Esofagitis eosinofílica es como se denomina a la inflamación del esófago que causa un tipo de glóbulo blanco llamado eosinófilo y cuya incidencia no deja de aumentar. Según los expertos, el 92% de los casos es consecuencia de una respuesta inmune inducida por antígenos alimentarios, siendo los alimentos más asociados -por orden de frecuencia- la leche de vaca, el trigo, los huevos y la soja(1).
Respecto a los síntomas que alertan de esta afección, los más comunes son molestias al tragar o atragantamientos, quemazón durante o después de la comida, náuseas, vómitos… El problema es que muchos pacientes, incluso teniendo estos signos, no son realmente conscientes de la gravedad del problema o se habitúan a esas molestias. Y ello hace que el diagnóstico pueda retrasarse hasta 7 años, lo que aumenta el riesgo de que se cronifique y conlleve una fibrosis (es decir, el esófago se estrecha y dificulta aún más el paso de sólidos e incluso de líquidos).