Millones de prendas textiles que se fabrican al año siguen un proceso de elaboración terriblemente perjudicial para la salud. La mayoría incorporan contaminantes, sustancias potencialmente cancerígenas o que incluso pueden alterar el ADN, que luego acaban en el organismo de quien las lleva(1). Y es que, aunque en Europa sí existen medidas para evitar el uso de estos compuestos, los países donde se fabrican no siguen un control tan estricto.
El gran problema de estas sustancias es que, aunque se aplican durante la fabricación de las prendas (para teñirlas, blanquearlas, que sean ignífugas…) y son lavadas antes de ponerse a la venta, siguen quedando restos en ellas cuando el consumidor final las compra. Después, a través de la piel el tóxico llega hasta la sangre y desde ahí puede alcanzar diversos órganos, además de ocasionar dermatitis de contacto o irritaciones.
Entre los productos tóxicos más comunes, y que le convendría evitar cuando compre ropa nueva, destacan las aminas aromáticas, las nanopartículas metálicas, la quinolonina y el bisfenol A, un disruptor endocrino.
Recomendación de Salud en 1 Minuto: Para evitar este problema puede comprar prendas elaboradas ecológicamente que prescinden de estas sustancias tóxicas. Cada vez son más las pequeñas empresas locales que apuestan por estos productos, incentivando de paso el comercio de proximidad.
Fuentes:
Artículos relacionados