La adicción comportamental es aquella que no se debe a sustancias químicas, sino a acciones (por ejemplo el juego, las apuestas, las compras, los robos…) que desencadenan en el organismo sensaciones de bienestar. Por supuesto, como cualquier otra adicción, conllevan importantes cambios en el comportamiento de quien las padece, lo que acaba afectando a todos los aspectos de su vida, incluida la vida familiar.
Y eso que precisamente la motivación positiva por parte de familiares y amigos del afectado es fundamental para la recuperación de estas patologías, así como para prevenir una futura adicción, de acuerdo con un reciente informe del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA)(1).
En ese mismo informe también se advierte del preocupante aumento que se ha producido en la última década de esta patología y que más del 60% de las personas en riesgo de adicción comportamental padecen depresión, ansiedad o trastorno obsesivo compulsivo. La razón estaría en que las personas que tienen estos problemas psicológicos son más propensas a dejarse llevar por otras distracciones porque creen que con ellas podrán olvidar sus problemas.
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