El estrés prolongado puede modificar la manera en la que el cerebro procesa los sonidos. Esta es la llamativa conclusión de un ensayo realizado con ratones, que vuelve a alertar sobre el peligro del estrés para la salud. Incluida la salud auditiva.
Durante el experimento se sometió a un grupo de ratones a situaciones estresantes leves (estaban confinados en un espacio pequeño), en periodos de 30 minutos al día durante una semana. Pasado ese tiempo, se evaluó la actividad cerebral de los animales y se observaron cambios significativos en la corteza auditiva, con una mayor actividad neuronal en esta región del cerebro.
A continuación, para comprobar en qué medida esa mayor actividad afectaba a la capacidad auditiva de los ratones, se les sometió a pruebas en las que tenían que clasificar los sonidos que escuchaban como fuertes o suaves. Y los resultados revelaron que los animales estresados tendían a percibir los sonidos fuertes como suaves. En otras palabras, que su percepción de la sonoridad se había visto afectada, lo que comprometió su capacidad auditiva en el día a día.
Aunque el estudio se ha realizado con animales, los responsables han señalado que sus conclusiones serían equiparables a las personas. De ahí la importancia de aplicar estrategias antiestrés, ya que esta merma auditiva se suma a los problemas de memoria y aprendizaje que ya se habían asociado al estrés. Por ejemplo, aquí le proponemos tres estrategias que puede realizar en su propio hogar para hacer frente al estrés.
Bisharat, G., Kaganovski, E., Sapir, H. et al.: “Repeated stress gradually impairs auditory processing and perception”. PLoS biology. 2025.
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