1 de cada 5 muertes, lo que equivale a 11 millones de fallecidos al año en todo el mundo, son consecuencia de una alimentación inadecuada. Esta es la terrible conclusión a la que se ha llegado con el estudio Global Burden of Disease, tras analizar los hábitos de consumo de 195 países entre los años 1990 y 2017(1).
El objetivo era comprobar el impacto sobre la salud (y la mortalidad) de la alimentación en base al consumo de 15 “elementos dietéticos”: frutas, vegetales, legumbres, granos, fibra, frutos secos, semillas, calcio, ácidos grasos omega 3, grasas poliinsaturadas, carne roja y procesada, bebidas azucaradas, grasas trans y sodio.
Según los resultados en ninguno de los 195 países estudiados se consumen estos alimentos en las cantidades adecuadas. Se observa así un déficit en la ingesta de frutos secos o de granos enteros (solo se consume el 12% de lo recomendado), así como un exceso de bebidas azucaradas (10 veces más de lo necesario), de carne procesada y de alimentos que contienen sodio (un 86% más de lo aconsejable). Estos datos señalan, según los expertos, la mala alimentación como el principal factor de riesgo de fallecimiento.
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