Para tratar el ardor de estómago, las úlceras o incluso el reflujo gastroesofágico, los médicos recetan medicamentos contra la acidez, de los que existen varios tipos: los anti-H2 (que reducen la secreción ácida del estómago), relativamente antiguos, y los inhibidores de la bomba de protones (omeprazol, pantoprazol y similares), más recientes y hoy en día recetados de forma casi sistemática en lugar de los primeros.
Investigadores de la Asociación Americana de Nefrología (American Society of Nephrology)(1) han demostrado que estos inhibidores dañan los riñones si se toman durante un período prolongado. Y sus resultados tienen fundamento: se basan en un seguimiento realizado a más de 10.000 personas durante 15 años. Con estos medicamentos, el riesgo de padecer una enfermedad grave en los riñones aumenta entre un 20 y un 50%.
Un segundo estudio realizado en 240.000 personas durante 17 años llegó a la misma conclusión, y descubrió además que estos tratamientos aumentan el riesgo de morir de forma prematura en un 76%. Los inhibidores implicados son el esomeprazol, el lansoprazol y el omeprazol.
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