, este disparate no constituye una excepción:
“La mitad de los pacientes de algunas clínicas creadas de emergencia para el ébola ni siquiera están enfermos de ébola, pero lleva tanto tiempo obtener los resultados de los análisis de sangre, que permanecen ahí durante días y más días, ocupando las camas de personas cuya vida está en peligro, e incrementando en gran medida su propio riesgo de contraer el virus al quedarse ahí”.
A pesar de esta lamentable confusión, los habitantes, sobre el terreno, hacen de tripas corazón. Ellos mismos han tomado las medidas necesarias y sencillas con lo que hay, lo cual ha servido de verdad para frenar la epidemia.
“Con las escuelas cerradas, los docentes despedidos son los que han seguido la difusión de la enfermedad; algunos pueblos han creado centros de aislamiento informales (mejor dicho, un cercado en el que metían a los enfermos para que no salieran); y en algunos barrios, los habitantes levantaron barricadas y tomaban la temperatura a los que entraban”.
“La caballería no llegaba”, afirma David Mandu Farley Keili-Coomber, jefe de la tribu mandu del este de Sierra Leona. “La caballería éramos nosotros”.
Y ya está.
Los Land Rover dotados de teléfonos vía satélite de las organizaciones humanitarias occidentales regresan, y los aviones despegan de vuelta a Europa y a los Estados Unidos. No habrán servido de casi nada, pero este asunto ha hecho que se venda un buen montón de periódicos, que durante meses suba la cuota de pantalla de televisiones y radios y que ciertos líderes políticos y altos cargos internacionales vuelvan a aparecer como los salvadores del mundo.
Habrá producido escalofríos a cientos de millones de occidentales hastiados, y la impresión deliciosamente perturbadora de que, al fin, pueda pasar algo aterrador.
Por último, y por encima de todo, no hemos parado de oír hablar del ébola, así que nadie debe sorprenderse de que la industria farmacéutica ahora tenga numerosas campañas de vacunación en África ni de la difusión de nuevos medicamentos supuestamente milagrosos.
El hecho de que la epidemia sólo afecte a unos centenares de personas no impide que algunos inviertan para vender millones de medicamentos, financiados por la generosa comunidad internacional (nuestros impuestos), cuyos fondos irán a parar directamente a las cuentas de las empresas farmacéuticas.
Su eficacia sigue siendo hipotética:
“Las primeras pruebas se mostraron alentadoras y brindaron la esperanza de estar mejor armados contra la fiebre hemorrágica”, explicaba la revista Sciences & Avenir el 6 de febrero de 2015, en un artículo titulado “Ebola: enfin un médicament efficace contre la maladie?” (Ébola: ¿por fin un medicamento eficaz contra la enfermedad?) (15)
Observe los prudentes signos de interrogación del título, porque en el artículo no aparece ni una cifra, lo cual es muy curioso, ya que se han realizado estudios científicos en enfermos. Se habla de resultados “bastante positivos” y de una “rápida curación”, pero se cuidan de dejarlo todo sin definir para así evitar interrogantes y críticas.
Me refiero a los mismos periodistas que, en lo relativo a la vitamina D o a los omega 3, siempre se precipitan a cuestionar la validez de los estudios y a exigir, antes de hablar positivamente, resultados nuevos que confirmen la confirmación de la confirmación…
En cambio, lo que sí está claro es que el medicamento contra el ébola ya se comercializa en Japón, y que el productor japonés aseguraba, a finales de 2014, que disponía de «suficientes reservas para más de 20.000 personas«. (16)
Apuesto a que, dentro de poco, millones de dosis a un precio desorbitado llegarán a África. Y si no son de esa marca, serán de otra.
Por suerte, mientras tanto, la vida sigue en África.
Pasó la «amenaza» del ébola, el miedo al contagio, la histeria colectiva… es momento de reflexionar sobre esta «crisis pandémica internacional». Le invito a dejar su opinión sobre lo que pasó, cómo actuó la prensa, los gobiernos y cada uno de nosotros con el resto de lectores de saludnutricionbienestar.com haciendo un comentario un poco más abajo.
P. D.: Llevo meses hablando del ébola. Si desea leer, o volver a leer, mis boletines anteriores, le invito a acceder a los enlaces siguientes:
Fuentes:
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Pues referente al contagio de Teresa, y según la explicación que da en su artículo, no entiendo como se pudo contagiar Teresa, a no ser que, con el TIC, o costumbre, que tiene de tocarse la mejilla, normalmente izquierda, al quitarse el traje y aún con los guantes posiblemente contaminados con restos, ya que estuvo limpiando la habitación una vez fallecido el sacerdote, según las informaciones, se tocase esa parte de la cara.
Desde luego se apreciaba en sus declaraciones en la prensa las contradicciones que decía.
Para mí no dijo la verdad de lo que le pudo pasar.
Y posiblemente por su error ocurrió lo que ocurrió,
Con el consiguiente pánico a nivel nacional, y ya no digo en el hospital de Alcorcón, y alrededores.
COMPLETAMENTE de acuerdo con Ud. Gracias por ofrecernos un análisis tan lúcido de como actúan los medios, los políticos y sobre todo los laboratorios farmacéuticos.
Saludos
Que bien que ya casi nos hayamos olvidado del ébola hubo momentos de mucho miedo que estupendo que la epidemia no haya llegado a más
Un buen artículo, lo cierto es que lo del ébola fue una gran mentira, mueren al día de otras enfermedades eso es un hecho, peor también por las vacunas infectadas.
LA lejía es muy efectiva para eliminar el tal virus Ébola, osea el MMS.
Como la Ozonoterapia, peor claro esto no interesa a las grandes farmacéuticas ni a la OMS ni a los CDC.
Siento pena. Mucha pena.
Enhorabuena Juan por el artículo. Como siempre, con pocas y certeras palabras nos ayudas a desenmarañar lo que los poderes públicos, los medios de comunicación y gran parte de las multinacionales se empeñan en ocultarnos.
Mi opinión es que las palabras «salud» y «beneficios económicos» no pueden ir juntas en la misma frase. El «gran fraude» del Ébola, al igual que muchos otros antes, sólo ha servido para colgarse medallas los unos y ganar dinero los otros, utilizando mentiras que ya son escandalosamente evidentes. Pero el resto de las personas que no somos ni esos unos ni esos otros podemos hacer mucho más de lo que nos creemos para no caer en esa trampa de mentiras: estar alertas, mantenernos informados y pasar por un tamiz crítico todo aquello que, como tu bien dices, «huele mal». Y por eso valoro tanto tus artículos: porque me proporcionan información útil contrastable que me hace ser cada día un poco más libre.
Un abrazo y gracias de nuevo
Muy buen artículo. Esto me recuerda la «pandemia» de gripe H1N1… De hecho en estos escenarios los beneficiados son las farmacéuticas, con la participación de los gobiernos que entregan a estas los impuestos pagados por sus ciudadanos. Tal vez hay acuerdos o presiones de ciertos organismos ocultos para que algunos gobiernos adquieran los medicamentos y/o vacunas para su población y obliguen a sus ciudadanos a administrárselas (como ha ocurrido acá en Chile con la gripe H1N1). Y quién gana? está claro, no?
Por otro lado, todo esto me huele mal… obtienen gratuitos campos de prueba con mansos conejillos de indias que son todos los ciudadanos asustados. Por otro lado, es probable que también estén probando los tiempos de respuesta de la oms y los gobiernos ante una verdadera amenaza de salud, un experimento social.
El poder de la industria farmacéutica está por sobre los gobiernos, se aprecia claramente.
Coincido plenamente con el comentario de Inhar, en cuanto al MMS, pero claro es demasiado sencilla su aplicación…y no da grandes beneficios a las susodichas farmacéuticas y encima funciona.
Ayer, buscando información de las contraindicaciones de la artemisa, encontré este video en youtube y me sorprendió mucho
https://www.youtube.com/watch?v=kFQ9uvpGDJA
…como es posible que esto sea así y haya tenido tan poca repercusión social… no estaría mal que lo estudiaseis…
Ni una sola palabra sobre las médicas y médicos de Cuba que en África lucharon contra el Ébola! Ni una sola palabra sobre quienes crearon el Ébola como arma bioquímica!
¡Otra mentira más del país ¡supuestamente! más poderoso del planeta tierra U.S.A. (más poderoso en engaños mediáticos) ¡da vergüenza lo que hacen con nosotros, los habitantes del mundo!…¡nos usan y después nos desechan! ¡Ten misericordia de nosotros «dios» padre celestial!
Como siempre manipular a las masas es relativamente fácil, en mi caso el comentario de mis hijos: papá para ti todo es mentira lo que sale en os medios, la verdad es que todo no, pero gran parte sí todo tiene un interés que viene asociado al poder y la economía de algunos pocos.
Después de leer tu artículo o artículos la verdad es que me quedo más tranquilo conmigo mismo