«Síndrome de Diógenes» es un trastorno por el que la persona afectada acumula objetos de manera compulsiva, lo que puede hacer que acabe viviendo entre toneladas de basura. ¿Qué hay detrás de este trastorno? ¿Se puede evitar? Analizamos sus claves.
Vecinos hartos de los malos olores procedentes de una casa. Bomberos que rescatan a inquilinos prácticamente sepultados bajo toneladas de basura…
En ocasiones noticias como estas saltan a los medios de comunicación. Se trata de ejemplos muy claros del denominado “Síndrome de Diógenes”. Y más allá de la sorpresa que puede despertar el pensar que hay gente que vive en esas condiciones, se trata de un grave problema de salud.
Uno del que es necesario conocer sus causas y posibles factores de riesgo para prevenirlo.
En 1975 los investigadores Clark, Mankikar y Gray describieron como “Síndrome de Diógenes” al trastorno del comportamiento que tiene como principal característica la acumulación compulsiva de objetos. (1)
Debe su nombre al filósofo griego Diógenes de Sinope, quien vivió en el siglo IV a.C. e hizo de la pobreza su mayor virtud. Al parecer, sus únicas pertenencias eran un báculo y un cuenco y además vivía en una tinaja. Y su fama llegó a tal nivel que, según se cuenta, el propio Alejandro Magno quedó admirado por la vida tan sencilla del filósofo, hasta el punto de comentar: “si no fuera Alejandro Magno, querría ser Diógenes”. (2)
Visto esto, uno podría pensar que el nombre elegido no es el más apropiado, ya que quienes sufren Síndrome de Diógenes acumulan muchas cosas. Esto se debe a los otros dos elementos que tienen en común los afectados: vivir socialmente aislados y descuidar la higiene personal.
Pero, ¿por qué ocurre esto?
El origen de este síndrome no está del todo claro. Sí que parecen existir factores de riesgo, como por ejemplo estar solos o sufrir trastornos neurodegenerativos asociados con la edad (demencia).
Asimismo, algunos estudios han observado una posible relación con casos de depresión o ansiedad acompañados de un trastorno obsesivo-compulsivo (en este caso, la obsesión por acumular cosas). De este modo, acumular cosas les ayuda a lidiar con la ansiedad al crear una falsa sensación de control.
Ello hace que sean incapaces de desprenderse de ningún objeto porque sienten un gran apego por el mismo; incluso si se trata de cosas inútiles. Para el afectado son muy valiosas (a veces por el simple recuerdo que lleva asociado) y por ello no puede tirarlas.
A la larga esto deriva en una acumulación de basura que convierte su hogar en un escenario insalubre, foco de infecciones. Muy especialmente en el caso de las personas que sufren una variante del síndrome de Diógenes denominada “Síndrome de Noé”. En este caso acumulan animales de compañía, sobre todo perros y gatos.
Otro rasgo común que se ha observado en quienes sufren estos dos síndromes es la alimentación deficiente. Generalmente comen a base de platos preparados, muy pobres en frutas y verduras frescas, lo que puede conducir a un importante estado de desnutrición y deterioro físico que, además, puede agravar el problema psicológico que se tenga.
Cuando escuchamos noticias como las que mencionaba al principio, uno podría preguntarse por qué no se hizo algo antes para evitar ese trágico desenlace.
Lo cierto es que la mayoría de Comunidades Autónomas cuenta con protocolos de actuación especialmente dedicados al Síndrome de Diógenes. Se caracterizan por un enfoque multidisciplinar para devolver al hogar las condiciones de salubridad e higiene, al tiempo que se ofrece ayuda psicológica al afectado. (4)
Lo que ocurre es que muchas veces se trata de personas de comportamiento huraño y hostil, lo que no ayuda a mejorar la situación. Y es que suelen rechazar cualquier tipo de ayuda y son muy reacias a abandonar su hogar.
Por ello el tratamiento de este trastorno es muy complejo y requiere de un enfoque compasivo en el que se fomente la comunicación.
Es fundamental mostrar empatía, sobre todo por parte de familiares, amigos y vecinos, para ayudar a construir una relación de confianza. Este es el primer paso, esencial, antes de poder iniciar cualquier tratamiento.
De hecho, el entorno social juega un importante papel como desencadenante del síndrome. Así, traumas experimentados en el pasado o una falta de apoyo emocional pueden contribuir a su aparición. Y por ello es esencial contar con ayuda, ya sea antes, durante o después de que se haya diagnosticado el síndrome.
Si cree que algún familiar o conocido puede estar sufriendo este trastorno (o tiene riesgos de sufrirlo en el futuro) no lo dude y busque el asesoramiento de un psicólogo antes de que el problema vaya a más.
Imagen: Flickr – Molgar
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