Las manifestaciones del estrés son muchas y muy variadas, pudiendo afectar a cualquier parte del organismo, incluida la piel. Se ha confirmado así que el estrés, además de causar reacciones en la piel en forma de pequeños sarpullidos, también puede originar enfermedades cutáneas congénitas o, en el caso de que ya se tuvieran, agravarlas.
Así ocurre con el acné, pero también con la psoriasis, la dermatitis atópica y la seborreica, la rosácea o incluso la alopecia areata. Pero, además, si estas patologías se vuelven crónicas, el estrés directamente causa un mayor envejecimiento de la piel. En otras palabras: el estrés envejece.
Esta relación tan directa entre estrés y problemas de piel es la explicación de que el 30% de las personas que acuden al dermatólogo presenta también algún tipo de problema emocional.
Pero además se ha confirmado que el estrés puede originar una inmunosupresión del organismo; esto es, una diminución de la respuesta inmunológica, lo que aumentaría la vulnerabilidad del paciente frente a nuevas infecciones inflamatorias o afecciones alérgicas. De hecho, incluso se está relacionando este factor como un posible desencadenante del cáncer de piel.
Fuentes: Fuente: Ramírez, Érica; Yépez, Sarina; Velásquez, Sabina: “Envejecimiento prematuro de la piel en mujeres de 25-30 años: una revisión bibliográfica”. Biblioteca Digital CURN.
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