Los teléfonos móviles afectan a algunas funciones cerebrales mucho más de lo que podría pensarse en un principio. Esta es la conclusión a la que se ha llegado tras el experimento que reunió a 800 usuarios de smartphones a los que pidieron realizar una serie de tareas para las que debían estar muy concentrados.
Los voluntarios fueron divididos en tres grupos. Los del primero debían tener el teléfono móvil en la mesa pero colocado boca abajo, los del segundo lo tenían guardado en el bolsillo o en el bolso y fuera de su vista, y en el último grupo el smartphone estaba directamente en otra habitación. El objetivo era medir la “capacidad cognitiva disponible” de los participantes; es decir, la capacidad del cerebro para almacenar y procesar datos en un momento dado.
Las conclusiones mostraron que los resultados del tercer grupo fueron significativamente superiores a los del que tenían el smartphone en el escritorio, siendo ligeramente superiores a las personas del grupo que tenían el teléfono cerca pero fuera de su vista.
Se observa así una tendencia en la que a medida que el teléfono está más visible (incluso si está colocado boca abajo o apagado), la capacidad cognitiva va disminuyendo. Esto ocurre porque, pese a que conscientemente la persona no está pendiente del teléfono, al tenerlo cerca está obligando al cerebro a pensar en no cogerlo. Una situación paradójica que hace que el cerebro esté empleando parte de sus limitados recursos cognitivos para llevar a cabo esa tarea de no pensar.
Fuente: Adrian F. Ward, Kristen Duke, Ayelet Gneezy, Maarten W. Bos: “Brain Drain: The Mere Presence of One’s Own Smartphone Reduces Available Cognitive Capacity”. Journal of the Association for Consumer Research. 2017
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