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La puchera de Riaza: la gran revolución antimalaria

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La puchera de Riaza es como se conoce al remedio para la malaria que desarrolló el boticario Frutos Sanz y Agudo, original de Riaza (Segovia). Descubra la sorprendentes historia de este remedio, considerado el primer medicamento específico de España.

La Historia de la Medicina está llena de nombres de investigadores y médicos que dedicaron su vida a curar terribles enfermedades y que recibieron justo reconocimiento por su labor. Sin embargo, muchos otros profesionales han acabado cayendo en el olvido pese a que también salvaron miles de vidas. Un claro ejemplo de esta diferencia de trato la encontramos con la malaria y la conocida como «puchera de Riaza».

El médico Alphonse Laveran recibió el premio Nobel de Medicina por sus estudios sobre los protozoos presentes en los glóbulos rojos de los enfermos de malaria. Gracias a este descubrimiento, en 1880 por primera vez se identificó a un protozoo responsable de una patología. (1)

Y lo mismo ocurrió con la investigación de Sir Ronald Ross, quien en 1898 demostró que esa enfermedad la transmitían los mosquitos, lo que también le valió el Nobel de Medicina. (2)

Sin embargo, el boticario Frutos Sanz y Agudo no recibió ningún galardón. Y eso que él también salvó a cientos de personas cuando en 1820 ideó una fórmula antimalaria que, además, marcó un antes y un después en la Historia de la Medicina española. (3)

“La puchera de Riaza”

Este fue el peculiar nombre que recibió la receta ideada por Frutos Sanz y Agudo, original de Riaza (Segovia). Y aunque se desconoce su formulación exacta, pues el secreto pasó de generación en generación hasta que tristemente fue olvidada, hoy se sabe que estaba compuesta principalmente por quinina.

No es que el boticario hubiera descubierto esta sustancia, ni mucho menos. Desde el siglo XVII ya se conocían las propiedades de este alcaloide presente en la corteza del género Cinchona, a raíz de que los jesuitas la introdujeran en Europa después de siglos empleándose en las tribus de Perú.

Sin embargo, viendo los estragos que estaban causando esas fiebres altas entre la población, el boticario segoviano quiso ir más allá e investigó por su cuenta para dar con una fórmula aún más eficaz.

Gracias a esa labor descubrió que de la variedad Cinchona calisaya (distinta de la C. officinalis, empleada en la mayoría de remedios antimalaria) se podía obtener una mayor concentración de quinina. Y, además, añadió otras sustancias para potenciar su eficacia, así como miel para alargar su vida útil.

Aunque esta fórmula específica no fue la única novedad que implantó. Si Frutos Sanz y Aguado marcó un antes y un después en la lucha contra la malaria, fue por la peculiar manera en la que repartía ese medicamento y que le valió el sobrenombre de “la puchera de Riaza”.

puchera de riaza

Y es que los comerciantes distribuían ese remedio en pucheras (ver imagen). Así, cuando llegaban cargando esas vasijas de barro a los pueblos donde la malaria estaba causando estragos, los aldeanos recibían con regocijo al producto estrella de Riaza.

Ello hizo que la demanda creciera en muy poco tiempo, disfrutando de su máximo apogeo entre los años 1860 y 1865. Aunque también hay que decir que esos comerciantes fueron en parte responsables de que la “puchera de Riaza” acabara cayendo en el desprestigio.

Encuentro Artrosis

Y es que pronto se supo que algunos adulteraban la fórmula con agua para obtener más cantidad por el mismo dinero, siendo lógicamente menos efectiva. Como consecuencia, cuando llegaron nuevos fármacos antimalaria que no estaban teñidos por la sombra del fraude se prefirieron a la fórmula secreta de Riaza.

El primer medicamento específico de España

Ahora bien, la “puchera de Riaza” también ha pasado a la historia por ser considerado el primer medicamento español con prospecto. Y es que la fórmula secreta del boticario no se distribuía en esas vasijas de barro por capricho.

En realidad, respondía a un motivo muy concreto. En cada una ya estaba diluido el remedio antimalaria en la cantidad de agua y miel necesarias para que la tomara el paciente durante el tiempo necesario. En otras palabras: cada puchera contenía la dosis necesaria para un único enfermo.

Pero eso no es todo. Junto a la vasija había un documento, escrito por el propio boticario Frutos Sanz y Aguado, en el que se explicaba la manera en que debía tomarse el remedio a lo largo de todo el día. Incluidos los alimentos que debían acompañar a la toma del fármaco y las horas concretas en que tenían que ingerirse.

Se trataba, por tanto, de un prospecto en toda regla. El primero del que se tenía constancia en la Historia de España.

Por esta razón “la puchera de Riaza” es considerada como el primer medicamento específico español, ya que se empleó para tratar una enfermedad concreta y siguiendo unas dosis y pautas de administración específicas.

Hasta entonces no se había hecho nada parecido, lo que situó al boticario Frutos Sanz y Aguado como todo un adelantado a su tiempo. Además de un gran investigador que brindó sus recursos y conocimientos para salvar a miles de personas de la terrible malaria.

Por desgracia, como tantas veces ocurre, estos logros no soportaron el paso del tiempo y hoy son pocos los que conocen al boticario de Riaza y su puchera.

Sirva este texto como merecido homenaje a su labor.

Fuentes

  1. “Biography of Alphonse Laveran”. The Nobel Foundation.
  2. “Biography of Ronald Ross”. The Nobel Foundation.
  3. “Riaza da a conocer la Historia de su Puchera, primer medicamento específico español”. Diputación de Segovia.

Imagen: Familia Álvarez Angulo. Ayuntamiento de la Villa de Riaza. Diputación de Segovia.


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