¿Por qué hay tantos brotes de legionela y cuáles son los síntomas de esta infección causada por la bacteria Legionella pneumophila? ¿Cuáles son los factores de riesgo y cómo puede prevenir complicaciones graves que deriven incluso en una neumonía? ¡Se lo contamos todo!
La bacteria Legionella pneumophila, responsable de la infección conocida como “legionela”, siempre está al acecho. Lista para atacar en cualquier momento y en cualquier lugar. Da igual si es en el trabajo, en su hogar o en edificios públicos como baños u hospitales.
Esto se debe a que las bacterias Legionella (existen más de 48 tipos distintos) se mueven por zonas de agua dulce, ya sean lagos o arroyos.
Pero de ahí pueden propagarse con facilidad a cualquier circuito en el que haya agua y, de ahí, al interior de nuestro organismo:
En otras palabras, este bacilo supone un riesgo para la salud pública, ya que es muy fácil entrar en contacto con él y acabar infectado.
Además, hay que tener en cuenta que algunos síntomas son muy similares a los de una gripe leve, por lo que ambas afecciones pueden confundirse y, en consecuencia, que tarde en aplicarse el tratamiento.
De ahí la importancia de conocer todos los signos que alertan de su presencia, así como los principales factores de riesgo.
Por regla general, los primeros síntomas se manifiestan entre 2 y 10 días después de haber sido expuesto a la bacteria. Y estos suelen ser dolor de cabeza y muscular, escalofríos y fiebre.
Si solo se observan estos síntomas, muy similares a los de un cuadro gripal leve, suele hablarse de “fiebre de Pontiac”, que es como se conoce a la forma más suave de esta enfermedad. En estos casos los síntomas suelen desaparecer pasados entre 2 y 5 días, a veces sin necesidad de tratamiento, y la infección no llega a los pulmones, como sí ocurre con la legionela más grave.
Cuando sucede esto último a los síntomas indicados, además, pueden sumarse otros como dolor en el pecho, tos con mucosidades, confusión, síntomas gastrointestinales (náuseas, vómitos y diarrea) y, principalmente, falta de aliento.
Y es que la legionela propiamente dicha es una enfermedad respiratoria, ya que la infección afecta sobre todo a los pulmones, pudiendo derivar incluso en una neumonía. Aunque también se han dado casos en los que la bacteria compromete otras partes del cuerpo, como el corazón. Y a veces, incluso, provoca infecciones en heridas que ya había previamente.
Teniendo en cuenta que la Legionella puede estar en casi cualquier parte, sorprende que no haya aún más brotes de los que se producen al año. Esto ocurre porque no todas las personas que están expuestas a la bacteria acaban enfermando, gracias a que su sistema inmunitario consigue repeler a ese enemigo.
Ahora bien, la cosa cambia si se dan los siguientes factores:
La detección temprana y el tratamiento adecuado son cruciales para evitar complicaciones graves. Por ejemplo, en ocasiones el estado de los pulmones está tan comprometido que puede ser necesario el uso de ventilación mecánica.
Dentro de la medicina convencional destacan los tratamientos antibióticos, generalmente del grupo de las fluoroquinolonas o macrólidos.
Pero, para mejorar la eficacia del medicamento, puede acompañar su toma con estrategias destinadas a fortalecer el sistema inmunológico. Por ejemplo:
Ya ve que aliados no faltan a la hora de hacer frente a este enemigo tan insidioso.
Ahora bien, si de reforzar su sistema inmunitario se trata, le interesaría conocer el Protocolo Bomba de Inmunidad. Esta completísima estrategia de salud, desarrollada por el Dr. Glenn S. Rothfeld a lo largo de décadas de investigación, convertirá su sistema de defensa en el mejor escudo antibacterias. sobre este programa único. Aquí puede informarse sobre este programa único.
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