Cuando dos personas hablan sus cerebros se sincronizan, creando un vínculo que depende, entre otras cosas, del idioma empleado. Y es que esta “sincronización cerebral”, como la denomina la neurociencia, origina unas ondas cerebrales que difieren según si la lengua que se esté usando es nativa o extranjera.
Para comprobar esta teoría unos investigadores dividieron a 60 personas en parejas del mismo sexo y con edades similares, a las que separaron por un biombo(1). Siguiendo un guion, las parejas tuvieron que conversar alternando la lengua materna con una extranjera, mientras se monitorizaba la actividad de sus ondas cerebrales. La conclusión fue que el vínculo neuronal entre los cerebros era diferente según la familiarización con la lengua empleada.
Esto se debe a que, al usar la lengua materna, el interlocutor (y su cerebro) se centra en la conversación de manera global para comprender el mensaje final de cada frase que se le ha dicho. Pero si se emplea una lengua extranjera la atención se centrará en otros aspectos más complejos de la lingüística, como son las palabras concretas que se han empleado o el sonido de cada una (la pronunciación).
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