Los fumadores pasivos que están expuestos al humo del tabaco tienen hasta un 20% más de riesgo de desarrollar cáncer de pulmón. Pero ese riesgo aumentará dependiendo de la intensidad de esa exposición, ya que no es lo mismo si se está al aire libre o en una habitación cerrada. Pues bien, un estudio acaba de señalar que un escenario muy peligroso para los fumadores pasivos es el interior de los coches(1).
Se trata de la primera investigación europea centrada en este factor. Para ello se midió la concentración de nicotina ambiental (la que hay en el aire) de 45 automóviles y, efectivamente, esta era más elevada en los coches de personas que fuman. Pero también se analizó, como novedad, el “humo residual del tabaco”; es decir, las partículas tóxicas que proceden de ese humo y que se quedan en la superficie del coche (asientos, salpicadero, alfombrillas…) mucho tiempo después de que el humo se haya disipado.
De este modo, los investigadores observaron que esas concentraciones residuales conllevan un mayor riesgo cancerígeno, sobre todo a largo plazo, en comparación con el humo del tabaco. En otras palabras, el riesgo de cáncer por parte del fumador pasivo no desaparece cuando la persona deja de fumar; sigue presente cada vez que se vuelve a subir a ese coche en el que se ha fumado.
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