¿Cuántas veces se ha parado a pensar en todo lo que hemos vivido en un solo año? ¿En cómo ha cambiado nuestra percepción sobre algunas cosas?
A lo largo de los últimos meses hemos cambiado de opinión en muchísimos aspectos:
Como puede imaginarse, para alguien que escribe sobre salud el último año ha sido una verdadera montaña rusa.
He pasado largas jornadas revisando los últimos estudios e informes de colegas. Y por supuesto he tenido que repasar ciertos conceptos para comprender bien los nuevos fenómenos: tormenta de citoquinas, ARN mensajero…
Ahora bien, uno de los mayores aprendizajes que me llevo de todo esto no es algo solo válido para la salud, sino que se trata de una lección aplicable a la vida en general:
Cuando se atraviesa una crisis hay que conseguir perspectiva para analizar el todo, no solo ver la secuencia de los hechos.
Con esto quiero decir que, aunque resulte complicado a veces, debemos mirar a largo plazo. A todo con lo que nos quedaremos una vez termine definitivamente la pandemia.
Y, créame: no serán los términos “confinamiento”, ni “FFP2”, ni “tasa de contagios”.
Serán cosas mucho más profundas y que podrían llegar a marcar un antes y un después en nuestra salud, para bien o para mal.
Y por eso es tan importante trabajar sobre ello ahora.
En los últimos días he visto a muchas personas comentando que quizá deberíamos usar mascarillas para siempre, una vez termine la crisis sanitaria.
Quizá ya lo imagina, pero en mi opinión no deberíamos hacerlo en absoluto.
La salud no solo gira en torno al coronavirus y debemos deshacernos de muchas cosas que ahora mismo nos limitan y aíslan, como son las mascarillas. De lo contrario, quizá suframos una nueva pandemia, esta vez de depresión y de ansiedad, antes siquiera de vencer a la Covid-19.
Por ese mismo motivo, además, será importante que en el futuro nos deshagamos del miedo.
Mucha gente, demasiada, vive estos días presa del pánico.
Por supuesto que la salud es un bien preciado que nadie quiere perder. Pero la clave está en que debe trabajarse, reforzarse… y “usarse” para vivir feliz, en lugar de pretender conservarla intacta en una urna de cristal.
Esto me lleva directamente a una de las grandes cosas que considero que nos ha dejado esta pandemia y que creo que en ningún caso deberíamos perder una vez concluya:
Cada vez más gente se preocupa por reforzar su sistema inmunitario de una forma realmente efectiva.
Esto es algo que sin duda podría marcar una nueva pauta en la salud del mañana, más allá del horizonte del coronavirus, ya que reforzando nuestras defensas ayudaríamos a prevenir numerosísimas enfermedades que hoy son el pan nuestro de cada día.
Ahora bien, es importante saber cómo hacerlo correctamente, y de ahí este e-mail.
Por supuesto no es la primera vez que le hablo de importantes estrategias para reforzar el sistema inmunitario, como por ejemplo la toma de vitamina D o de zinc.
Pues bien, hoy quiero revelarle importantes y recientes descubrimientos sobre el papel que juega otra de estas sustancias tan beneficiosas para nuestras defensas: los ácidos grasos omega 3.
Al margen de la vitamina D, los nuevos estudios mencionan a los ácidos grasos omega 3 como uno de los nutrientes esenciales para fortalecer la inmunidad.
En concreto, un primer estudio piloto realizado sobre 100 pacientes sugiere que las personas con altos niveles de omega 3 tienen un 75% menos de probabilidades de morir por Covid-19. (4)
Aunque sea una investigación incipiente, las cifras apuntan a una tendencia tan clara y prometedora que, de hecho, fueron publicadas inmediatamente en la base de datos especializada medRXiv. (5)
Estos resultados, además, vienen a confirmar los de un estudio noruego que, en sus primeros hallazgos, hace solo unos meses, apuntaba que los consumidores habituales de aceite de bacalao (rico en vitamina D, pero también en omega 3) sobrellevaban mejor esta enfermedad. (6)
¿Cuál es la explicación?
La función antiinflamatoria de estos ácidos grasos ayudaría a contrarrestar la acción de la tormenta de citoquinas (que no es otra cosa que una reacción inflamatoria extrema del sistema inmunitario). (7)
El sistema inmunitario es la herramienta principal con la que contamos para defendernos de todo tipo de agresiones externas, incluido el coronavirus.
Lo que pasa es que este se enfrenta al mismo tiempo a un doble desafío: tiene que protegernos de agentes patógenos y, a su vez, tolerar a las bacterias buenas de nuestra flora, necesarias para su óptimo funcionamiento. En otras palabras: debe mantener un equilibrio constante.
Pues bien, cada uno de nosotros puede y debe ayudar a su sistema inmunitario, cuyas células son además muy exigentes en nutrientes, a conseguirlo.
¿Cómo? Dándole todo lo que necesita a través de la dieta:
Y por supuesto además de esto es necesario evitar el estrés, meditar regularmente (si puede ser a diario, mejor que mejor), realizar ejercicio físico al aire libre habitualmente y optimizar el descanso nocturno.
Sin duda, adoptar estas medidas de forma regular y por parte de toda la población ayudaría a limitar de forma drástica los efectos no solo de esta, sino de otras pandemias futuras.
¡A su salud!
P.D.: Me gustaría invitarle a leer las interesantes respuestas que han dejado decenas de lectores en un texto reciente, “Mal momento para pensar diferente”. Tanto el texto como el debate generado son muy enriquecedores en el momento que vivimos. De ahí que le anime a leerlos y a dejarme su propia opinión si todavía no lo ha hecho. ¡Ah! Y no dude en compartir con sus amigos y familiares tanto ese texto como el de hoy si cree que pueden interesarles. ¡Se lo agradecerán!
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Muy interesante todo lo que he leído. Muchas gracias por darnos buenos consejos y ayudar a cuidarnos mejor. Felicidades. Ana María
Estimado Luis Miguel, sigo atenta todos los textos y reflexiones que escribes desde hace años. A veces me he quedado con ganas de hacer algún comentario y hoy no quiero dejar de hacerlo, ya que encuentro de suma importancia que este elemento esté incluido, más aún que ocupe el primer lugar, en el listado de ayudas que podemos dar a nuestro sistema inmunitario para optimizar las defensas. Me refiero al agua y en concreto a su calidad, como elemento indispensable para nuestra salud.
Sabemos que unas dos terceras partes de nuestro peso es agua y que más del 99 % de las moléculas del cuerpo son de agua, por lo tanto ¿no crees que es importante, a la hora de pensar en nuestra salud, que nos ocupemos del agua que estamos ingiriendo?
Bruce Lipton, biólogo celular, nos dice: “La célula es la vida y nuestro cuerpo es una comunidad de 50 trillones de células. Las células reciben las señales del entorno a través de sus receptores que captan la información. El ADN está controlado por las señales que vienen desde fuera de las células, incluyendo los mensajes de nuestros propios pensamientos”.
Hay que ver al agua como parte central de la estructura de cada célula y su medio ambiente y no sólo eso, también cómo está interfiriendo en todos los procesos de la célula.
En la actualidad, si te preocupa tu salud, filtrar el agua de tu hogar es una necesidad más que un lujo. La mayoría de los suministros de agua que llegan a nuestros hogares contienen contaminantes potencialmente peligrosos. Entre los peores se encuentran los subproductos tóxicos que aparecen tras la desinfección, que se forman cuando estos desinfectantes reaccionan con materia orgánica natural, como la de vegetales en descomposición dentro del agua. Muchísimo más peligrosos y contaminantes que el cloro, fluoruro o medicamentos que aparecen en el agua.
Mucha gente consume agua embotellada en plástico, sin pensar en que estos recipientes también aportan al agua sustancias nocivas además de contribuir a inundar el planeta de plásticos innecesarios.
Cuando queremos conseguir un agua de alta calidad para beber hay que filtrarla. El agua que llega a nuestras casas, no nos mata, pero si nos aporta cantidad de sustancias tóxicas que nos perjudican. Filtrar esta agua de una forma natural, eliminando sólo lo que nos perjudica, estructurarla y guardarla en envases libres de disruptores endocrinos, es de vital importancia para nuestra salud.
Así pienso yo Luis Miguel, y muchos más que hemos descubierto y comprobado como nuestra salud mejora cuando cuidamos el agua que bebemos, el que aportamos al huerto, con el que cocinamos y en el que nos bañamos.
Muy bueno el artículo.