Para mantener el peso importa tanto lo que se come, como el modo en que se come. Y es que un reciente estudio(1) ha señalado la importancia de comer despacio para controlar mejor el peso.
Para confirmar esta teoría los investigadores contaron con 60.000 pacientes de diabetes tipo 2 a los que se realizó un seguimiento durante cinco años. Observaron así que los que comían más despacio tenían un 42% menos de probabilidades de desarrollar sobrepeso, en comparación con los que comían muy rápido. Y este porcentaje pasaba a ser del 29% entre los que comían a una velocidad normal.
Por tanto, no se trata sólo de no engullir los alimentos, sino incluso de comer más despacio de la velocidad a la que estamos acostumbrados, siendo lo recomendable dedicar como mínimo entre 25 y 30 minutos a las comidas. Además, es mejor dejar cinco minutos de pausa desde que se termina un plato hasta que se comienza con el siguiente.
Según los expertos, al comer más despacio se tiene una mayor sensación de saciedad, ya que a medida que comemos el cerebro segrega neurotransmisores que indican que estamos saciados. Pero si se come muy rápido no se tiene tiempo de recibir esos neurotransmisores y ser conscientes de que en realidad el estómago ya está lleno, por lo que se sigue comiendo.
Pero además, al comer despacio la trituración de los alimentos es más lenta, lo que mejora el metabolismo y el gasto energético, además de reducir los problemas digestivos.
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