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Nos vamos de caza

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Ha llegado la primavera… y con ella también se ha abierto la veda de caza de babosas en el jardín.

Cada uno tiene su propia estrategia para contener la invasión. Sin embargo, yo no combato a las babosas, sino que las como en mis ensaladas. ¡Y están deliciosas…!

Por supuesto, estoy bromeando.

Como todos los jardineros aficionados, también soy víctima de este viscoso problema y debo combatirlo día a día.

Este año en mi pequeño huerto las babosas ya han atacado mis plantones de col, y mis lechugas y mis rábanos también han sido destrozados.

Acostumbro a decir que hay que amar a los animales, aceptarlos y compartir con ellos nuestra tierra. Y también que las babosas tienen su utilidad para los pájaros y los erizos, así como que ocupan un lugar legítimo en nuestro ecosistema.

Pero no me divierte ver cómo estos bichos insaciables engullen horas y horas de mi trabajo y de mis esfuerzos por conseguir ricas verduras, verdes, tiernas y bien grandes.

Ni siquiera son inteligentes como para esperar un poco. Si aguardasen pacientemente unas semanas ¡habría suficientes para todos! Pero no, ellas prefieren devorarlas ya, a pesar de que todavía son embrionarias. Y estoy seguro de que ni siquiera se sacian, ya que atacan decenas de kilos de verduras y hortalizas nuevas, pero apenas van más allá de su superficie.

Pero ya que no dejo de alardear de los méritos y beneficios para la salud de la alimentación ecológica (y de que realmente vale la pena cultivar uno mismo), y ya que siempre he considerado la jardinería y el cultivo como un ejercicio excelente tanto para el cuerpo como para la mente, debería dejar de quejarme tanto y empezar a hablarle de mis soluciones contra las babosas.

Los gránulos azules

Los gránulos antibabosas (de metaldehído), conocidos por todos los jardineros, son realmente eficaces.

Además, estos gránulos son seguros, según nos explican los fabricantes. Las plantas son incapaces de absorberlos, por lo que no encontrará la mínima traza de ellos en sus verduras.

Y es cierto.

Pero el problema del que nadie habla es que las babosas que ingieren dichos gránulos mueren envenenadas. Por consiguiente, si un pájaro, rana o erizo se encuentra una de esas babosas envenenadas y se la come… también muere envenenado.

Si usted encuentra cerca de su domicilio alguno de estos animales muerto “inexplicablemente”, pregúntese si no habrá comido una de esas babosas muertas a su vez a causa de los “inofensivos” gránulos de metaldehído.

Además, puede llegar a desencadenar un verdadero círculo vicioso: cuantos más gránulos azules esparza en su jardín, más animales que se alimentan de babosas matará.

Y mientras tanto, más y más se multiplicarán las babosas, sin depredador a la vista (y créame si le digo que estos bichos practican el amor libre, ¡y en alta intensidad!).

Así es como se originarán varias de las terribles plagas que seguro se producirán en las próximas semanas en determinados lugares en los que los gránulos azules, por sí solos, ya no bastan.

Mis soluciones naturales

No voy a decirle que las soluciones naturales son aún más eficaces que los gránulos azules. No es cierto.

Las astillas de madera y la ceniza funcionan mal. Las babosas se sirven de las primeras como abrigo y acuden a ellas a reposar tras cada festín, después de lo cual ¡regresan todavía con más ánimo a destrozar cualquier cosa que todavía quede entera por la huerta!

Respecto a la ceniza, el problema es que su efecto desaparece por completo cuando llueve. Y con las cáscaras de huevo, otra de las soluciones más conocidas, lo que ocurre es que hace falta una enorme cantidad para cubrir una buena superficie.

Encuentro Artrosis

Finalmente, la cerveza tampoco funciona bien, y el cobre, que se supone que tiene que dar una descarga eléctrica a la babosa nada más entrar en contacto con su baba, es un mito (personalmente nunca he visto que surta el mínimo efecto).

La solución más lógica, sobre todo cuando llueve de noche, es levantarse por las mañanas a las 6:30 horas y apartar las babosas a mano, meterlas en un frasco y volver a liberarlas unos pocos kilómetros más allá.

Pero es un trabajo titánico.

Por eso yo les pido ayuda a mis hijos, ya que ellos se divierten como si estuviesen recogiendo huevos de Pascua.

Pero puedo entender que algunos se desesperen ante este panorama, ya que en ocasiones hablamos de cientos de babosas (sobre cada planta, cada hoja…).

Lo mejor es hacer todo cuanto se pueda, pero siendo consciente de que siempre se nos quedará alguna atrás (¡y probablemente sea la más voraz de todas!). Hay que resignarse, y es que además al día siguiente la historia volverá a comenzar otra vez.

Las babosas aparecen casi por generación espontánea; salen del suelo como las verdades de la boca de los niños, a una velocidad frenética.

Quizá usted, amigo lector, tenga la solución… ¿Haría el favor de compartirlo con todos más abajo, en comentarios?

Personalmente, yo también he probado a dejar entrar a mis gallinas al huerto, pero éstas empezaron a picotear mis plántulas y a rascar la tierra… hasta el punto que comencé a preguntarme si era peor el remedio que la enfermedad.

Alguien me recomendó que probase con un pato, que es más tranquilo. Pero me pregunto si realmente, con ese pico tan grueso, va a poder atrapar las babosas que se encuentran bajo las hojas de mis lechugas y que malamente yo soy capaz de coger con mis propios dedos…

Cómo utilizar sin riesgo los gránulos azules

Queda todavía una solución intermedia: los gránulos azules (metaldehído) pero dentro de una botella de plástico cerrada y con algunos agujeros en la base. Las babosas entran y mueren en el interior, sin riesgo de envenenar a ningún animal.

Usted sólo tendrá que acordarse de tirar la botella al contenedor para que pueda ser destruida lo antes posible.

No obstante, existen otro tipo de gránulos autorizados por la agricultura biológica y elaborados con fosfato férrico.

Los belgas, por su parte, han inventado una solución “biológica”: un gusano parásito que se vende ¡en polvo!

Se trata de gusanos tipo Phasmarhabditis hermaphrodita que antes de nada hay que diluir en agua. Después, éstos parasitan las babosas. Es decir, el parásito termina parasitado.

Esta es la solución que prudentemente voy a probar ahora en mi huerto, y ya le diré qué tal ha ido dentro de unas cuantas semanas.

Sin embargo le invito a que cuente su experiencia y comparta con el resto de lectores sus mejores trucos para librarse de este viscoso problema en el jardín. Puede hacerlo dejando sus comentarios un poco más abajo.


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