Todos necesitamos ser un poco heroicos, aunque solo sea en nuestra propia casa, para nosotros mismos. Y de hecho todos, en cierta medida, lo somos. Esto es lo que nos convierte en auténticos héroes:
El psicoanalista austríaco Otto Rank decía que la principal necesidad del ser humano es ser un héroe.
Héroe en su país, su ciudad, su calle, su casa, su familia, su habitación o incluso solo en su imaginación; ¡eso es lo de menos!
Lo que importa es ser un héroe para alguien en alguna parte.
Si uno no es el héroe de nadie, ni siquiera de sí mismo, seguramente se sentirá abrumado por sentimientos negativos.
Desde los albores de los tiempos, los hombres se han contado unos a otros historias, mitos y leyendas en las que otros hombres se enfrentaban a monstruos y dragones, superaban pruebas de todo tipo (tanto físicas como intelectuales), cruzaban distancias inverosímiles…
Hoy, en realidad, nada ha cambiado.
Todos, grandes y pequeños, gozamos de buenos momentos leyendo Moby Dick o cualquier otra novela de aventuras que se nos ponga por delante.
Y si no, viendo la última película de aventuras en la televisión, ya sea Harry Potter, Misión imposible o Indiana Jones.
O también siguiendo la actualidad deportiva, cultural, política…
Las hazañas de otros levantan nuestras pasiones, nos ilusionan. Y buscamos asimilarnos a esos héroes a través de la imaginación.
Tratamos de ponernos en su piel, de liderar su lucha, incluso desde nuestro propio sofá. Pero eso es, precisamente, lo que explica que sus victorias sean capaces de entusiasmarnos.
Pequeño problema: todo héroe tiene que tener un enemigo.
Este es, de hecho, el que permite que el propio héroe exista, revelando su fuerza, su habilidad, su inteligencia y su coraje.
Aunque por supuesto no tiene que ser una persona, a nuestra imagen y semejanza. Si ponemos como ejemplo el caso del héroe mitológico Hércules, está claro que las encargadas de encumbrarle fueron las 12 pruebas a las que tuvo que enfrentarse.
Es decir, que en realidad hablamos de un desafío, de una pelea e incluso de una derrota capaces de hacer de nosotros el adulto que estamos destinados a ser. Sin estos retos, de hecho, todos tendríamos la inteligencia emocional de un niño pequeño, enojado porque todavía no sabe controlar sus emociones y frustraciones.
Esas pruebas, sean cuales sean, nos edifican y nos permiten revelar nuestras fortalezas a los demás. Pero también, lo que es más importante, a nosotros mismos.
Es así como nos hacemos conscientes de nuestra fuerza y de nuestros poderes, que quizá no conocíamos.
De hecho, cuanto más implacable es el enemigo, más nos obliga a aprovechar nuestros talentos ocultos, a expresarlos, a materializarlos.
Y por ello también se puede decir que, pese a las apariencias, ese enemigo es en realidad un aliado, un trampolín sin el que seguramente nunca llegaríamos a triunfar (al menos, no del mismo modo).
Se dice que Sócrates fue condenado a muerte y pasó sus últimos momentos consolando a sus amigos.
A continuación puede verlo en un hermoso lienzo, dedo levantado, bata blanca, instándoles a secarse las lágrimas.
Pero Sócrates es un ideal, por supuesto, y no todo el mundo está destinado a llegar a ese nivel.
En cualquier caso, nos son pocos los desafíos que la vida nos pone constantemente por delante, y menos todavía en una época como la que vivimos.
De hecho, estoy seguro de que usted también ha atravesado alguna situación, quizá reciente, que le ha hecho vivir un proceso de este tipo.
Es decir, que le ha hecho evolucionar; que le ha cambiado para mejor.
¿Me equivoco?
Si le apetece compartirlo con el resto de lectores, le invito a hacerlo dejando un comentario a continuación.
Artículos relacionados
Tanto Sócrates como Nietzsche son un magnífico ejemplo de héroes intelectuales y además de la élite de entre ellos. Os felicito por elegir tan buenos ejemplos.
¿Cómo se llama la planta en cuestión que sirve entre otras cosas como quitar el insomnio? Quiero saber el nombre de tal planta…
Efectivamente, estimado Amigo! Un órgano que nunca pensé me causaría problemas a mi edad, lo hizo. ¡Mi corazón! Lloré amargamente, me sentí vulnerable y sobrepasado. Después de muchos exámenes y algunos días, afortunadamente, todo esta volviendo a cauces normales. Mi respuesta inmediata fue eliminar abusos, alimentos y bebidas nocivas para mi cuerpo y en especial mi corazón. Necesito y quiero mejorar y acercarme a ese héroe que sabiamente me hiciste recordar. Un abrazo.
En mi casa hay un héroe casi ignorado por completo. Desde el mismo día que nació empezaron a darle «hostias» pues se asfixiaba. Hoy con setenta años ha resistido una operación de cáncer colorrectal sin usar transfusiones de sangre, le han propuesto quitar parte de las paratiroides, el riñón derecho -porque tenía un pequeño cálculo de un milímetro y los médicos dijeron «veamos cómo evoluciona» y con el tiempo el calculito destrozó el riñón y ahora solo filtra un diez por ciento-. También fue propuesto para operar la vejiga y de paso «le quitamos la próstata, para que no tenga problemas el el futuro». También fue propuesto para quitar la vesícula biliar, pues la tenía a punto de reventar por cálculos redondos y verdes, pero lo solucionó con aceite y el limón. Actualmente anda tres o cuatro kilómetros una o dos veces por semana por la costa Cantabria, y esto solo es la punta del iceberg.
Hoy lo que lo alienta es: Apocalipsis 21:3-4.
Saludos desde el País de Altamira.