Aunque todavía no sea un tratamiento generalizado, cada vez hay más evidencias científicas de que la ketamina intravenosa es efectiva para tratar el dolor agudo, ya sea como coadyuvante de los opioides o de manera independiente. Sin embargo, emplear una sustancia que hasta ahora se ha usado como psicotrópico ha planteado desde el principio dudas acerca de su posible riesgo.
Por ello, viendo que cada vez más hospitales recurren a este tratamiento para los casos de dolor agudo, pero también para hacer frente a la depresión severa o al síndrome de estrés postraumático, en Estados Unidos se han elaborado las primeras recomendaciones oficiales para el correcto uso de esta terapia emergente(1).
Se trata de una guía para médicos e instituciones en la que se indica qué pacientes pueden recibir el tratamiento de ketamina, así como las dosificaciones adecuadas en cada caso. También se especifican las personas en las que este tratamiento está contraindicado, como mujeres embarazadas, pacientes que tienen enfermedades cardiovasculares mal controladas o que sufren psicosis activa.
Pero además, conscientes de que se trata de una terapia relativamente nueva, los autores de la guía señalan la necesidad de conocer mejor las posibilidades y riesgos que implica este tratamiento a largo plazo. Sólo así podrá convertirse en una herramienta útil y eficaz para tratar y prevenir el dolor agudo, al tiempo que se combate la auténtica epidemia de opioides que afecta actualmente en Estados Unidos a los pacientes que sufren este tipo de dolencias.
Fuentes:
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