Ante el aumento de los problemas de diabetes, artrosis, enfermedades cardíacas, cáncer, depresión, insomnio, demencias y enfermedades neurodegenerativas, entre otras muchas, la medicina ha reaccionado con gran cantidad de medicamentos que no hacen más que enmascarar los síntomas de las enfermedades.
Sin embargo, añadir medicamentos químicos a unos hábitos de vida que, de entrada, no le convienen a su organismo, sólo deteriorará aún más su salud.
No hay que pecar de ingenuos, pues la mayor parte de los problemas de salud no son más que reacciones naturales de adaptación del cuerpo al maltrato que le infligimos. Se trata de mensajes que nos envían los órganos y que nos gritan: “¡basta ya!”
Impedir que se expresen los órganos es abonar el terreno para que el día de mañana aparezcan problemas de salud aún más graves.
Los médicos no pueden explicarlo a día de hoy y, además, se ha estudiado muy poco este tema, ya que los presupuestos principales se destinan a investigar para encontrar nuevos medicamentos que sean rentables.
Pero yo estoy convencido de que si investigáramos en ese sentido, se demostraría muy rápido que el aumento de la tensión arterial (la hipertensión), el aumento del colesterol, la disminución de la sensibilidad a la insulina, el sobrepeso, el dolor de espalda y el de cabeza e, incluso, el insomnio y la depresión, son reacciones biológicas necesarias, una especie de bombero interior que se pone en marcha para apagar el incendio.
Pero matando al bombero no se apaga el incendio, del mismo modo que romper el termómetro no hace bajar la fiebre.
Pues bien, eso es exactamente lo que hacemos al tomar medicamentos para eliminar los síntomas de esas enfermedades.
Pongamos el colesterol como ejemplo. Si hacemos menos ejercicio físico, comemos mal y tenemos sobrepeso, tendremos más riesgos cardíacos. La tasa de colesterol aumenta. ¿Quiere esto decir que reducir la tasa de colesterol va a disminuir el riesgo cardíaco? En absoluto, eso no es lo que demuestran los estudios llevados a cabo sobre este tema.
Los tratamientos médicos, e incluso las dietas que hacen disminuir el colesterol, están hoy en día en el ojo del huracán de una intensa controversia que los fieles lectores de saludnutricionbienestar.com conocen bien (¡o al menos eso espero!). (1)
Se ha descubierto que, si las personas tienen mucho colesterol y enfermedades cardíacas, se debe a que llevan un modo de vida nocivo (excepto en los casos raros de hipercolesterolemia familiar). Pero, en tal caso, reducir tan sólo el colesterol no hace más que agravar sus problemas de salud y no reduce en absoluto la mortalidad.
Por esta razón, se puede pensar que el colesterol alto es una manera que tiene el cuerpo de protegerse contra los efectos de un estilo de vida desordenado. Lo cual tampoco significa que haya que dejar que el colesterol aumente… lo que hay que hacer es atacar las causas de raíz, es decir, regular la dieta y los hábitos.
Tenemos numerosos ejemplos de reacciones naturales de defensa del organismo que la medicina convencional combate con medicamentos: la fiebre y la inflamación en caso de infección, la tos, los estornudos, el dolor de espalda o el dolor de cabeza.
Al principio funciona, es estupendo encontrarse mágicamente bien simplemente tomando una pastilla, pero una vez ahogadas las señales que el cuerpo intenta enviar, los órganos se ponen a gritar. En este juego, la naturaleza siempre acaba ganando, puesto que hay que aumentar las dosis de medicamentos hasta que se desencadena la cascada de efectos indeseables que, en realidad, son accidentes bastante previsibles.
Y esto también podría ser así en los casos de depresión e insomnio.
Según dos investigadores estadounidenses, la depresión podría no ser una enfermedad, sino una ventaja evolutiva, es decir, una ventaja en la “lucha por la vida”. (2)
En un artículo científico muy serio publicado en Psychological Review se explica que la depresión existe en todas las civilizaciones. Las personas depresivas piensan muy a menudo y con mucha intensidad en sus problemas, y estos pensamientos, llamados “reflexiones”, son persistentes y, con frecuencia, la persona depresiva no puede pensar en otra cosa.
Ahora bien, estos pensamientos suelen ser muy analíticos, lo cual quiere decir que la persona se fija en un problema y lo analiza una y otra vez desde todos los ángulos y bajo todos los prismas. Esta manera de pensar puede ser muy eficaz para resolver problemas complejos.
Y lo mismo sucedería con el insomnio: una persona insomne suele tener, consciente o inconscientemente, una buena razón para querer mantenerse en vela. El insomnio podría ser una reacción normal del organismo para protegernos frente a un peligro que nos amenaza o ante una amenaza que se cierne sobre nuestros seres queridos. Asimismo, el insomnio nos puede proteger cuando, por ejemplo, nos despertamos porque tenemos un problema urgente que resolver o un trabajo que acabar.
El sobrepeso, la hipertensión o la afición por los alimentos que provocan diabetes también serían producto de la evolución. Así, hay personas capaces de almacenar grasa para hacer frente a hambrunas, capaces de comer mucha sal para aumentar la retención de agua y poder soportar mejor el calor y la humedad, o las hay que se sienten atraídas por alimentos azucarados y altamente calóricos. Pues todas ellas tendrían teóricamente una ventaja evolutiva sobre el resto.
Lo cierto es que estas ventajas se han convertido en desventajas en el mundo moderno, donde los alimentos hipercalóricos están en todo momento al alcance de la mano; pero esto no impide que bloquear los mecanismos psicológicos normales con medicamentos parezca una idea muy peligrosa.
Los medicamentos nos impiden comprender las señales que nuestro cuerpo nos intenta enviar desesperadamente, así que debemos saber reservarlos para las verdaderas urgencias, cuando no hay solución natural posible.
Para todo el resto de casos, intentemos escuchar a nuestro organismo y aprender.
¿Por qué una pastilla debe ser siempre la solución a las señales de alerta que nos manda nuestro cuerpo, cuando a veces basta con un cambio de hábitos? ¿No cree que se preescriben pocos remedios naturales e inocuos frente a los medicamentos químicos cargados de efectos secundarios? Le invito a compartir sus comentarios con el resto de lectores de saludnutricionbienestar.com un poco más abajo.
Fuentes:
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Me diagnosticaron colesterol en 2008, a los 52 años. Hasta entonces había llevado una vida muy sana, sin comida basura, ni congelados, ni productos envasados ni precocinados, ni latas, ni bollería, ni siquiera azúcar, pocas grasas animales, mucho pescado azul y ejercicio físico en todas las épocas de mi vida.
Sabía que posiblemente iba a heredar la hipercolesterolemia familiar que había llevado a la tumba antes de los 60 años a toda la familia por parte de mi abuela paterna.
Me recetaron estatinas y naturalmente el colesterol bajó. Tanto el bueno como el malo.
Con las pastillas llegaron los dolores musculares y la pérdida de memoria que se agravó después de una operación quirúrgica de 7 horas con mucha anestesia. Y la convalecencia no ayudó a mejorar las cosas.
Consulté a mi médico de la SS que también es, supuestamente, naturópata, quién me dijo que mis síntomas no tenían nada que ver con las estatinas y sugirió que quizá sufría fatiga crónica y debería pedir la baja laboral (!?)
Así que después de 8 meses de régimen a base únicamente de verdura y pescado al vapor y visto que el colesterol seguía igual, por mi cuenta y riesgo dejé de tomar las estatinas.
Me compré una bicicleta. Hago Tai chi 3 horas a la semana. He reducido el estrés dejando de trabajar horas extra. Y empecé a tomar guggul y lecitina de soja para el colesterol, triphala para reducir los tóxicos y limpiar el intestino, bacopa monnieri para recuperar la memoria y harpagofito para los dolores musculares.
Ahora, 3 años después, el colesterol total sigue siendo algo alto, pero tanto el bueno como el malo, curiosamente, están en el rango que se considera ‘normal’. No me duele nada. He recuperado casi toda la memoria perdida. Y sigo comiendo como lo había hecho siempre: vegetales ecológicos y de proximidad, pescado y pollo y huevos biológicos, nada de leche, algo de queso. Y me sigo haciendo el pan en casa, últimamente experimentando con los cereales sin gluten.
Y me siento bien. He añadido vitaminas y probioticos a mi dieta y espero que todo irá cada vez mejor.
Un saludo
Yo, créame, cada día estoy más confusa.
Desde jovencita que me dio la primera, vengo con depresiones, y tengo 66 años. Tengo dolores neuropáticos y cavernomátosis portal, asma, obesidad mórbida y todos los alimentos que acarrea (excepto diabetes) y para todo tomo algún medicamento. Mi receta medicalizada se compone de 17 y tres o cuatro más que debo comprar porque para trombofilia he de tomar vitaminas y minerales hasta cansarme. Pero siento pánico de dejarlos y empeorar si esto fuera posible. Lo malo es que no sé a quién recurrir ni donde preguntar.
¿Dejo o no dejo los medicamentos? esa es para mí la gran cuestión y no encuentro entre mis especialistas ni en todo o que leo una opción ideal o que se aproxime a ese ideal. Si me aconsejara que debo hacer o a dónde acudir le estaría enormemente agradecida.
Su artículo es interesante, como casi siempre, pero convendría que no cayeran en la misma confusión que la mayoría de los psicólogos y psiquiatras, es decir, confundir la depresión con la distimia. La depresión, en mi opinión sí sería en la mayor parte de los casos una enfermedad, y una enfermedad «moderna» además. La distimia sin embargo se acerca más al concepto de ventaja evolutiva del que hablan ustedes.
Me parecen muy interesantes los temas tratados.
Todo lo leído y llevado a la práctica, me resulto interesante. Quiero preguntarles sobre el remedio, Franmitrol es realmente bueno y en cuanto tiempo se ven resultados.
Muy interesantes sus artículos, pero si dicen que no pueden darnos soluciones, quedamos como antes, no, peor aún. Con la ansiedad de no saber que hacer para mejorar.
Evito los medicamentos todo lo posible; lo único que tomo alguna vez es ibuprofeno porque, lamentablemente, es lo que me alivia el dolor de cabeza.
Me gustaría saber qué se puede tomar cuando hay dolor de cabeza intenso.
Me ocurre pocas veces, pero cuando tengo un fuerte dolor de cabeza y necesito estar operativa para afrontar las obligaciones del día a día, no sé cómo mitigar este dolor.
Probé la serrapeptasa y no me alivió ni una pizca, lo cual me decepcionó bastante porque confiaba en que este producto sería la solución al dolor.
Quisiera erradicar definitivamente y para siempre el ibuprofeno de mi vida.
¿Alguno de ustedes podría darme una solución?
Muchas gracias
La pregunta coherente con la información prestada es ¿Por qué no se mencionan de forma detallada las posibles causas por las que se producen esos síntomas que se quieren (aviso del organismo de que algo va mal) resolver y que se hace con medicamentos que según dicen ustedes solo ENMASCARAN el verdadero problema?’. Creo que sería más consecuente estudiar la manera de hacer esa lista detallada de causas para que cada uno a la vista de su problema particular pudiera tomar sus decisiones más naturales posibles y evitar esos medicamentos con tantos efectos secundarios.