El edadismo es un problema creciente que va camino de convertirse en una lacra social. Se estima que más de la mitad de los mayores de 65 años en España se sienten discriminados solo por el hecho de ser mayores.
Según una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 58,6% de las personas de más de 65 años siente que la población en general trata mal a los mayores. (1)
Se trata de un asunto ciertamente preocupante. Más aún si tenemos en cuenta que la población española está cada vez más envejecida, por lo que parece que cada vez habrá más casos de edadismo. Es decir, la discriminación que sufren algunas personas solo por ser mayores.
Para esta encuesta del CIS se realizaron más de 5.000 entrevistas a residentes de España de más de 18 años. El cuestionario abordó, entre otros temas, los problemas que afrontan a diario las personas de más de 65 años.
Y el análisis de esos datos extrajo algunas conclusiones de lo más reveladoras. Por ejemplo, que el 10% de los mayores se “siente ignorado” con bastante frecuencia por el simple hecho de ser mayor. Porcentaje que aumenta hasta el 24,3% entre las personas que han tenido esa sensación en alguna ocasión.
Esa sensación es especialmente frecuente cuando entran en juego las nuevas tecnologías y la importante brecha digital que experimenta este grupo de la población.
Le damos algunos datos:
Estas cifras plasman el grave problema de edadismo que estamos experimentando en la actualidad, ya convertido en lacra social.
Prueba de ello es otro de los datos que han podido extraerse del informe del CIS: el 68,9% de los españoles cree que los mayores de 65 encaran a diario problemas que afectan a su calidad de vida. Ya sea por cuestiones económicas o en cuanto a necesidades médicas y de contactos sociales.
De hecho, solo un 9,1% de los encuestados afirma que sus hijos les cuidan bien. Para el resto, la soledad parece haberse convertido en la nota constante de su día a día, lo que aumenta el riesgo de depresión, deterioro cognitivo y demencia (en este último caso, hasta un 50%). (2)
Pero también se ha demostrado que la falta de vínculos sociales afecta a la salud física de diversas maneras. Aumenta en un 29% el riesgo de enfermedad cardiovascular. Hay 4 veces más probabilidades de fallecer por alguna patología cardíaca, en comparación con las personas que tienen problemas de corazón pero no viven solas. Y el estrés asociado a la soledad también reduce la densidad de los huesos, aumentando el riesgo de fracturas y de complicaciones como infecciones, trombosis, rigidez articular, artrosis postraumática… (3)
Ante esta situación, urge aplicar medidas al respecto. Y en ese sentido se habla, por ejemplo, de:
Ahora bien, ¿cree que esto es suficiente?
Uno de los principios del “Dharma”, el conjunto de enseñanzas filosóficas, religiosas y éticas que se aplica a diario en La India, es el deber sagrado de cuidar de los ancianos. Y son habituales los hogares multigeneracionales donde los abuelos tienen un papel fundamental en la crianza de los niños.
Por su parte, en comunidades indígenas de América Latina, África y Oceanía los ancianos son vistos como guardianes del conocimiento y la tradición. Y por ello son los encargados de tomar decisiones importantes para el resto de la comunidad.
Y en países como Japón, Corea del Sur o China se enfatiza la “piedad filial”, existiendo incluso un “Día del Respeto a los Ancianos”, que es festivo para que toda la familia rinda homenaje a sus mayores.
La situación que se vive en estos países hace que uno se plantee si, tal vez, más que aplicar medidas que hagan la vida un poco más fácil a los mayores (que por supuesto es importante), para hacer frente al edadismo lo primero debería ser un cambio de actitud global.
Una nueva manera de ver esta sociedad tan cambiante que ayude a poner en alza el inmenso valor de las personas mayores.
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