Entre el 10 y el 30% de las personas con artritis sufren “artritis reumatoide difícil de tratar”. Así es como se denominan los casos de esta patología articular que no responden a los tratamientos convencionales, incluso después de que el paciente haya recibido dos o más estrategias farmacológicas distintas.
Se trata de un término que recientemente ha acuñado la Alianza Europea de Asociaciones de Reumatología (Eular)(1) con el objetivo de incidir en este problema y sus complicaciones asociadas. Y es que las personas que sufren este tipo de artritis (bien porque el tratamiento no es tan efectivo como cabría esperar, bien porque no lo toleran) presentan síntomas de la enfermedad de manera persistente -sobre todo un dolor generalizado- que llega a afectar a su calidad de vida. Además, tienen más riesgo de sufrir problemas respiratorios.
Respecto a los posibles factores de riesgo, los expertos señalan sobre todo el sexo (es más habitual en las mujeres) y la presencia de comorbilidades como depresión, hipertensión o diabetes. Y hábitos como el tabaquismo agravan la situación y se asocian a una peor respuesta al tratamiento. Precisamente por ello los especialistas señalan la importancia de seguir un enfoque holístico que preste atención a los hábitos saludables (hacer ejercicio, mantener una buena higiene del sueño y llevar una dieta antiinflamatoria), además de evitar la automedicación.
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