Los derechos humanos son derechos inherentes a todas las personas por el mero hecho de serlo, independientemente de cualquier circunstancia o condición.
Se firmaron en 1948 en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuando tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial y la posterior constitución en 1945 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) quedó claro que era necesario marcar los límites que definieran la dignidad humana.
Derecho a la vida, a la integridad física, psíquica y moral, a la libertad personal, a la libertad de expresión, a la salud, a la educación, a vivir en paz… la lista la conforman una treintena de derechos que, si realmente se cumplieran, harían del mundo un buen lugar en el que vivir. Sin embargo, muchos de ellos son constantemente pisoteados en muchos lugares del planeta.
Los expertos en derechos humanos de la ONU abogan por incluir un nuevo derecho a la lista: la lactancia materna. Opinan que el amamantamiento debe considerarse como tal, tanto para las madres como para los bebés, y que por lo tanto debe ser fomentada por los gobernantes de los distintos países, de forma que la protejan de acciones que la obstaculizan. (1)
¿Y a qué acciones se refieren los expertos de la ONU cuando dicen que intentan impedirla? Pues hablan de la falta de información que los trabajadores de la salud dan a las madres (a las que no informan convenientemente de los beneficios que ofrece la lactancia tanto para sus hijos como para ellas), de las tradiciones culturales y familiares y de la estigmatización que sufren las mujeres que amamantan en lugares públicos o en su lugar de trabajo.
Pero, sobre todo, los expertos acusan a la industria de leches de fórmula sustitutas de la leche materna y a su publicidad “engañosa, agresiva e inapropiada”, que influye en las mujeres a la hora de decidir cómo quieren alimentar a sus hijos. Por eso instan a los gobiernos a detenerla.
La leche materna contiene todos los nutrientes necesarios para el crecimiento del bebé, así como hormonas, factores de crecimiento, citoquinas, células inmunocompetentes… y posee numerosas propiedades biológicas.
Y la leche de fórmula no es ni remotamente parecida. No es una leche que se haya creado en el laboratorio para ser idéntica a la materna, sino que se trata de un producto distinto (hecho normalmente a partir de la leche de vaca) que se ha disfrazado, acompañado de grandes campañas publicitarias (“engañosas”, según la ONU), con las que se las pretende atribuir las mismas propiedades que a la leche materna.
Por lo tanto, desde Tener S@lud lo tenemos claro: la leche materna es el alimento mejor adaptado a las necesidades del lactante. Pero decidir si se va a dar el pecho o no es una decisión personal y no hay que hacerlo a regañadientes ni para no tener sentimiento de culpa. Eso sí, aunque le cueste arrancar, una vez lo haga es apostar a caballo ganador: pues los beneficios son reales tanto para el niño como para la madre.
Dar el pecho al recién nacido tiene múltiples beneficios para la salud de la madre.
Y eso por no hablar de los beneficios de la lactancia materna para el niño.
La lactancia materna se asocia a un beneficio desde el punto de vista cognitivo del niño. Así, un estudio muestra que una lactancia exclusiva durante como mínimo seis meses se asocia a la mejora de las funciones neuropsicológicas en los niños de 4 años. Esta asociación es independiente de la inteligencia de la madre y de factores nutricionales como los aportes en ácidos grasos omega 3 que suministra el calostro (leche acumulada durante el embarazo en la glándula mamaria y la primera que el bebé ingiere en sus primeras tomas, muy rica en nutrientes y en inmunoglobulinas protectoras frente a las infecciones) que, si bien pueden desempeñar un papel en el beneficio aportado al desarrollo cognitivo del niño, no bastan para explicar la asociación. (6)
La lactancia materna mejora la salud digestiva del niño, lo que se traduce en menos diarreas, estreñimiento y vómitos. Gracias a ello suele acudir menos al médico y al hospital. (7) (8) (9) (10)
Un niño que recibe el pecho será más delgado, pero el efecto no es visible hasta que no llegue a los 7 u 8 años de edad. Numerosos estudios han abordado la asociación entre el índice de masa corporal en la infancia y la lactancia. (11)
También se ha comprobado que la lactancia materna se refleja en una mejor inmunidad, lo que se traduce en menos infecciones, sobre todo respiratorias, y otitis. Esta protección perdura años después. (12) (13)
Por otra parte, el análisis de 117 estudios llevados a cabo durante un periodo de treinta años muestra que la lactancia disminuye en torno al 22% el riesgo de padecer asma en los niños. (14) (15)
Y en cuanto a los hábitos alimentarios de los niños alimentados con leche materna al crecer, se ha descubierto que son más proclives a aceptar a continuación sabores nuevos que aquellos alimentados con leche artificial. Esto es así porque el sabor de la leche materna recibe la influencia de los hábitos alimentarios de la madre, lo que puede constituir una especie de “puente de sabores” y facilitar la transición hacia alimentos nuevos. Asimismo, a los 6 años, los niños que han recibido el pecho tienen tendencia a beber más bien agua en lugar de bebidas azucaradas y a consumir más fruta y verdura. Por lo tanto, la lactancia materna es también una ventaja a la hora de instaurar unos mejores hábitos de alimentación en los niños. (16)
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda alimentar exclusivamente con lactancia materna hasta los 6 meses de edad, y de los 6 meses a los 2 años (o incluso hasta más tarde), combinar otra alimentación con la continuación de la lactancia materna.
Sin embargo, Europa tienen las tasas más bajas del mundo de amamantamiento, según este organismo. Sólo el 13% de los recién nacidos fueron amamantados de forma exclusiva con leche materna durante los primeros seis meses de vida. Aunque la tasa de iniciación es alta en los recién nacidos, también lo es el abandono, sobre todo tras los primeros cuatro meses. (17)
Un consejo extra para las madres que apuesten por la lactancia materna para alimentar a sus hijos:
Las mujeres que dan el pecho pueden encontrarse el problema de no producir suficiente leche. Ante esta situación los asesores de lactancia recomiendan principalmente una cosa: la estimulación (es decir, poner al pecho al bebé el mayor tiempo posible). Pero la naturaleza una vez más puede ser una gran aliada.
En la medicina tradicional india se dice que el fenogreco o alholva (Trigonella foenum graecum) “estimula la producción de sudor”, actuando sobre las glándulas sudoríparas. Las glándulas mamarias tienen una estructura comparable a la de las sudoríparas y, por tanto, de acuerdo con el punto de vista de la tradición médica india, el fenogreco poseería también la propiedad de estimular la producción de leche en las mujeres lactantes.
Los últimos estudios lo han confirmado. Una infusión de fenogreco (3 tazas de 200 ml) al día mientras dura la lactancia consiguen duplicar la producción de leche. Además de como tisana, también puede consumirse en cápsulas. En ese caso, debe calcularse un aporte diario de aproximadamente 1 g.
Si alguien en su entorno está amamantando, esperando un bebé o planificando su próxima maternidad, le invito a compartir con ella este post.
Fuentes:
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A ver si convencen al 99% de las mujeres que no quieren dar de amamantar a sus hijos, por miedo a estropearse los pechos que se agrandan o caen según se dice. Además de la esclavitud que les supone y de una cierta vergüenza de hacerlo en público. Por otro lado no hay constancia que el cáncer u otras enfermedades lo cojan predominantemente los que han recibido leche materna industrial.