Desde el principio del confinamiento médicos y nutricionistas alertaron del riesgo de ganar peso o alimentarse mal durante este período, pero lo cierto es que la crisis desatada por el coronavirus ha conseguido que mucha gente se preocupe especialmente de lo que come y siga una dieta mucho más saludable que antes.
En la mayoría de los casos eso se debe al interés por reforzar el sistema inmunitario, lo que se traduce en más compras de productos frescos como fruta (los cítricos y los aguacates son dos de los “ingredientes estrella” en este momento), verdura, huevos, pollo, carne y pescado. Pero también se hace visible en las formas de cocinar preferidas, mucho más saludables, como por ejemplo al horno o al vapor en lugar de en fritura.
Además, algunos también han cambiado el lugar de compra, ya que los mercados centrales de las ciudades han visto crecer su cuota de clientes un 1,2%(1). Y asimismo no solo se prioriza la calidad en lo que a productos frescos se refiere, sino también en lo relativo a las conservas e incluso las bebidas (vinos, cervezas…).
¿Lo mejor de todo? Que los expertos coinciden en que esta tendencia ha llegado para quedarse. En este sentido, un informe(2) apunta a que la alimentación saludable será uno de los aspectos que menos se resentirá una vez termine la crisis sanitaria. De hecho, más del 60% de los encuestados asegura que mantendrá el gasto que ya hace en cuidarse y comer mejor, mientras que más de un 7% prevé aumentarlo.
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