No hay duda de que la alimentación ayuda a cuidar de nuestra salud, al aportar al organismo nutrientes beneficiosos y necesarios para prevenir todo tipo de afecciones.
Sin embargo, son tantas las recomendaciones que existen al respecto, ya sea en cuanto a alimentos o a cantidades concretas, que a veces puede resultar abrumador.
Sobre todo, si queremos mantener una alimentación equilibrada a largo plazo. Sin riesgo de acabar teniendo una “mala relación” con la comida, que es lo que suele ocurrir con las dietas.
Por ello le proponemos dos enfoques, respaldados por la ciencia, que le ayudarán a comer equilibrado todos los días. Y sin necesidad de contar calorías ni de complicarse con dietas estrictas.
Así es como se conoce al diseño que desarrolló un equipo de expertos en nutrición de la Escuela de Salud Pública de la universidad de Harvard (en Boston, Estados Unidos). Su objetivo era ayudar a que las personas se alimentaran de manera equilibrada y saludable sin demasiadas complicaciones.
Para ello, en lugar de un sesudo informe donde se detallaban los nutrientes que más interesan a nuestro organismo, y en las cantidades recomendadas por los expertos, ofrecieron una alternativa más sencilla: dividir el plato en tres partes, correspondientes a los tres tipos de alimentos que no pueden faltar en la alimentación diaria.
El resultado es el que puede ver junto a estas líneas, donde encontramos:
Esta distribución confirma la importancia de estos alimentos, que son ricos en vitaminas, minerales y antioxidantes (esenciales para el correcto funcionamiento del organismo), así como en fibra (fundamentales para una correcta digestión). De este modo, gracias al aporte diario de verduras y frutas, conseguimos un mejor control del apetito, además de mantener la salud en general.
Eso sí, la clave está en variar el tipo de alimentos en esta mitad del plato y, como recomendación extra, conviene priorizar las verduras frente a las frutas, ya que estas tienen un alto índice glucémico. Y por esta misma razón no conviene que la patata sea el principal vegetal.
Este tipo de granos, como el arroz integral, la quinoa, la avena o el pan integral, contienen más fibra y nutrientes que los granos refinados, que son con los que se elaboran las harinas y el pan blanco, por ejemplo.
Precisamente su alto contenido en fibra es lo que los hace tan interesantes, ya que de este modo ayudan a controlar el nivel de azúcar en sangre. Y, a su vez, esto previene el desarrollo de enfermedades metabólicas: obesidad, diabetes, hiperlipidemia…
En este caso, hablamos de proteínas que proporcionan aminoácidos esenciales para el correcto desarrollo y reparación del organismo. Por ejemplo, las proteínas que encontramos en el pescado, el pollo o las legumbres en general, pero también en los frutos secos.
En cualquier caso, conviene elegir fuentes magras y saludables de proteínas, ya que ayudan a reducir el consumo de grasas saturadas, a diferencia de lo que ocurre con las carnes rojas y procesadas (embutidos).
Por otro lado, más allá de los ingredientes que vemos, el “plato de Harvard” también otorga un lugar destacado al agua, al té o al café sin azúcar. Estas bebidas son esenciales para mantener una hidratación adecuada, lo que a su vez ayuda al correcto metabolismo del cuerpo, así como a mantener el bienestar en general. Y, por esta misma razón, deben priorizarse frente a los zumos o refrescos, que solo ofrecen azúcares y un montón de calorías vacías.
Es similar al “plato de Harvard”, pero en este caso utiliza las distintas partes de la mano para saber qué tipo de alimentos debemos comer, y en qué proporciones aproximadas.
En definitiva, el “plato de Harvard” y “el método de la mano” son dos estrategias que pueden ayudarnos a mejorar la nutrición de manera muy sencilla. Y
No solo nos enseñan rápidamente qué es lo que nos interesa comer cada día para controlar el peso y prevenir múltiples enfermedades asociadas, sino también a hacerlo de manera sostenible y flexible. Promoviendo así una relación saludable con los alimentos.
Nada que ver con las dietas restrictivas que suelen abandonarse al poco tiempo, lo que solo hace que recuperemos los kilos perdidos e incluso ganemos más.
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