¡Una auténtica carnicería! Siete cadáveres ya fríos fueron encontrados bajo los árboles del huerto y entre los puerros. Uno de ellos incluso había sido decapitado.
Ni un solo superviviente. Y el culpable sigue suelto.
La investigación está estancada. La policía dijo que no haría declaraciones, aunque sí llamó a los ciudadanos a mantener la calma para evitar cualquier malentendido.
Según los agentes, en ausencia de indicios claros es imposible conocer el móvil del agresor. Sin embargo, la hipótesis terrorista ya ha sido descartada.
Los vecinos han querido expresar su solidaridad organizando una “marcha blanca”. “No podemos hacerles regresar, pero lo importante es sacar una lección de esta tragedia”, dijo un vecino que desea permanecer en el anonimato. “Hay que actuar para que esto no vuelva a producirse jamás”.
Por su parte, el alcalde ha lamentado que “toda esta sangre vertida da muy mala imagen a nuestra ciudad”. “La gente debe saber que no es representativo de nuestro municipio”, ha continuado, “habitualmente apacible y sin antecedentes en incidentes de este tipo”.
A pesar de todo, la familia Dupuis continúa muy afectada por el brutal asesinato de Nicole, Jacquotte, Mariquita, Rosalía, Bergamota, Cereza y, sobre todo, de nuestro querido Elvis, el rey del gallinero.
Obituario: Elvis, gallo de raza New Hampshire, fue brutalmente asesinado la noche del 28 de enero de 2017 junto a seis gallinas de la familia Dupuis.
No pretendo interferir en las investigaciones ni estigmatizar a nadie, pero creo que la identidad del culpable está prácticamente fuera de toda duda. Por varios motivos:
Este cúmulo de indicios me ha llevado a sospechar del individuo que le presento a continuación, aunque me reservo su identidad cumpliendo con el principio de presunción de inocencia.
Voy a ponerme serio para abordar aquello de lo que realmente hoy quiero hablarle: ¿cómo de cruel puede llegar a ser la naturaleza? ¿Matan los animales por placer?
A menudo escuchamos que el hombre es el único animal que mata por placer, así como que los animales sólo matan aquello que se van a comer.
Sin embargo, parece que esta regla cuenta con lamentables excepciones.
El biólogo holandés Hans Kruuk ha acuñado el término “surplus killing” (el cual significa “matar en exceso”) o “síndrome del gallinero” para designar el comportamiento extendido entre los depredadores, que matan muchos más animales de los que pueden comer.
Encontramos ese comportamiento entre osos, leones, leopardos, lobos, zorros, hienas, tejones, perros y gatos, pero también en una gran cantidad de pequeños animales, como por ejemplo los ácaros o el zooplancton.
Se sabe que este fenómeno se produce, pero por supuesto muy pocas veces se tiene la oportunidad de medir la frecuencia real con la que tiene lugar en plena naturaleza salvaje.
Sin embargo, a veces sí se consigue:
Pero no hay por qué ir tan lejos. Cualquier persona que tenga un gato en casa conoce su gusto por matar sin razón aparente, simplemente por jugar o “responder a sus instintos”.
A los gatos domésticos les encanta atrapar pájaros, lagartos, ranas y ratones de campo, incluso los más grandes. Un estudio llevado a cabo en Estados Unidos ha calculado que un gato doméstico que anda habitualmente en libertad por el exterior caza una presa cada 17 horas. Sin embargo, a casa sólo se llevan la cuarta parte de esas presas.
Es decir, en ese país los gatos domésticos matan más de 4 billones de animales al año, de los cuales 500 millones son pájaros. De acuerdo con el doctor George Fenwick, presidente de la asociación de protección de los pájaros American Bird Conservancy, “los gatos son una de las causas que explica el declive de un tercio de las especies de pájaros en América”. (6)
Por su parte, el zorro sólo come entre 300 y 600 g de alimento al día. Por lo tanto, no tiene que matar a todas las gallinas de un corral para comer. Teniendo en cuenta que mis gallinas pesaban cada una casi 2 kg, ¡una sola le sería suficiente para toda una semana!
Los expertos aseguran que el zorro mata tantos animales para adquirir una “valiosa experiencia de caza”. Es decir, así es como se entrena. ¡La pena es que no pueda entrenar con figuritas de gallinas de barro!
Lo olvidamos rápidamente, tan pronto como empezamos a criar nuestros propios animales o a cultivar nuestras propias frutas y verduras, pero la naturaleza es cruel.
Muy a menudo las imágenes idílicas de eso que nosotros llamamos “naturaleza” se corresponden con paisajes floridos y arbolados tras los que hay un gran trabajo del ser humano.
Nuestros campos, radiantes bajo el sol, con sus prados demarcados con frondosa vegetación, sus arroyos bien definidos y sus rebaños pastando son el trabajo de cientos de generaciones de campesinos que han rozado, allanado, trabajado, cultivado, regado y abonado la tierra durante siglos.
Nuestros bosques, por ejemplo, son bonitos mientras permanecen cuidados; cuando los ejemplares más bellos están bien tratados y su majestuosidad se destaca.
En definitiva, la vida en el entorno natural es más dura y menos amable de lo que se piensa. Los cultivos no crecen solos, y los animales domésticos tampoco se alimentan del aire. Mantener un pequeño huerto o un corral con unas cuantas gallinas exige una dedicación constante que sólo los que alguna vez los han tenido conocen.
Y, además, siempre se corre el riesgo de que un contratiempo procedente de la propia naturaleza eche por tierra el trabajo de varios meses, ya sea la aparición de un zorro en mitad de la noche, las consecuencias de unas fuertes lluvias o un temporal o el ataque de ciertas bacterias, virus y parásitos a nuestros cultivos.
Pero eso mismo es, sin embargo, lo verdaderamente hermoso de vivir en un mayor contacto con el entorno natural. Trabajar y esforzarse por las pequeñas cosas, aprendiendo a valorar lo que la naturaleza nos ofrece y conociéndola a fondo, tanto en su bondad como en su crueldad.
Así que yo voy a reconstruir mi cerca para las gallinas. Esta vez la reforzaré todavía más y la haré más profunda. También la ampliaré por la parte superior. Y doblaré la alambrada electrificada.
Después iré a comprar otras gallinas y un nuevo gallo. Pero pasarán varias semanas antes de que pueda comer huevos caseros de nuevo, y de que se ponga en marcha una nidada de pollitos que asegure la sucesión generacional.
Hasta entonces, me toca volver a la realidad. Volveré a comprar mis huevos ecológicos en la tienda del barrio mientras espero a que mis gallinas empiecen de nuevo a poner… ¡y confiando en que el asesino no vuelva a aparecer!
Fuentes:
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DEP sus seres animales queridos. Tuvieron una buena vida.
Espero que no sufrieran mucho en esa transición a la muerte.
¡Dichosa zorra!
Lo siento muchísimo. Sé lo que se quiere a los animales que comparten nuestra vida y el terrible disgusto que representa su muerte. Pero sigo pensando que la especie humana es muchísimo peor y más cruel que cualquier animal. No hay comparación.
Todos los textos que recibo de vosotros me parecen excelentes. Y este tiene además el encanto de la originalidad. Y ayuda a reflexionar acerca del mundo natural, de un entorno que muchas veces idealizamos y no observamos o valoramos con la suficiente perspicacia. Gracias por vuestro trabajo, que valoro muchísimo.
Lamento mucho la muerte de las gallinas y el gallo……Cuando hemos trabajado tanto para algo, con la intención de hacer bien para todos, da rabia ver que todo se puede destruir en minutos por pura crueldad. No sabía que los animales también matan «por gusto» por decirlo de alguna manera. Gracias por la información, como siempre muy interesante.
Yo he leído que los animales no matan por gusto, y que lo que hacen estos animales, como el lobo por ejemplo, es por herencia del pasado, en que vivían en sitios muy fríos, y cuando veían una manada de animales los mataban a todos, y como hacía tanto frío se conservaban bien durante mucho tiempo, de modo que el lobo tenía comida para muchos días sin necesidad de volver a cazar.
Estoy totalmente de acuerdo con usted. Nos olvidamos de lo cruel y dura que puede ser la naturaleza y tratamos a nuestros animales de compañía como si fuesen peluches pero eso no es verdad. A veces los perros y los gatos tienen reacciones que no comprendemos, pero que obedecen totalmente a su instinto natural. Pensamos que ellos son felices en nuestra compañía, pero es lo que nosotros imaginamos. Tal vez preferirían vivir en su ambiente natural.
Siento muchísimo lo de sus gallinas y espero que pronto vuelva a recuperar la paz en su gallinero, pero no se confíe. El zorro volverá.
Saludos