En más de una ocasión hemos hablado del radón, un gas radiactivo que procede de la descomposición del uranio de la corteza terrestre, y su más que confirmada relación con el cáncer de pulmón. De hecho, a día de hoy una elevada exposición a este gas sigue siendo la segunda causa de cáncer de pulmón, solo por detrás del tabaco.
Pues bien, recientemente se han analizado los hogares de más de 10.000 mujeres de 67 años de media(1). Y gracias a ese exhaustivo estudio se ha descubierto que el radón también aumenta el riesgo de leucemia o de sufrir un ictus, debido a que una alta concentración de este gas puede conllevar hematopoyesis clonal de potencial indeterminado (CHIP). Y es que esta patología, caracterizada por mutaciones de las células madre hematopoyéticas (origen de las células sanguíneas), hace que esas células se repliquen más rápido, lo que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares (ictus incluido) o leucemia.
Además, el riesgo aumenta dependiendo de cómo de grave sea la exposición. Quien vive en hogares con una concentración de radón de entre 74 y 148 bequelerios (Bq) por metro cúbico tienen un 39% de riesgo de desarrollar CHIP y, si es superior a 148 Bq/m3, el riesgo pasa a ser de un 46%.
Artículos relacionados