¿Por qué unas personas son más felices que otras? ¿Existe la “fórmula de la felicidad”? Creo que no exagero si digo que prácticamente todos hemos reflexionado acerca de esto alguna vez, pero… ¿realmente tienen respuesta estas preguntas?
Pues sí, para algunas personas la tienen. Y sí, para ellos existe una “fórmula de la felicidad”.
Realmente es posible aprender a disfrutar el momento y sacar lo mejor de él, a saborear las pequeñas cosas y a ser agradecidos por ellas, sin que lo que no se posee cause infelicidad.
Es posible disfrutar de verdad y encontrar la paz interior sin necesidad de salir de casa, ya sea preparando algo en la cocina o bebiendo una taza de té mientras se mira la vida pasar a través de la ventana, y da igual que se esté solo o en compañía.
Es decir, puede ser feliz convirtiendo la calidez de los mejores momentos en un verdadero estilo de vida.
Este confort no tiene nada que ver con el lujo, sino más bien todo lo contrario. La felicidad está en la sencillez y la comodidad, es decir, en una forma de entender la vida más simple, barata y práctica. Y esto es aplicable tanto a la ropa (esos pantalones viejos y ese jersey lleno de bolitas que siempre se pone para andar por casa y que tan a gusto le hacen sentir), como a la vida social (no hay nada mejor un picnic o una tarde en el parque con los amigos), el ambiente creado en nuestra propia casa (por ejemplo, logrando la iluminación adecuada y usando velas para dar intimidad…), etc.
Pues todo eso ya tiene un nombre, aunque no sea español: “hygge”.
Hygge (puede pronunciarlo como “jaigui”, “jiuga”, “jigui” o como quiera; lo cierto es que para nosotros resulta bastante impronunciable) es una palabra danesa sin traducción literal al español, pero que implicaría algo similar a “hogareño”, “casero”, “cómodo”, “íntimo” y “confortable” (o quizá todos ellos juntos, en una misma idea… ¿puede imaginarlo?).
“¿Y por qué una palabra danesa?”, se estará preguntando usted. En los últimos años, diferentes rankings, entre ellos el último realizado por Naciones Unidas en 2016, han situado a Dinamarca como el país más feliz del mundo, y entender el porqué de esto se ha convertido en uno de los grandes cometidos de ese pequeño país nórdico; ¡hasta el punto de contar con un grupo independiente de investigación especializado en estos temas, el Instituto de Investigación sobre Felicidad! (1)
Su director, Meik Wiking, acaba de publicar en España su libro Hygge. La felicidad en las pequeñas cosas (descubre por qué los daneses son los más felices del mundo y cómo tú también puedes serlo), un completo y divertidísimo compendio de trucos, ideas y consejos para encontrar la felicidad en lo más simple y disfrutar de verdad de las cosas más sencillas de la vida (que son las mejores). (2)
Sin embargo, aunque esta “receta” para la felicidad parezca algo muy sencillo, la realidad no lo es tanto.
Detrás de los rankings internacionales se esconden factores sociales y políticos que explican por qué los daneses, pese a vivir en un país oscuro y frío la mayor parte del año, son más felices que los españoles, los italianos o los turcos, por ejemplo.
El hygge actúa en la pequeña escala, la individual, y permite percibir de otro modo los momentos en familia o que nos dedicamos a nosotros mismos. El hygge ayuda a disfrutar con lo más simple, siendo más feliz en el día a día, independientemente de los datos maroeconómicos o macrosociales. Es algo que no depende de las políticas de un determinado gobierno, sino de la actitud de una persona ante la vida. Y esa persona puede ser usted.
De todo ello (y del papel tan importante que juega la comida en la sociedad danesa, como verá más adelante), me he sentado a hablar -como no podía ser de otro modo, taza de té en mano- con el autor de este verdadero “tratado” sobre la felicidad, Meik Wiking, un danés orgulloso de llevar la felicidad por bandera.
Para comenzar le planteé algo que llevaba días rondándome la cabeza, desde que leí el libro y profundicé en los estudios del Instituto danés de la Felicidad: “¿de verdad se puede medir la felicidad?”.
Wiking me miró serio, pero pronto esbozó una sonrisa y dijo con rotundidad: “¡Sí!”. “Por supuesto que es difícil”, continuó, “la felicidad es algo subjetivo. Pero como lo son otras muchas cosas que estudiamos: la depresión, el estrés, la ansiedad… Todas tienen que ver con cómo nos sentimos individualmente, pero se miden y cuantifican”.
Aunque, como es lógico, el estudio de la felicidad también atiende a indicadores objetivos clave, como las políticas públicas orientadas a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. El Estado del Bienestar es fundamental para entender cómo es la sociedad danesa.
La sanidad universal, la igualdad entre hombres y mujeres, la educación gratuita, las pensiones… todos ellos garantizan que la calidad de vida sea muy alta. Es algo completamente lógico. Ahora bien, incluso ahí surgen dudas. Y si no, ¿por qué los daneses son más felices que la población del resto de países nórdicos?
Ésta, entre otras muchas, es una de las cuestiones que el trabajo de los investigadores en el Instituto de Investigación sobre la Felicidad trata de aclarar.
“Entonces, el ‘hygge’ es sólo una manifestación de la gran calidad de vida y la tranquilidad de la que gozan en su país”, apunté yo.
Él meditó la respuesta: “En parte sí. El ‘hygge’ tiene que ver con la igualdad, la calidad de vida, el disfrute de las pequeñas cosas y con tener un cierto nivel de bienestar que ya no es mejorable con más dinero. Gracias a las políticas correctas y las buenas condiciones de vida tenemos más tiempo para relajarnos y disfrutar en familia”.
El hygge nos invita a evitar las conversaciones conflictivas, olvidarnos de los problemas y de la realidad que nos rodea e incluso a recuperar la niñez pasando una tarde de juegos de mesa o yendo a hacer algo divertido al parque. Por supuesto, no es incompatible con afrontar discusiones sobre cuestiones trascendentales, “pero tener ganas de pasar un momento ‘hyggeligt’ es probablemente la mejor forma de evitar que se enquisten la discusión y la confrontación”.
El hygge también es gratitud. De hecho, la gratitud es una de las claves que explica la forma de entender la vida de los daneses. Para Meik Wiking, la gratitud ayuda a desviar la atención de la comparación negativa. “Se han hecho estudios científicos que demuestran que podemos entrenar nuestra mente para conseguir que preste cada vez más atención a cosas positivas”.
Y es que uno de los grandes problemas de la sociedad actual es la comparativa constante -a través de la televisión, la publicidad y hoy muy especialmente las redes sociales- con los demás, a los que consideramos mejores que nosotros, la cual nos lleva a poner el foco sólo sobre aquello que no poseemos. “En las redes sociales, por ejemplo, no nos damos cuenta de que la gente sólo comparte sus mejores noticias y momentos”. Es un poco absurdo creer que la vida de los demás es simplemente perfecta o por fuerza mejor que la nuestra, pero a veces es lo que terminamos haciendo.
Este fenómeno ha sido estudiado a fondo por el Instituto danés de Investigación sobre Felicidad. Un amplio estudio realizado por sus investigadores sobre el uso de la red social Facebook demostró que en sólo una semana sin utilizar esta plataforma “absolutamente todos los parámetros evaluados relativos a la calidad de vida y la felicidad mejoraron”. (3)
Y lo mismo ocurre con la televisión. El Instituto que dirige Meik Wiking realizó estudios para evaluar su efecto introduciéndola en pueblecitos en los que hasta el momento no contaban con ningún televisor. Y también ahí comprobaron que los niveles de felicidad bajaban tras su incorporación. No porque cambiasen las circunstancias vitales de los participantes, sino porque sus aspiraciones de repente se habían disparado.
El abuso del móvil y la fiebre por estar permanentemente “conectados” por supuesto también son un problema. De hecho, “aparcar” el teléfono para vivir plenamente cada momento es otra de las premisas del “manifiesto hygge”. “Es común que las familias danesas establezcan ‘normas internas’ sobre el uso del móvil, por ejemplo, obligando a apagar todos los teléfonos mientras pasan un rato juntos o durante la cena”.
Llegados a este punto, usted quizá esté pensando que lo que nos propone el hygge no deja de ser una serie de consejos simples y totalmente lógicos con los que aprender a liberarnos y disfrutar más de la vida, y que quizá sea excesivo llamarlo “la fórmula de la felicidad”.
Pero es precisamente ahí donde radica el éxito del “fenómeno hygge” y del libro de Meik Wiking, que ya ha sido traducido a nada menos que 25 idiomas: la verdadera felicidad está en las cosas más pequeñas y cotidianas; sólo tiene que aprender a disfrutarlas.
No se trata de adoptar actitudes o hábitos fuera de lo común, sino de que sea capaz de lograr el bienestar con el disfrute de las pequeñas cosas que lleva teniendo al alcance de la mano toda su vida, pero que las prisas, las angustias y los quehaceres nunca le han dejado disfrutar. ¡Es hora de hacerlo!
Si a usted le preguntasen cómo de feliz es, en un baremo del 1 al 10, ¿qué respondería? ¿Y se sentirían felices sus familiares y amigos? Quizá le sorprenda, pero España ocupa el puesto número 37 de un total de 127 países en el ranking mundial de felicidad. “¡Eso está muy bien!”, celebra Wiking, aunque reconoce que nuestro país no está exento de desafíos, como todos, al fin y al cabo. (4)
“Uno de los mayores desafíos de España es la cantidad de horas que la gente dedica al trabajo, y las dificultades para compaginar la vida laboral y familiar que eso conlleva”, resume el autor. Precisamente, algo que me sorprendió mucho es la ínfima extensión de la parte dedicada en el libro al hygge en la oficina. ¡Apenas ocupa un párrafo! Pero está claro que en Dinamarca, un país donde la norma es salir del trabajo a las 16:00 horas (quien tiene hijos), o en su defecto a las 17:00 horas (quien no los tiene), a la gente lo que realmente le interesa es disfrutar del tiempo libre.
Todos los países afrontan desafíos. Lo importante es no ver en ellos escollos insalvables, sino perspectivas de futuro hacia las que dirigirse y perseverar. “Como en su momento tocó a Dinamarca”, reconoce el autor. “Hoy día muchos daneses sólo se mueven en bicicleta, pero por supuesto llegar ahí ha requerido mucha inversión y décadas de trabajo”.
La correlación que existe entre felicidad e igualdad es clara. “La igualdad entre hombre y mujeres, por ejemplo”, señala Wiking, “no sólo hace más felices a las mujeres. Los hombres también son más felices en sociedades igualitarias”. Pero, por supuesto, la igualdad económica tiene un peso determinante.
“Lo realmente fantástico de Dinamarca es que incluso si perdiera mi trabajo y todo mi dinero, seguiría teniendo una gran calidad de vida. El dinero no tiene tanta importancia porque ya existe una gran calidad de vida. Y esto por supuesto también es disuasorio contra robos y otros delitos”.
La igualdad es un factor clave para explicar por qué un país es más feliz que otro. Otro de esos factores (aunque hay más) es la corrupción. Sentir que los impuestos son una inversión real en la calidad de vida del conjunto de la sociedad y tener claro el retorno que se recibe de ellos es muy importante. Si esto sucede, la mayoría de la población estará a favor de pagarlos.
Quizá le sorprenda saberlo, pero la genética también tiene mucho que ver con la felicidad.
Aun así, aunque el componente genético exista, el estudio de los genes no puede explicar por qué existe tan alto nivel de felicidad en unos países y tan bajo en otros. Ahí entran las políticas adoptadas, el papel del Estado del Bienestar…
Al abordar esta cuestión, Wiking sacó un papel de su bolsillo y me mostró un esquema con dos columnas hecho a mano: “Aquí está la genética (señaló a la izquierda) y aquí las políticas y el comportamiento (a la derecha). Nosotros estamos interesados en estos dos últimos componentes y en cómo interactúan entre ellos, porque preferimos centrarnos en las cosas que podemos cambiar”.
Lo que también ocupa al Instituto de Investigación sobre la Felicidad es la importancia de la salud física en la salud mental, así como entender qué es lo que desencadena los trastornos mentales o conduce a la infelicidad y cómo se puede mejorar la situación. Los investigadores (y afortunadamente cada vez más instituciones) tienen claro que tener una buena calidad de vida no es sólo no estar enfermo, sino también sentirse bien, pleno.
En un giro de nuestra conversación confesé a Wiking que me había sorprendido lo que parece una verdadera “obsesión” de los daneses por los pasteles y los dulces. ¡Cualquiera que lea su libro puede pensar que no comen otra cosa!
Lo cierto es que pareció hacerle mucha gracia la cuestión.
“¿Quieres que hablemos de por qué no somos obesos a pesar de comer tantos dulces?”, me dijo divertido. “Es cierto que comemos muchos pasteles, pero esa es sólo una parte de la ecuación. En la otra parte está la cantidad de ejercicio que hacemos diariamente”.
Las ciudades danesas están pensadas para desplazarse en bicicleta o andando. “Yo no tengo coche porque no lo necesito; voy en bici a todas partes. Y más del 50% de la gente que vive en Copenhague se mueve en bicicleta. Ese es el tipo de accesibilidad que hay que fomentar”.
Wiking me explicó que había realizado un cálculo y que desplazándose en bicicleta a diario podía quemar cerca de 1800 kcal a la semana, aproximadamente. Dependiendo de las calorías que consumamos al día (un adulto ronda las 2000 kcal diarias), “ir en bicicleta a todas partes sería casi como hacer un día de ayuno a la semana”.
Lo cierto es que el culto a la comida del hygge va muchísimo más allá de los dulces.
Alcanzar la armonía individual sin duda va ligado a la apuesta por modelos sostenibles y, por lo tanto, es indisociable del consumo de productos de temporada (¡ni que decir tiene que mucho más saludables!).
Pero también al slow food, al disfrute de las comidas en buena compañía y al placer de cocinar los alimentos uno mismo y de pasar ratos agradables preparando las recetas de toda la vida o deliciosas conservas para guardar durante una buena temporada.
Una de las grandes propuestas del libro es crear un “club gastronómico” con un grupo de amigos o familiares. Sólo se necesitan conocimientos culinarios básicos y ganas de participar. Y es que la cena ideal de los daneses es aquella en la que todos colaboran en la preparación de los platos. En una verdadera cena hygge no hay ni anfitriones estresados ni invitados apoltronados en el sofá a la espera de que llegue la comida. ¡Todo es trabajo en equipo!
En el libro también se recogen varias recetas de platos típicos daneses que el autor nos invita a probar en casa.
Como yo no sabía por cuál decantarme (todas tienen una pinta deliciosa), le pedí que nos recomendase su receta preferida para poder hacérsela llegar a usted a través de este Tener S@lud.
“Ésta es la favorita de mi madre”, respondió señalando la imagen de unas pequeñas albóndigas al curry. “Es ideal para familias con niños, porque suele encantarles. Es muy típico de Dinamarca. Mi madre falleció hace muchos años, pero seguimos preparando en casa esta receta cada año el día de su cumpleaños. Es una forma de recordarla y de convertir una noche triste en algo ‘hyggeligt’”.
Aquí le dejo la receta: (2)
Boller i karry (albóndigas danesas al curry) para 4 personas
Tiempo de cocción: 1 hora y 35 minutos (incluyendo 1 hora de reposo de la mezcla).
Ingredientes:
Para la salsa de curry:
Elaboración:
Yo ya he probado esta receta en casa (aunque he hecho algunos cambios, como sustituir la mantequilla por aceite de oliva) y le digo que está realmente deliciosa. Y a los pequeños no sólo les ha encantado, sino que se lo han pasado en grande ayudándome a hacer las bolitas.
El libro de Meik Wiking no sólo contiene recetas, sino también un sinfín de ideas de manualidades y planes para poner en práctica con nuestros seres queridos, vecinos, compañeros…. ¿Por qué no poner en marcha un “club de cinéfilos”, con una quedada semanal fija para ver y charlar sobre una película, con ese par de amigos a los que les gusta tanto el séptimo arte como a usted? ¿O por qué no empezar a compartir lecturas interesantes con sus vecinos?
Quizá usted ya ha puesto en práctica alguna fabulosa idea para disfrutar más del tiempo compartido con la gente que le rodea y saborear buenos momentos que perfectamente podrían considerarse hygge. Si es su caso, le invito a que la comparta con el resto de lectores haciendo un comentario un poco más abajo. Entre todos generaremos un “banco de ideas” que nos hagan pasar buenos ratos, estar más unidos a los nuestros y disfrutar más de las pequeñas cosas de la vida. Y si se anima y decide probar alguna de las ideas que propone Meik Wiking en su libro, no dude en contarnos también su experiencia.
******************************
Fuentes:
Artículos relacionados
Hola a tod@s! Qué bonito artículo! Es que al final, estamos toda la vida persiguiendo la felicidad y huyendo del sufrimiento. El tema, es cómo lograrlo. Mi receta, es que hace varios años encontré el Budismo, y de ser una tendiente a la depresión (y que la padecí…), puedo decir hoy que estoy en un 9,5/10 de nivel de Felicidad. Personalmente le debo la vida al Budismo. Claro, hay que «currárselo», todos los días, a cada rato, en cada instante, pase lo que pase, lo «bueno» y lo «malo».
Y lo bueno que las «recetas» las llevo siempre a cuestas. No necesito nada externo. Porque la felicidad es algo que está en la propia mente y en cómo se percibe el mundo y uno mismo.
Ojalá logren con el artículo, que mucha gente recapacite. Necesitamos un mundo más Feliz, más amoroso, más compasivo, y ahora, más que nunca.
Gracias!
Me encanto y esto me confirma mi forma de pensar sobre la felicidad. A mi hay cosas muy simples que me hace feliz como por ejemplo siguiendo cada día la forma que se está abriendo un pimpollo. Me gustan mucho las plantas. Gracias
Me ha encantado el artículo xq me reafirma en mi forma de vivir y recomendar a mis pacientes (soy psicóloga). Lo malo es que en España no gozamos de un buen nivel de bienestar, que sería el complemento perfecto.
Se me ocurre que ¿Por qué no envían este mensaje a los políticos responsables del bienestar tanto físico como psíquico y educacional para irlo implantando en nuestra sociedad?, evitaríamos muchos gastos médicos y mejorarían las relaciones sociales.
Muchas gracias
Me ha gustado mucho el artículo de hoy sobre la felicidad en Dinamarca y la valoración de las pequeñas cosas para ser feliz. La forma de vida danesa y su organización social favorece sin duda que una mayoría de sus gentes se sientan felices y vivan con tranquilidad y seguridad, pero me hago dos preguntas. Primera, ¿realmente son tan felices’, ¿no hay problemas de depresión, drogadicción o alcoholismo?, y segunda, la felicidad aparece ligada a una buena vida familiar en gran parte; ¿y los que no tienen familia o viven solos?
Me gustaría mucho poder hablar con el autor del libro y saber más, pero empezaré por leerlo. Gracias!
Me ha parecido algo fantástico, todo el mundo debería ser así. Yo tengo una forma de vida muy similar y me encanta. Cosas sencillas, familia, bici!!! Momentos familiares y ser feliz con el momento presente siempre. Mi próximo viaje a Dinamarca, para conocer de cerca su felicidad. Y montaré el club de la música, y como no, voy hacer esas albóndigas!!!! Gracias por el artículo…Ser felices.
Hace unos años pasé por Copenhague y pude comprobar lo relajado de la vida en la ciudad. Todos circulaban Sin prisas ni agobios o malos humores…. Bicicletas, peatones, tranvías, veleros…mayores y niños…conversaban, comentaban, se paraban, entraban y salían de los establecimientos con aspecto tranquilo… No sé si feliz pues como dice el autor del estupendo artículo la felicidad también es subjetiva.
LA armonía social es un todo político, social y personal en que los derechos y los deberes de unos y otros se complementan y se respetan, sin malas interpretaciones ni inferencias desagradables o desestabilizadoras. Todos colaboran, las instituciones públicas y las privadas, para que todo marche positivamente dentro de la realidad de las cosas y sucesos aportando cada uno su granito de arena para hacerlo posible.
Nuestro grupo aquí vamos logrando conjuntar nuestras realidades a un encuentro al mes en que cada uno aporta a la reunión li que se le ocurre, platos culinarios, lecturas, películas, vídeos, música o simplemente con conversación amena en la que surgen temas comunes. Se evitan temas polémicos identitarios yendo mas a lo que une.
Gracias por el artículo. La felicidad es cosa de uno y de todos también.
Es verdad que lo que más feliz nos hace es aquello que no podemos comprar. Me ha gustado mucho la idea de cocinar en equipo, y sobre todo, cocinar las recetas de nuestros familiares ya fallecidos, para recordarlos de una mejor forma. Muchas gracias por el artículo. Cuánto deberíamos aprender de los daneses.
Me ha gustado mucho el artículo, yo también creo en la felicidad de las cosas sencillas y el compartir nuestro tiempo con nuestra familia y amigos. El problema en España es la dinámica laboral que se convierte en el enemigo de nuestra salud física y mental y es complicado el equilibrio. Yo sigo intentando tener cada vez más tiempo para dedicarlo a lo que me hace feliz a mí y a los que me rodean.
Precioso artículo y q encaja acertadamente con mi forma de vivir.
Yo, organizaría una gira gastronómica en mi casa con mis amigos y q rotáramos semanalmente en la casa de cada uno.
Sería demasiado? Igual es cuestión de proponérselo
Es un artículo a agradecer. Muchas veces se nos escapa un momento maravilloso por preocuparnos de cosas innecesarias.
Me gustó mucho eso de disfruta con trabajo de equipo.
Muchas ideas pueden generar apoyarnos en puntos de contacto, llevar fotos que recuerdan personas, acontecimientos agradables.
Pues la verdad, totalmente de acuerdo con este Tener Salud sobre la felicidad. El trabajo sobre uno mismo y la capacidad de cambio para tener otros parámetros diferentes a los que te enseñan, finalmente logran resultados maravillosos.
Las cosas pequeñas, tener armonía interna, saber vivir con lo que tienes sin echar en falta ni ambicionar lo que otros tienen y que posiblemente ya has tenido, tener una vida familiar estupenda… valorar cada momento y ver lo positivo de todo, lleva a la felicidad y a estar en paz contigo mismo y con los demás.
Gracias por los estupendos escritos que nos enviáis. Por ayudar a «encender bombillitas» y que brillemos juntos para conseguir la felicidad tan ansiada.
Todos hacemos la vida y tenemos que aprender a SER FELICES siempre.
Me ha gustado mucho el artículo y estoy de acuerdo. Hay que saber disfrutar de lo pequeño y ordinario que nos da la vida. De hecho participó en un club gastronómico familiar y disfrutamos mucho. Está claro que la felicidad no viene por lo material, sino por el amor que das y recibes en la vida. Por eso es importante que se facilite al máximo la conciliación familia-trabajo, el fomentar las relaciones con los demás, hacer favores. .
Lo único que echo en falta en el estilo de vida danés es la falta de sentido trascendente. Hay preguntas ineludibles: para que estoy en la vida? Hay algo después de la muerte? Yo creo que el alma es inmortal y que la verdad felicidad viene sabiendo dar respuesta a estas preguntas. Estamos aquí de paso, todo se acaba… pero al morir vamos a la Vida. A mí me ayuda mucho a ser feliz mi fe como católica practicante. Saber que Jesucristo ha muerto y resucitado por nosotros y vive y está presente en la Eucaristía y me acompaña siempre y me perdona y me quiere como soy. .. Leer el Evangelio y conocerle más y tratarle creo que es una fuente de alegría que nada en este mundo puede dar porque albergamos todos en nuestra alma una sed de infinito que este mundo no puede llenar.
De verdad que me ha gustado mucho el artículo. No sé si verdaderamente es tan fácil llegar a ser feliz con las pautas que nos marcan, pero podría ser una fórmula a seguir.
Por otra parte, pienso que el factor genético cuenta bastante para el logro de la felicidad. Ahí es donde habría que saber qué pasos a seguir para conseguir llegar a ese estado de felicidad.
Me ha encantado este artículo, de hecho voy a leer el libro.
Supongo que el problema principal de la gente que no consigue ser feliz es el no saber lo que se quiere y estar constantemente buscando algo sin tener ninguna meta y, como digo muchas veces, deslizándose por la vida perdiéndose algunos momentos pequeños pero maravillosos.
También hay que tener coraje para romper con lo que nos rodea y no nos hace felices: en este caso me identifico con el comentario de la cantidad de horas que se dedican en España al trabajo y el poco tiempo libre que nos queda para cultivar nuestra vida.
Ojo! Eso no significa que se tenga que clasificar el trabajo como algo negativo. Hacía varios años que sentía la necesidad de una vida fuera de la ciudad donde pudiera sentirme más libre. En eso, conocí a mi marido que desde hacía años tenía el sueño de ser agricultor…
Pues bueno, ahora somos agricultores ecológicos: el trabajo, la familia, los animales, la cocina, la felicidad… lo vivimos todo junto y evitamos lo que nos desequilibra: política, tv, películas tristes, gente dañina, estrés, mala alimentación.
Muchas gracias por sus artículos que casi cada día leo con atención!
La felicidad como la fe es un don, un privilegio que no se busca y se busca difícilmente se encuentra por uno mismo; pero hay formas de acrecentarla y el artículo es un buen ejemplo de ello. Aquí cenamos en la sociedad gastronómica una vez a la semana. Yo he cocinado durante veinticinco años, ahora lo hace otro y ayudamos todos los socios.
Prepararé esas albóndigas al curry. Y formar parte de un coro es otra forma de mejorar el estado de ánimo y si lo diriges como hago yo, varios ensayos a la semana, con cincuenta personas que allí encuentran a unos amigos y compañeros en busca de un rato agradable, pues eso es felicidad. Hacemos un armónico a seis voces, largo, muy largo y ahí dejamos recrear unas notas sencillas, como en la película nórdica Tierra de Ángeles. Os la recomiendo, pues es maravillosa.
Es muy interesante. Pero para las personas de tiempo limitado. El texto es un poco cargado. Y abruma un poco. Se puede hacer más resumido. Por lo demás es transmite conocimientos valiosos. Gracias.
Aún no he leído el libro, porque acabo de enterarme de su existencia a través de este artículo.
Comentar que yo soy una de esas personas «felices», porque siempre he disfrutado de las cosas más sencillas de la vida: ver un pajarillo, disfrutar de la vista del cielo, la luna, el sol, las estrellas, el mar o la montaña, mis perras y mis gatos, una charla en buena compañía, un café o infusión con un libro, el silencio… Pero lo más importante: evitar las discusiones, los malos rollos y morirse por tener una segunda residencia, un cochazo, etc.
Aunque también he vivido malos momentos, tanto en mi vida personal como en el trabajo. Al final, acabé con ansiedad y estrés, pero llegaba a casa y una buena parte quedaba en la puerta, ante el recibimiento de mis perras. Llevo tres años fuera de ese trabajo y por fin he conseguido dormir toda la noche de un tirón. Y eso se traduce en una mejora física y psíquica. Procuro no rodearme de persona conflictivas, aunque no siempre lo consigo, pero sigo intentándolo.
Debo decir primero que la felicidad no es un don.
Nacemos con ella en nuestra genética, sino se puede ver que ningún bebe sea infeliz durante sus primeros años de vida, aun con circunstancias difíciles están por encima de todo.
Es el transcurso del tiempo y circunstancias que te van rodeando las que debes dominar para continuar en el camino de la felicidad, el problema es que ni durante la infancia, la adolescencia, o la juventud esto no interesa porque hay vivencias y hay que vivirlas, luego vienen los problemas de: infelicidad, represión, frustración, autoestima, incomprensión, decadencia física y síquica, etc…
Sería necesario y hasta obligatorio que añadamos otras prácticas más en las escuelas y colegios (pobrecitos de los profesores, otra carga más,…. pero a lo mejor también a ellos les puede hacer felices el impartir esta enseñanza) que no vendrían mal a ciertas edades como el yoga, budismo, meditación, midfullnes, o cualquier otra técnica en las que las personas sepan mantener el autocontrol, la autoestima y que puedan ayudarles a caminar en » LA FELICIDAD «, porque si no habrá que esperar a llegar a los 25 o 30 años para comenzar a ir dando tumbos de especialista en especialista ( medicina química, psiquiatría, psicología, ….)
Sin resultados a veces, o con resultados ( pero definitivos? ),
Lo dejo aquí, aunque en otros foros también he dejado este tipo de comentarios
«Si la cultura es fácil de asimilar ( si se quiere ), porque no se ha de asimilar la educación, la felicidad y el amor”
Realmente envidiable la cultura nórdica, que nos llevan años de ventaja en cuanto a calidad de vida y bienestar social se refiere. Me apunto algunos de los consejos que nos comentáis en vuestro artículo y ojalá nuestros políticos también se apunten y hagan suyas las políticas sociales instauradas en estos países; con nuestro clima y una pequeña ayuda para hacer nuestras vidas más relajadas y conciliables, alcanzaríamos la felicidad al 100%! Mientras tanto, sigamos poniendo todo de nuestra parte para lograr alcanzar la felicidad plena, el objetivo de la vida es buscar siempre la felicidad plena, sigamos el ejemplo de Will Smith en «En busca de la Felicidad».
Muchas gracias por vuestro trabajo, seguid así, nos hacéis la vida más feliz 🙂
Excelente reflexión, se es feliz con lo sencillo de la vida, agradeciendo nuestra existencia, compartiendo con nuestros seres amados, dejando de lado los afanes, la tecnología, contando con un país honesto, lejos de los corruptos donde cada impuesto se ved reflejado en el mejoramiento de la calidad de vida de sus moradores. Me quiero ir para Dinamarca, ya que en Colombia, aunque dicen que es un país feliz se aleja mucho de las calidades de Dinamarca. La corrupción, la violencia, la falta de respeto por el otro, la avaricia, etc no les permite a la gran mayoría de las personas, VALORAR LO QUE SE TIENE, LO QUE SE ES y gastan su tiempo comparándose, buscando ser como este o aquel, no aceptándose tal y como somos.
Siento que estoy en una etapa donde he aprendido a ser Feliz.