Los aceites vegetales son muy buenos aliados para tratar e hidratar la piel, como puede que ya sepa. Y es que los beneficios de estos aceites, una materia grasa obtenida por la presión de las semillas o los frutos de una planta oleaginosa (colza, oliva, girasol, sésamo…), son innumerables.
Pero partiendo de su mismo origen hay una gran variedad de productos diferentes, todos ellos muy beneficiosos, que podríamos considerar “primos” de los aceites vegetales.
Puede que usted utilice algunos “aceites vegetales” que son en realidad maceraciones de plantas medicinales en un aceite virgen que sirve de vehículo o matriz. El modo de uso de los macerados, su apariencia y sus propiedades se parecen mucho a los de los aceites vegetales convencionales que se obtienen por presión de semillas oleaginosas.
Uno de los macerados más conocidos es el aceite de caléndula (Calendula officinalis), con propiedades antiinflamatorias, hidratantes, antibacterianas… Para obtenerlo, las flores de caléndula se maceran en un aceite virgen relativamente neutro (oliva, sésamo, girasol…). Tras varias semanas, la preparación se filtra y se obtiene un aceite vegetal repleto de ingredientes activos provenientes de las flores de caléndula.
Aquí tiene algunas indicaciones para sacarle todo el partido a este macerado tan útil.
Otros macerados bastante comunes son:
Puede encontrarlos en tiendas de productos orgánicos -seguramente junto a los aceites vegetales convencionales- e incluso en alguna farmacia o parafarmacia.
Pero ¡también puede prepararlos usted mismo! Por si se anima, aquí le dejo una receta con la que podrá elaborar su propio macerado:
Para hacer un macerado aceitoso usted mismo, en lo primero que tiene que pensar es en el aceite virgen que recibirá los principios activos de la planta.
Elija siempre un producto orgánico, pudiendo optar por ejemplo por aceite de oliva o de girasol. También puede elegir un aceite de sésamo o de semillas de uva, aunque estos quizás sean un poco más difíciles de encontrar.
Luego es el turno de considerar las plantas que se prestarán a la maceración. Es esencial seleccionar aquellas que puedan liberar sus activos en el aceite (ya sean frescas o secas). Siguiendo los ejemplos anteriores, puede utilizar flores de caléndula, capullos y flores de hipérico, flores de árnica…
Otro importante “primo” de los aceites vegetales: las mantecas vegetales. Estas se obtienen de la misma manera que los aceites, con la diferencia de que son sólidas a temperatura ambiente (debido a sus lípidos).
Seguramente conoce la manteca de cacao -una de las más famosas junto a la de karité- pero ¿sabía que es el resultado de la presión de los granos (parecidos a las almendras) que se encuentran en las habas de cacao?
Las mantecas se convierten en aceite vegetal cuando se calientan. Por ello, aplicadas a la piel mediante fricción también se funden y penetran en la epidermis.
El método de extracción de las mantecas vegetales es bastante similar al de los aceites. Los granos se trituran por presión y luego se trabaja la pasta obtenida (a veces con agua) para recuperar las sustancias grasas que constituyen la manteca.
También puede hacerse una extracción con solventes. Estos se utilizan, después de presionar las semillas oleaginosas, para hacer reaccionar las materias grasas durante el calentamiento, facilitando así la separación del solvente y la grasa que constituirá la manteca.
Al igual que los aceites, las mantecas vegetales también poseen muchas propiedades. Las mantecas que resultan de una primera presión en frío, sin refinar, se describen como “crudas” y conservan prácticamente todas las propiedades de la planta. Sin embargo, su olor suele ser fuerte y hay a quien no le gusta, además de que su consistencia no siempre es homogénea.
Las llamadas mantecas “refinadas”, en cambio, son filtradas o “limpiadas a presión” con vapor después de la extracción. Este tratamiento proporciona un producto incoloro e inodoro muchas veces preferido por la industria cosmética. Sin embargo, estas mantecas son menos ricas en principios activos.
Por ello, le recomiendo que para sus recetas y tratamientos elija mantecas “bio” crudas sin refinar. Si realmente no le complacen y opta por una manteca refinada, asegúrese en cualquier caso de que está certificada como orgánica. Esto le garantizará que no ha sido sujeta a una técnica de refinación demasiado dañina.
Otro proceso en torno a los aceites vegetales es el enfleurage, un método que consiste en esparcir, en un aceite o grasa neutros, las flores aromáticas de una planta (como el jazmín, las violetas, la vainilla…) para capturar su esencia.
Esta técnica ancestral se ha usado tradicionalmente en la industria del perfume para obtener la base en las composiciones del perfume, aunque hoy en día la extracción de esencias se lleva a cabo con procesos más eficientes y menos costosos.
Ahora que conoce estos productos totalmente naturales tan próximos a los aceites vegetales, ¡ya no tiene excusas para seguir usando aceites y cremas plagadas de químicos!
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Muy interesante todo, gracias.