Las personas que fuman corren un riesgo mucho mayor que el de los no fumadores a sufrir complicaciones anestésicas (es decir, derivadas de la utilización de la anestesia) tras someterse a una intervención quirúrgica. Eso es lo que refleja un reciente informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS)(1).
En concreto, en caso de tabaquismo se vería notablemente acrecentado el riesgo de sufrir una disfunción cardíaca o pulmonar, pero también infecciones y una cicatrización más lenta y deficiente tras una operación.
¿Por qué? Porque la nicotina y el monóxido de carbono, dos sustancias tóxicas presentes en el tabaco, disminuyen los niveles de oxígeno en el organismo. Pero también limitan la absorción de nutrientes, afectando por ello al sistema inmunitario y a la cicatrización y aumentando el riesgo de sufrir infecciones.
Ahora bien, si no se fuma durante un mínimo de 4 semanas antes de la operación, el riesgo de sufrir complicaciones se reduce drásticamente. Y asimismo cada semana sin fumar tras ese primer mes libre de tabaco mejora los resultados sanitarios en un 19% debido a la mejor circulación.
Nota de Salud en 1 minuto: por supuesto la medida más efectiva es dejar de fumar de forma definitiva cuanto antes. De ese modo no solo se protegerá de las complicaciones de una posible intervención, sino que evitará múltiples enfermedades asociadas al consumo de tabaco.
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