Curas termales, baños, termalismo…Todo ello nos evoca a la “Belle Époque”, a la gloria de la vía férrea. La gente se encontraba en Evian, en Vichy, en Dax o en Baden-Baden, en sus grandes hoteles, sus casinos y sus bailes… y se aprovechaba la ocasión para ir a “tomar las aguas”.
Hoy día muchas de estas villas termales se han convertido en pueblos fantasma; sus hoteles han cerrado, las orquestas se han ido y los parques arbolados han caído en el abandono.
Sin embargo, muchas otras han sabido readaptarse y evolucionar con los tiempos. Es el caso de varios de los centros termales más famosos de nuestro país, como por ejemplo La Toja y Mondariz, en Galicia (que datan de 1868 y 1873, respectivamente), o el Balneario de Vichy Catalán, en Girona (de 1883). Y aún más antiguos son el Real Balneario de Solán de Cabras, en la serranía de Cuenca (la primera construcción está documentada en 1755), y las Caldas Villa Termal, en Asturias, que abrió sus puertas en 1776.
Personalmente considero que haber dejado atrás el universo de las curas termales de la forma en que antaño se hacían y todo lo que las rodeaba ha sido un error, incluso a pesar de que las aspirinas, los antiinflamatorios y los analgésicos sean más eficaces y más baratos que costear varias jornadas en un centro termal.
Cuando pensamos en las curas termales hoy en día, visualizamos:
Estas actividades son buenas, eso está claro. Pero su enorme diferencia respecto a las curas termales antiguas es que las prácticas actuales están totalmente centradas en el individuo. Los aspectos de reencuentro, de actividad social, juegos y bailes que existían en torno a aquellas villas termales han desaparecido por completo.
Las curas termales ofrecían numerosos beneficios para el bienestar general de cualquiera. Iban bien, más allá de que curasen el reumatismo o algún otro dolor concreto.
Durante un cura termal de varias semanas, o incluso de algunos meses para los más privilegiados, los agüistas tenían mil ocasiones de encontrarse, de hacer nuevos amigos, jugar, bailar, participar en cenas en las que había que arreglarse, peinarse, elegir la mejor vestimenta…
Todo aquello les permitía desconectar y desviar la atención de los dolores y la enfermedad. Resultaba un medio eficaz y agradable, capaz de dar estímulos y preocupaciones nuevas; en definitiva, una vida social rica y animada.
Para entenderlo hay que leer las novelas de Dostoïevski, Stefan Zweig o incluso de Arthur Schnitzler, cuyas tramas se desarrollan en lugares de ese tipo. También la galardonada obra de Carmen Martín Gaite El balneario, entre las de otros muchos autores españoles como el Nobel de Literatura José de Echegaray, quien dijo al conocer el célebre Balneario de Mondariz: “esto no es un balneario, es el Palacio de las Aguas”.
Los protagonistas de estas obras viven mil experiencias, se divierten como locos y jamás se preguntan por sus enfermedades. Es decir, el método funciona; la gente está tan ocupada que olvida sus sufrimientos. Sus enfermedades pasan a un segundo plano, a veces de un modo espectacular. ¿Qué más se puede pedir?
El doctor Gérard Leborgne, autor del libro 120 respuestas de un médico de campo a las patologías de hoy en día, escribió sobre el termalismo: (1)
“Los romanos hicieron de ello una institución. En el siglo XIX la moda regresa con el Segundo Imperio. El país es rico, la vía férrea está desarrollada y se promueven las vacaciones en las estaciones termales de moda.
Mediado el siglo XX, los laboratorios inventan numerosas moléculas para calmar el dolor y el termalismo comienza a decaer, a pesar de que esos nuevos remedios anti-esto o anti-lo-otro ofrecen unos resultados limitados y a veces causan efectos secundarios indeseados.
En el siglo XXI la clientela de agüistas está constituida casi exclusivamente por enfermos crónicos, jubilados con problemas reumatológicos y niños con enfermedades respiratorias y trastornos otorrinolaringológicos recurrentes.
Vivimos en una época en la que deseamos resultados inmediatos. Una cura termal para una patología crónica llevará seguramente varios meses o un año, hasta que pueda juzgarse su eficacia”. (2)
Es cierto que las curas termales tienen unos efectos medicinales lentos. Ese es su enorme defecto y lo que provoca que se las considere algo “obsoleto”, inadaptado a la nueva época. Y, sin embargo, sus efectos son reales.
Otro estudio sobre 60 sujetos probó que los baños de aguas de azufre durante 30 minutos durante 15 días combaten mejor los dolores lumbares que el agua normal. Ambas aguas son capaces de reducir la intensidad del dolor, pero el agua de azufre hace disminuir también los espasmos, así como la rigidez lumbar y de la musculatura que sostiene la columna vertebral. (4)
Esto es sólo una descripción general de los beneficios de la hidroterapia identificados hasta la fecha. Las curas termales también son eficaces:
Es evidente que quien no conoce el potencial curativo de las aguas termales se está perdiendo un verdadero torrente de bienestar y salud natural.
Como apunté al principio, no todos los antiguos centros termales han cerrado sus puertas. En países de Europa Central y Europa del Este esta tradición todavía sigue muy viva. Por casualidad yo mismo visité junto a mi familia uno de estos centros al oeste de Eslovaquia hace dos años.
Acudimos a Trenčianske Teplice, una pequeña villa termal cuyas construcciones datan del final del siglo XIX.
De apariencia oriental, las termas de Teplice fueron construidas a finales del siglo XIX. Sin duda, la visita a las termas resultó interesante. La decoración era magnífica, pero lo que más nos sorprendió e interesó fue la alegría y el buen humor de los “enfermos” que paseaban por las calles.
La gente se cruzaba, se sonreía, se intercambiaba algunas palabras… Y, ya por la noche, en un buen restaurante en el que todos los presentes parecían conocerse y ser amigos, vimos con sorpresa cómo se levantaban al final de la comida, empujaban las mesas y se ponía a bailar.
Jóvenes y ancianos, enfermos y sanos, locales y extranjeros, habituales y recién llegados, jefes y clientes… Todos bailaban juntos, nadie se quedó al margen o de brazos cruzados. Nosotros también participamos en la fiesta y pasamos una noche inolvidable.
Aconsejo de verdad a todos aquellos que puedan elegir un lugar de cura para sus vacaciones que lo hagan. No es necesario buscar nombres especialmente prestigiosos o de los que se publicitan en las revistas o la televisión. Hay muchísimas estaciones termales que siguen existiendo a día de hoy que están al alcance de todos los bolsillos (o casi).
Para terminar, me gustaría darle a conocer el testimonio de una paciente que se curó de una cistitis crónica (es decir, una infección de la vejiga urinaria que se prolonga durante más de seis semanas) tras una cura termal:
«Después de años enferma, me sugirieron hacer una cura termal en Francia, en el único establecimiento que estaba especializado en problemas urinarios. Yo no confiaba del todo en este método, pero estaba tan desesperada que allí me fui tres largas semanas y… ¡milagro!
Todos mis síntomas desaparecieron durante 7 años. Después comenzaron a aparecer de nuevo, poco a poco, y yo regresé para una nueva cura.
Es una gran en inversión en tiempo y quizá también en dinero, pero esto realmente me ha salvado la vida«.
Si usted también tiene algún testimonio sobre aguas termales, le invito a compartirlo dejando su comentario un poco más abajo.
Fuentes:
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Excelente artículo y lo he confirmado plenamente, pues vivo en Quito, la capital de Ecuador en Sudamérica. Aquí tenemos muchas aguas termales y muy cerca de la ciudad, a media hora podemos ir a diferentes piscinas y fuentes de aguas termales con todos los minerales que éstas contienen. Tengo dos hernias discales en la columna lumbar de las que no me enteré durante años porque siempre íbamos a estas aguas con los nietos.
Recién hace dos años supe que las tenía porque al regresar de un viaje a España y luego a Grecia, en donde trepamos mucho, sobre todo yo en todas las montañas y colinas en donde están las ruinas maravillosas de este país, empecé a sentir dolores musculares y al volver al Ecuador, un día después, tal vez por la cargada de maletas y el viaje tan largo en el avión, me quedé paralizada. Ahí me hicieron exámenes y descubrí que tenía dos hernias lumbares. Pero seguimos yendo a las aguas termales. Nado y salgo como nueva. Son maravillosas y todo el que las tenga cerca debe disfrutarlas,
Felicitaciones por ese trabajo maravilloso que Uds. hacen haciéndonos llegar tantos conocimientos sobre cómo mantener nuestra salud y sin fármacos, que son los que nos han arruinado la vida. Cada vez creo menos en pastillas e inyecciones y más en infusiones de plantas, frutas, alimentación equilibrada, viajes, bailes, natación, hacer las cosas que nos gustan, amar y ayudar a los demás, ambicionar poco y compartir mucho. Salud para todos y todas. Gracias.
En España hay un rincón paradisiaco, donde el tratamiento con aguas termales es gratis: El Mar Menor (región de Murcia).
Resulta curioso que no lo nombren
El artículo sobre Balnearios y Aguas Termales me ha parecido precioso, las referencias, la historia e incluso alguna anécdota «personal».
Aunque no siempre puedo leer todos los artículos, aquellos que he leído me han parecido estupendos, y sobre todo si lo deseas, útiles!
Yo vivo en la Argentina, en la provincia de Santiago del Estero, donde se encuentra la ciudad termal «Termas de Río Hondo». (Lo pueden ver en Internet). Allí se puede gozar de las aguas termales, en las habitaciones de los hoteles, además de las piscinas que todos los hoteles tienen o en los spa que varios de ellos tienen. Es realmente maravilloso bañarse en aguas termales, uno viene de allí totalmente renovado.
Esta ciudad es visitada por muchos Argentinos y extranjeros, sobre todo ahora, ya que se corre allí el Moto GP, en el Autódromo que tiene y el aeropuerto internacional.
Yo tengo fibromialgia y, aunque parece que esto no tiene cura, yo no pierdo la esperanza. Mi marido y yo solemos ir al Balneario que hay en Carranza, un pueblecito en Cantabria, en España. Tienen bañeras termales individuales y también piscina termal. Los baños son muy agradables, y también tienen un restaurante con comida casera nada caro. Nosotros vamos a pasar el día pero tienen habitaciones para estancias mayores, también tienen otro servicios (masajes, por ejemplo). El jardín si hace buen tiempo es agradable para dar paseos.