El síndrome del abuelo esclavo es una realidad cada vez más frecuente en nuestra sociedad, donde muchos abuelos asumen el rol de cuidadores principales de sus nietos. Esta situación, que a menudo pasa desapercibida, puede tener consecuencias profundas en el bienestar de los mayores, afectando a su salud física y mental. Exploramos las causas, los efectos y las posibles soluciones para un problema que afecta a numerosas familias.
¿Tiene nietos? Si es así, es probable que alguna vez haya ido a recogerlos al colegio, a las actividades extraescolares o a la salida del campamento de verano. ¡Es sorprendente la inmensa labor que hacen los abuelos en el cuidado de sus nietos!
Sin embargo, en ocasiones esa labor se convierte en el conocido como “síndrome del abuelo esclavo”. Cuando, en cierto modo, los abuelos se ven forzados a cuidar de sus nietos, lo que puede afectar a su salud física y mental.
Son muchos los factores por los que cada vez más abuelos sufren el síndrome del abuelo esclavo. Falta de conciliación familiar y laboral por parte de los padres. Horarios de trabajo extenuantes. Bajos sueldos que impiden contratar guarderías o cuidadores particulares, etc.
Sea por un motivo u otro, muchos padres no pueden atender a sus hijos cuando terminan el colegio. Un problema que aumenta en las vacaciones escolares, al ser más largas que las de sus progenitores, y ante lo que los abuelos no dudan en ofrecer su ayuda.
Es algo normal, después de todo, pues los abuelos desean pasar más tiempo con sus nietos. Y si de ese modo ayudan a sus hijos, mucho mejor.
Sin embargo, a veces esa ayuda adquiere otro matiz. Cuando en lugar de estar un rato con los nietos, se encargan de su cuidado todos los días durante todo el día, convirtiéndose en una obligación.
Esto es lo que le ocurre a la mitad de los abuelos españoles, quienes dedican una media de 6 horas diarias al cuidado de sus nietos, según un informe de la Universitat Oberta de Catalunya. (1)
Es decir, que estamos hablando de un trabajo, más que de una ayuda puntual, y sin recibir ninguna retribución monetaria.
Este es un “detalle” que en países como Hungría o Alemania ya se está solventando y ahora ofrecen ayudas económicas a los abuelos que cuidan de sus nietos. (2)
Porque sí, lo normal es que colaboren, aunque sea gratis. Sin embargo, el dinero supone una importante ayuda (sobre todo si la pensión es baja) que, además, contribuye a dar más importancia a su labor.
Y es que cuando se realiza un trabajo sin recibir ninguna remuneración a cambio, se tiende a considerar que es menos importante. Y que, como no es un trabajo “de verdad”, no cuesta tanto hacerlo.
Esto es lo que le ocurre a los cuidadores en general, ya sean los abuelos con sus nietos o los familiares de personas enfermas, cuya inmensa labor apenas se reconoce.
Y esto puede acarrear problemas de salud física y mental.
Pasar un rato con los nietos, por ejemplo, yendo al parque, de entrada no exige un gran esfuerzo. Pero si ese parque está a una hora andando de casa y cuesta arriba, la cosa cambia.
Más aún si la persona que debe acompañarlos es incapaz de llevar el ritmo de unos niños que están en su momento de mayor vitalidad.
Y no digamos si, además, el abuelo tiene artrosis de rodilla y le cuesta caminar.
Así todos los días durante semanas o incluso meses.
Entonces ese apacible paseo puede convertirse en un auténtico suplicio que, poco a poco, va mermando su salud.
Y esto desde el punto de vista físico. Atendiendo a la salud mental, no podemos pasar por alto que muchos abuelos pueden empezar a sufrir mermas en sus capacidades cognitivas, incluidos lapsus de memoria que complican su labor como cuidador, además de afectar a su estado de ánimo.
Por supuesto, no es cuestión de centrarse solo en lo malo. Cuidar de los nietos ofrece numerosos beneficios, y también a nivel físico y mental.
Físico porque se mueven más, que es la clave de la salud. Y mental porque al participar en la crianza de los más pequeños aumenta el apego a la familia y la sensación de sentirse útil (un sentimiento que muchos mayores pierden cuando dejan de trabajar), lo que mejora su estado de ánimo.
Por tanto, es necesario encontrar el justo equilibrio entre “ayuda” y “trabajo”. Y eso implica un compromiso por parte de todos.
Por ejemplo, los padres no deben dar por hecho que los abuelos se van a hacer cargo de los nietos en cualquier momento. Antes de proponérselo, deben preguntarles primero si pueden hacerlo. O incluso si quieren hacerlo.
Porque sí, los abuelos seguramente quieren estar con sus nietos. Pero no todos los días y a todas horas. Y una cosa es hacerlo por gusto y otra por obligación.
Por esta razón los abuelos también deben aprender a decir “no” si el cuidado del nieto afecta a su tranquilidad o a su vida social.
En este sentido no podemos olvidar que están viviendo una etapa vital en la que, al haberse jubilado, pueden pasar más tiempo con sus amigos, viajar más, dedicar más tiempo a sus hobbies…
Sin embargo, cuando se encuentran en una situación de casi esclavitud, cuidando de sus nietos a diario y durante buena parte del día, pueden sentir que están desperdiciando esa etapa. Y eso también afecta a su estado de ánimo.
Pero ojo, porque esto también puede pasar si quieren hacer cosas sin sus nietos, pues a veces esto conlleva un sentimiento de culpabilidad. Sobre todo, si, además, los padres usan el chantaje emocional y hablan de “egoísmo” por no querer ayudar a la familia.
Es importante manejar con cuidado todas estas situaciones, desde el entendimiento mutuo, por el bien de la familia.
Por ello, la clave está en encontrar el justo equilibrio entre ayuda y servilismo.
Que abuelos y padres aprendan a marcar los límites dentro del cuidado de los nietos por el bienestar de todos.
Y usted, ¿ha vivido alguna de estas situaciones? ¿Ha usado alguna estrategia en concreto para alcanzar ese equilibrio?
Le animamos a dejar su opinión en la sección de comentarios.
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