El trasplante fecal (a partir de píldoras que contienen microbiota intestinal obtenida de las heces de un donante sano) se ha demostrado eficaz para evitar recaídas a buena parte de las personas con infección por Clostridioides difficile. Esta es una enfermedad que causa diarrea y, si no se trata a tiempo ¡puede ser mortal! El tratamiento fue mejor, sobre todo comparado con los antibióticos al uso y sus potenciales efectos secundarios.
Así lo ha documentado una revisión publicada en la revista Cochrane Database of Systematic Reviews. Según este análisis, el 77% de las personas que recibieron un trasplante de heces (solo heces, sin antibióticos) no volvieron a infectarse en ocho semanas, mientras que esa cifra fue del 40% entre quienes solo recibieron antibióticos (no heces).
Además, cuando una persona tiene una infección por C. difficile y es tratada con antibióticos hay un 25% de posibilidades de que sufra otro episodio similar en las siguientes 8 semanas. Se entra así en un ciclo peligroso, mientras que el trasplante fecal puede acabar con la disbiosis (el desajuste entre bacterias “buenas y malas” en el intestino) y disminuir el riesgo de que la persona recaiga.
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