Ante un exceso de fósforo en los huesos existe una hormona, la FGF23, que tiene la función de ordenar al riñón que elimine el excedente. Sin embargo, en las personas que padecen insuficiencia renal este órgano no puede obedecer la orden dada por la hormona FGF23, que además el hueso sigue produciendo. Como consecuencia también se da una acumulación de esta hormona y esto puede acabar afectando a otros órganos, incluyendo el corazón.
De ahí la importancia de que descienda el nivel de esta hormona, que es lo que ha investigado un grupo de científicos(1). Estos llevaron a cabo un estudio clínico con 21 pacientes que estaban sometidos a diálisis. Durante 40 semanas se sometieron a un tratamiento que incluía una dieta baja en fósforo, lo que permitió reducir notablemente la hormona FGF23, minimizando así el riesgo de problemas cardíacos, entre otros.
En una dieta baja en fósforo debe limitarse el aporte de queso, leche y yogur, además de carne (sobre todo si es procesada), cereales, arroz, lentejas, judías, maíz, chocolate, nueces y semillas. A cambio, deberá darse preferencia al pollo fresco, pescado, camarones y huevos.
Fuentes:
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