Aunque sorprenda, que tantas veces nos pasemos de la raya comiendo tiene una explicación científica. Y el clásico “¿por qué no adelgazo?”, también.
Por lo general, a las personas nos encanta comer. Y esto tiene una explicación que está inscrita en lo más profundo de nuestra genética, de nuestro ADN.
Es ni más ni menos que un mecanismo de supervivencia.
Y es que nuestra fisiología está diseñada para comer, tal y como recogen la Dra. Marta Garautel y el presidente de la Real Academia de Gastronomía, Rafael Ansón, en su libro conjunto Simplicity (Ed. Cúpula, 2022).
De hecho, de todos los neuropéptidos -uniones de aminoácidos- que atesoramos en el cerebro, responsables de cada una de nuestras acciones diarias, 200 inducen a comer, mientras que solo 20 están destinados a desactivar la alerta del hambre una vez estamos saciados.
Y aún hay más: resulta que el neuropéptido Y (NPY), el más abundante de todos dentro del organismo, es uno de los principales responsables de nuestro apetito.
Efectivamente. Uno de los más importantes compuestos neurológicos que encontramos en la central de operaciones de nuestro cuerpo, el cerebro, está directamente vinculado a la comida y al apetito.
Que nosotros sepamos, solo hay una forma realmente fisiológica de hacer desaparecer al hambre, y hablaré de ella al final de este e-mail.
Pero antes es importante hacer un repaso a las demás dimensiones de esta sensación fisiológica. Y es que son necesarias para entender por qué comemos más de lo que deberíamos y por qué esto es tan malo para la salud.
El problema de comer más de la cuenta no solo importa cuando la alimentación es de mala calidad o terminamos padeciendo sobrepeso u obesidad.
Se ha demostrado científicamente que comer menos se vincula con una mayor longevidad (y con un mejor estado de salud), tal y como lo demuestran las poblaciones centenarias más estudiadas del mundo.
Entre ellas destaca la de Okinawa, en Japón.
De esta isla del pacífico norte cada vez más gente copia los preceptos básicos de un estilo de vida garante de una longevidad excepcional, que en su idioma recibe el nombre de Hara Hachi Bu.
Los ingredientes en realidad no son nada fuera de lo común: dieta sana, actividad física regular y un bajo nivel de estrés (apoyado en la meditación y en las fuertes creencias espirituales).
Pero sobre todo destaca la idea de que hay que dejar de comer antes de estar completamente saciados.
De hecho, Hara Hachi Bu significa literalmente “estómago en ocho partes”. Es decir, que implica que hay que llenar el estómago en cada comida solo hasta el 80%.
Pero ojo porque tampoco hace falta viajar a tierras lejanas para encontrar sabiduría popular que avala esta receta.
Nuestro propio refranero lo recoge con creces:
El problema es que el hambre no solo cubre una necesidad energética. La comida nos sacia también emocionalmente, y esto tiene de nuevo una explicación directamente ligada a nuestra genética.
Resulta que el alimento es tan importante para nuestra supervivencia que el cerebro ha “ideado” un sistema de respuesta de recompensa y placer para asegurarse de que queramos comer, que nunca dejemos de hacerlo.
Esto es lo que explica que sean tan comunes los problemas vinculados al hambre emocional y las compulsiones alimentarias, que hacen comer en exceso y la mayoría de las veces alimentos de lo más perjudiciales (tanto que, de hecho, en la mayoría de los casos el problema termina en auténticos trastornos alimentarios y en obesidad).
Efectivamente, el cuerpo pide comer y lanza mensajes de placer cada vez que le ofrecemos un delicioso bocado. ¡Nuestras hormonas de la felicidad se van de fiesta cada vez que nos sentamos a la mesa!
¿Ve lo absurdo que supone pensar que, en caso de dieta, por ejemplo, podemos burlar el hambre sin más, hacerla desaparecer de un plumazo?
¡Va en contra de nuestra propia naturaleza!
El apetito es una señal de alerta con la que el organismo nos avisa de que busca sobrevivir a toda costa y que hará lo que sea necesario para lograrlo.
No en vano también es una de las primeras y más positivas señales de recuperación en una persona enferma.
Ahora bien, a pesar de lo dicho, como le avanzaba antes sí hay una forma orgánica de hacer que el hambre desaparezca (y sin sufrir, pese a lo que pueda parecer).
Es, además, la fórmula que muchos médicos integrativos coinciden como la única estrategia capaz de hacernos adelgazar a largo plazo.
¡Y además es una forma fantástica de optimizar la salud!
¿Ya sabe de qué se trata? Es muy posible que sí: hablamos, claro está, del ayuno intermitente.
Es decir, que para vencer al hambre y adelgazar definitivamente, la solución pasa por… ¡no comer! Eso sí: durante un tiempo pautado y siguiendo una estrategia muy precisa.
Y es que el ayuno es mucho más que la privación de la comida durante unas horas (de hecho, ante cualquier problema de salud se recomienda contar con el seguimiento de un profesional, para adecuar la práctica a las necesidades concretas).
¿Preparado para ayunar (con cabeza), sin pasar hambre, perder kilos y ganar salud?
Si desea saber más sobre el ayuno intermitente, los diferentes tipos que existen y cómo comenzar con todas las garantías, continúe leyendo aquí.
Esperamos que se anime a probarlo, ya que no solo dejará atrás el hambre emocional y su alimentación será más eficiente, sino que adelgazará y su cuerpo lo notará con creces. ¡Seguro!
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