¿Cuál es el verdadero peligro para la salud de los pellets? ¿Es seguro comer pescados de las costas del norte? ¿Y qué pasará en el futuro? Analizamos todas las dudas que han surgido con la crisis de los pellets.
Pellets. En los últimos días este término ha pasado de ser casi un desconocido a una palabra que no falta en ninguna conversación.
Y no es para menos, dado el desastre ecológico que está teniendo lugar en las costas del norte, del que todavía no se sabe cuándo acabará ni qué consecuencias tendrá para nuestra salud.
Aunque con respecto a esto último, ya le adelantamos que solo podemos esperar malas noticias.
Por ello, y viendo que en muchos medios no se está tratando este problema con la rigurosidad que requiere, es hora de poner los puntos sobre las íes en materia de pellets.
Pellet es el término que se emplea en la industria para referirse a unos pequeños gránulos, de unos 5 mm de diámetro, que sirven de materia prima en la fabricación de diversos productos plásticos.
Este tamaño tan pequeño permite controlar mejor la cantidad de plástico que se necesita para fabricar envases o juguetes, entre una gran variedad de elementos de uso cotidiano.
Y otra ventaja de ese reducido tamaño es que resulta más sencillo (y barato) de transportar. Por ejemplo, en grandes contenedores de barcos, como el que hace unas semanas dejó caer al mar Cantábrico 26 toneladas de pellets.
Desgraciadamente, lo ocurrido solo ha sido un caso más. En 2021 se vivió un desastre similar en la costa de Sri Lanka cuando se incendió un carguero que transportaba 1.680 toneladas de pellets.
¡Y esto es solo la punta del iceberg!
Por tanto, lo que está ocurriendo en las costas españolas no es más que otro ejemplo del poco respeto que parece haber por nuestros mares y océanos, cuya seguridad y preservación pocas veces se tiene en cuenta. Sobre todo, por parte de ciertas industrias.
Volviendo a los pellets, la pregunta que todos se hacen, sobre todo tras las contradictorias declaraciones que se han escuchado desde que comenzó la crisis, es: ¿hasta qué punto son peligrosas?
“Los pellets no son peligrosos e incluso son aptos para el consumo humano”. (2)
Estas fueron algunas de las afirmaciones que pudieron leerse en el primer informe sobre el vertido de pellets elaborado por la Xunta de Galicia. Con ellas se intentaba tranquilizar al consumidor asegurando que, dado que los pellets se emplean para elaborar envases de alimentos, es de suponer que han pasado por rigurosos controles de seguridad que confirmen su inocuidad.
Sin embargo, esta es solo la teoría, como enseguida verá.
De hecho, debido a las críticas que recibió ese primer informe, de apenas una página y muy poca rigurosidad, se ha realizado un segundo informe donde, ya sí, se habla de riesgos para la salud.
En él se indica que los pellets no deben inhalarse, además de que se debe evitar el contacto con piel, ojos y ropa, ya que contienen una sustancia tóxica: el pentaerythritol tetrakis.
Ahora bien, estas precauciones de nada sirven si pensamos que ahora mismo millones de esas bolitas están en contacto directo con los peces, por lo que pueden acabar ingiriéndolas. Y si después esos peces son pescados, antes de que hayan podido expulsar los plásticos de su cuerpo, al final acabarán dentro de nuestro propio organismo.
Y, ojo, porque este riesgo también se aplica a otros materiales plásticos con los que pueden haberse elaborado esos pellets. Y muchos de ellos contienen sustancias químicas tóxicas como ftalatos, metales pesados, retardantes de llama bromados, bisfenol A… (3)
De estas sustancias apenas se está hablando, y eso que entre ellas se encuentra uno de los grandes enemigos de nuestra salud, el bisfenol A. Ampliamente reconocido como disruptor endocrino, se trata de un químico que imita la acción de las hormonas del organismo, lo que afecta al sistema inmunitario, reproductivo y metabólico, además de que aumenta el riesgo de cáncer hormonodependiente.
Aunque aquí no acaban los problemas, ni mucho menos.
Y es que, incluso en el caso de que los pellets vertidos estuvieran formados por compuestos libres de riesgos para la salud, no hay que olvidar el peligro de los microplásticos y las nanopartículas.
De hecho, ese es el gran riesgo para la salud de los plásticos.
Porque ahora mismo todos los esfuerzos se están centrando en recoger los millones de pellets que ya han llegado a las costas españolas, además de los que continúan flotando en el agua. Un trabajo titánico, dado el pequeño tamaño de las bolitas y su color casi transparente.
Pero, ¿cómo evitar que esas bolitas se degraden y dejen escapar micropartículas (µm, equivalente a 0.001 mm) y nanopartículas (nm, que equivalen a 0.000001 mm)? Efectivamente, es imposible.
Como consecuencia, miles de peces acabarán ingiriendo esos plásticos microscópicos y sufrirán intoxicaciones, cambios de comportamiento e incluso alteraciones genéticas. Y es que, debido a ese tamaño tan reducido, las partículas pueden atravesar la barrera intestinal, llegar al torrente sanguíneo y acabar en el interior de las células, causando verdaderos estragos.
Y da igual si las ingerimos nosotros o si ya se encontraban dentro del pescado que luego nos comemos, el resultado sería el mismo. De hecho, la investigación científica no deja de alertar de la cantidad de microplásticos encontrados en órganos humanos, incluida la placenta, desde donde también puede llegar al feto.
Además, está el riesgo añadido de su acumulación, ya que el organismo no puede eliminar muchas de esas sustancias, lo que deriva en innumerables problemas de salud. Al principio solo se asociaba a trastornos metabólicos, pero hoy se sabe que también conllevan problemas renales, retrasos en el crecimiento, alteraciones genéticas y fallos en el sistema inmunitario.
El caso de los pellets en las costas del Cantábrico es solo un ejemplo más del poco respeto que se tiene por el mar. A diario miles de litros de sustancias contaminantes acaban en el agua por culpa de sistemas de depuración defectuosos, cuando no son empresas de dudosa ética las que los vierten directamente al mar.
Y a ello hay que sumar los restos de fármacos que, a través de las heces y orina, acaban en las aguas para consumo humano, como puede leer aquí.
Por tanto, se trata de un panorama muy desalentador que lleva años denunciándose. Por ello, por el bien de su salud, no debe esperar a que las autoridades sanitarias ofrezcan una solución.
Ni con la actual crisis de los pellets ni con futuras catástrofes ecológicas.
Incluso en el caso de que se impongan medidas más restrictivas contra esos vertidos tóxicos, o en relación al transporte de pellets, debe proteger su organismo de las dañinas sustancias que ya están en nuestros mares.
¿Cómo? Apostando por estrategias naturales que ayuden a mitigar la toxicidad de esos plásticos.
Por ejemplo, el alga chlorella es conocida por su capacidad para adherirse a las sustancias químicas que acaban en el organismo, evitando su acumulación. Y, lo que es mejor, también contribuye a su evacuación.
Su eficacia es tal, que suele formar parte de los programas de detoxificación que se recomienda hacer varias veces al año.
Eso sí, a la hora de elegir un suplemento de chlorella, debe confirmar que es de calidad y que ofrece la máxima biodisponibilidad. Por ello, si no conoce ningún complemento, le recomendamos Chlorella, de laboratorios Super Smart. Para mayor comodidad, cuando pinche en el enlace será dirigido a la página de compra, donde ya tendrá incluido el complemento en su carrito.
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El barco se hundió en el Atlántico. De hecho, fue en estas costas donde aparecieron los primeros pellets. 😉