Muchas personas apuestan por la miel, la jalea real y el propóleo en invierno pero, con la llegada del calor, dejan de tomarlos.
De entrada esto ya es un error, pues los productos de la colmena también pueden hacer mucho por nuestra salud en verano. Pero además este año, con la pandemia por coronavirus aún presente, eso es algo que no debería ni plantearse.
De hecho, si todavía no lo hace debería empezar ya a tomar propóleo a diario. Ahora verá por qué.
Cada año una colmena puede producir de 100 a 300 g de propóleo (también denominado “própolis”), lo cual es al mismo tiempo mucha y muy poca cantidad, según cómo se mire.
Se trata de un tesoro de extraordinario valor para la salud.
Concretamente actúa como un antiinfeccioso de muy amplio espectro, pero sobre esto volveremos un poco más adelante. Antes de nada, para entender cómo funciona, es necesario saber un poco más acerca de dónde proviene.
Inicialmente se forma a base de sustancias resinosas presentes en las plantas. En concreto procede de la corteza de coníferas como pinos, abetos o de brotes de diferentes árboles (sauces, abedules, ciruelos, fresnos, robles, olmos, castaños, algunos alisos y, sobre todo, álamos).
Las abejas cosechan esas sustancias, las amasan y las mezclan con su saliva. De ello obtienen un “jugo” que se adhiere al vello de sus patas traseras, lo cual les permite transportarlo hasta la colmena.
Una vez en ella, combinan el própolis con cera para crear una capa aislante que sirve para proteger la propia colmena y todo su contenido de las infecciones microbianas.
Es decir, que el propóleo genera una asepsia casi total en la colmena, con lo que deja de haber bacterias, virus o parásitos que puedan ponerla en peligro.
Y no solo eso. También sirve para:
Es por ello que las abejas recubren absolutamente todos los elementos de la colmena con este jugo, sobre todo las cavidades en las que se depositan los huevos.
Y es también por ello que, cuando faltan árboles productores de propóleo en el entorno, las abejas no pueden proteger su hábitat y se vuelven más propensas a las enfermedades.
En total está formado por más de 300 componentes diferentes. No obstante, esencialmente es:
Como le avanzaba antes, el propóleo es uno de los antibacterianos más potentes de la Naturaleza.
De hecho, durante mucho tiempo se ha utilizado para tratar la tuberculosis, causada por el bacilo de Koch o Mycobacterium tuberculosis.
Pero también es eficaz contra los virus, lo que lo convierte en un remedio típico frente a las afecciones estacionales (como por ejemplo la gripe) y los herpes.
Asimismo, es un antifúngico muy eficaz contra la Candida albicans, responsable de muchas infecciones por hongos (aquí le dejo un poco más de información sobre ella y cómo tratarla). Incluso ciertos parásitos como las tenias pueden verse mermados por el efecto del propóleo.
Y encima es una solución que, gracias a su amplio espectro de acción y a su composición tan diversa, no favorece la resistencia microbiana al efecto antibiótico.
Ya por último, aunque no menos importante: el própolis no solo combate el agente infeccioso, sino que también ayuda a las propias células del cuerpo a realizar su trabajo de defensa.
Es decir, que nuestro propio sistema inmunitario se fortalece gracias a él.
Dadas las numerosas e importantes cualidades que acabamos de ver, no es de extrañar que este producto de la colmena esté indicado para aliviar numerosísimas afecciones.
Empezando por todos los problemas que afectan al tracto respiratorio y la esfera otorrinolaringológica (ORL): rinitis, laringitis, faringitis, sinusitis, nasofaringitis… Pero también otras dolencias graves como por ejemplo las otitis externas.
En cualquier caso, es importante apostar por propóleo puro sin maltodextrina. Y, eso sí, si se sufre alguna de estas patologías y no remite con el tratamiento, consulte con su médico; pueden agravarse fácilmente.
Tener la boca limpia es absolutamente esencial para la salud. Desde un punto de vista digestivo, esto puede evitar la circulación de bacterias malas en el intestino y los muchos inconvenientes que estas acarrean.
Pero por supuesto también evita la proliferación de microbios dañinos en la cavidad oral, que a su vez también pueden ser origen de múltiples problemas (por ejemplo periodontitis).
Para combatirla, usar una pasta de dientes con própolis a la que de vez en cuando se le añade una gota de agua oxigenada bien disuelta tendrá un poderoso efecto desinfectante sobre la boca.
Eso sí, esta solución no conviene a quien tiene los dientes demasiado frágiles o deteriorados y, por lo general, no está de más pedir consejo a un especialista o a un experto en salud natural antes de comenzar a utilizarla.
Aún hay más indicaciones para el propóleo.
En primer lugar, también resulta útil frente a la cistitis y las infecciones del tracto urinario o urogenital. Y de igual modo suele recomendarse en caso de ciertos trastornos digestivos, como por ejemplo úlceras estomacales y gastroenteritis.
A ello se suman sus indicaciones dermatológicas, lo que en cualquier caso no escapa a la lógica de su arsenal antimicrobiano. De hecho, el propóleo es un gran aliado para ayudar a sanar y limpiar la piel en caso de heridas, abscesos, forúnculos, supuraciones, grietas y otros trastornos que martirizan la piel, así como de quemaduras o de verrugas.
Ya por último, podría tener efectos beneficiosos sobre ciertos tumores, tal y como habrían demostrado varios estudios realizados en animales. Ahora bien, es necesaria más investigación al respecto y, como es lógico, abordar con un médico la posibilidad de añadirlo como tratamiento natural complementario según cada caso.
Hay que tener en cuenta que existen múltiples formas de propóleo y que unas funcionan mejor que otras, dependiendo de la dolencia.
En forma de aerosol o de solución hidroalcohólica, por ejemplo, resulta útil y cómodo para tratar los problemas de piel.
Otros formatos comunes y que suelen recomendarse para tratamiento oral son en polvo, en tabletas o grageas, en bálsamo, en macerado oleoso…
Y otro aspecto importante: dependiendo de la región del mundo de la que proceda, el propóleo será más o menos activo.
Así, el propóleo verde latinoamericano, por ejemplo, tiene una buena reputación, aunque como siempre resulta mucho más sostenible consumir variedades locales (elaboradas cerca de donde vive) y de producción ecológica…
Y no olvide lo que le dije al comienzo: no deje de consumirlo, ni siquiera en verano (y mucho menos este). ¡Su salud inmunitaria necesita toda la ayuda posible!
¡A su salud!
P.D.: Otro de los productos de la colmena por excelencia es la miel. Pero también en ella hay que fijarse muy bien en la procedencia y saber qué es lo que esconde en realidad su etiqueta. Aquí puede descubrirlo.
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