Los brotes de tosferina son relativamente frecuentes y por ello debemos mantenernos alerta. Y es que esta infección respiratoria, más común en los niños, puede complicarse con relativa facilidad y derivar en problemas de salud tan graves como asfixia o deterioro cognitivo. Para evitar los riesgos, tome nota de las medidas de prevención que le indicamos.
Junto a los brotes de gripe y coronavirus que pueden llegar a colapsar las Urgencias hospitalarias, existe otra infección respiratoria que conviene tener muy presente: la tosferina.
Y es que los brotes son relativamente frecuentes, en ocasiones con más de 180 afectados, algunos de los cuales son adultos. Y este es un aspecto que conviene tener muy en cuenta, ya que por regla general afecta a los niños menores de 5 años. Pero, como puede ver, nadie está libre de riesgos. (1)
Por ello, aunque de entrada se trata de un problema menor en comparación con otras infecciones respiratorias, hay que estar alerta y tomar todas las precauciones necesarias. Sobre todo, para evitar que el problema vaya a más y derive en dolencias mucho más peligrosas para la salud.
La tosferina es una enfermedad infecciosa de las vías respiratorias muy contagiosa causada por la bacteria Bordetella pertussis. Puede afectar a cualquier persona, pero resulta especialmente grave en los lactantes, las personas inmunodeprimidas o las mujeres embarazadas.
Respecto a los síntomas, estos suelen desarrollarse en dos fases. La primera dura entre 1 y 2 semanas y puede confundirse fácilmente con un catarro u otra infección respiratoria debido a que los síntomas son muy similares a los de un resfriado común: congestión nasal, fiebre y tos leve ocasional. Generalmente estos síntomas aparecen a la semana de haber sido infectados por la bacteria.
Pasados entre 10 y 12 días comienza la segunda fase, que es cuando pueden aparecer los síntomas más graves y característicos de esta dolencia. Destacan sobre todo los violentos ataques de tos, los cuales son tan incontrolables que a veces dificultan la respiración.
Además, en los bebés y niños pequeños es habitual que esos ataques acaben con un sonido convulso, como un estertor, cuando tratan de inspirar aire. De hecho, es por esta razón que a la tosferina también se la conoce como “tos convulsa”. Y, si es especialmente intensa, puede provocar vómitos, pérdida del conocimiento debido a esa dificultad para tomar aire e incluso asfixia.
Y ojo porque en ocasiones puede haber otros síntomas como rinorrea (goteo nasal) o diarrea, siendo esta última muy peligrosa para los menores por el riesgo de deshidratación.
Lo habitual es que estos síntomas duren entre 6 y 10 semanas, aunque a veces se pueden alargar hasta los dos meses y medio. Pero si pasado este tiempo no remiten, e incluso se agravan, hay más riesgo de que surjan complicaciones como neumonía, hemorragias nasales, infecciones de oído o apnea. Y a estos problemas hay que sumar, en el caso específico de los bebés, deterioro cognitivo debido a la falta de oxígeno, que a veces incluso puede conllevar la muerte del pequeño.
La principal forma de contagio de la tosferina es por vía respiratoria, por ejemplo, cuando una persona infectada estornuda o tose. Entonces pequeñas gotitas que contienen la bacteria se propagan a través del aire, que además tiene la particularidad de ser muy contagiosa. Por eso los brotes suelen aparecer y crecer con bastante rapidez.
De hecho, las autoridades sanitarias han señalado que en los últimos años han aumentado los casos de tosferina, al igual que está ocurriendo en otros países europeos como Reino Unido o Rumanía. (2)
Para hacer frente a esta afección, las autoridades sanitarias recomiendan la inoculación de la vacuna a menores de 12 años. Esta vacuna es poco controvertida entre los expertos (a diferencia de lo que ocurre con otras como las de la gripe, el papiloma o el covid). Sin embargo, hay que tener en cuenta que su eficacia oscila, según los ensayos clínicos realizados, entre el 74 y el 84%. Y a ello hay que añadir los síntomas que pueden aparecer tras su inoculación: fiebre, dolor de cabeza, sensación de cansancio, náuseas y vómitos, diarrea o dolor de estómago. (3)
Asimismo, aunque también se recomienda la vacunación entre las mujeres embarazadas, la precaución en este caso debe extremarse por los posibles efectos secundarios; sobre todo debido a la falta de estudios más exhaustivos sobre su seguridad.
Por su parte, en el caso de que ya se haya producido una infección por tosferina, la medicina convencional recomienda seguir un tratamiento antibiótico para evitar complicaciones y acortar el tiempo de convalecencia, una vez se ha determinado el diagnóstico.
Pero aquí también hay un problema, y ese es que en ocasiones el diagnóstico llega tarde, cuando la infección ya está bastante extendida. Lo normal es que esto ocurra cuando ya han comenzado los ataques de tos convulsa, pero en esa fase de la enfermedad los antibióticos pierden efectividad. (4)
Por ello hay que prestar mucha atención a los síntomas. Si se perciben varios de los indicados, incluso siendo comunes con otras afecciones respiratorias, no debe infravalorarse la dolencia.
Ante todo, no hay que cometer el error de acudir inmediatamente a los jarabes para la tos de tipo expectorante o antitusígeno, ya que con frecuencia no sirven. De hecho, puede que con ellos se esté agravando la situación, ya que en ocasiones la tos es un mecanismo de defensa del organismo para expulsar aquello que le está dañando. Por ello, antes de optar por este remedio, asegúrese de qué tipo de tos tiene y cuál es su origen para ver si ese fármaco le conviene o no.
En caso de tosferina, apueste por las siguientes estrategias: (5)
Estas medidas son apropiadas para mitigar los síntomas en cualquier etapa de la enfermedad, siempre y cuando no se requiera hospitalización.
Pero si los síntomas persisten o empeoran debe consultar rápidamente con un médico para recibir el tratamiento adecuado. Especialmente en el caso de los niños debido al mayor riesgo que existe.
Reforzar el sistema inmunitario es fundamental para prevenir todo tipo de enfermedades infecciosas, incluida la tosferina. Pero también para ayudar al organismo ante el ataque de cualquier agente infeccioso y que pueda resistir mejor a esos invasores.
A este respecto, seguro que ya sabe que para fortalecer el sistema de defensa existen estrategias asociadas a un estilo de vida saludable. Por ejemplo:
Sin embargo, a veces esto no es suficiente. Por ejemplo, si aún estamos convalecientes de alguna dolencia, si estamos viviendo algún episodio personal o laboral dramático que nos hace especialmente vulnerables… ¡Hay mil posibles razones!
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