Esta Nochebuena dará inicio a unas celebraciones familiares que sin duda serán muy diferentes.
Cuando se siente a cenar con los suyos, en lugar de la decena o incluso veintena de personas que tal vez se congregaban en torno a la mesa otros años, es muy posible que tan solo esté el núcleo familiar con el que convive cada día.
Esto es lo que nos llevan aconsejando desde hace semanas para que las Navidades no se conviertan en el germen de una nueva ola de contagios por coronavirus. Y la gran mayoría lo haremos así, conscientes de que es momento de hacer algunos sacrificios.
Sin embargo, que sea lo correcto no significa que sea fácil.
Por ello me gustaría apuntar hoy aquí algunas ideas para que entre todos podamos vivirlas con alegría pese a la adversidad.
La Navidad es un cúmulo de tradiciones que en cada hogar tienen su forma particular. Es habitual preparar una comida especial, además de terminar la noche con algún juego de mesa o con un karaoke, sobre todo si hay niños o jóvenes en casa.
Alguna de esas situaciones quizá no se repita este año. Pero, en lugar de verlo como una ocasión perdida, ¿por qué no aprovechar para inaugurar una nueva costumbre? ¡Hay infinidad de opciones! Por ejemplo, decore el salón para ambientarlo en una época que le guste especialmente, desempolve los discos que escuchaba hace años y prepárese para disfrutar de una velada única. ¿Cuándo fue la última vez que bailó un bolero en el salón de su propia casa?
O ¿por qué no se anima a probar las tradiciones de otros países? Aquí tenemos las “12 uvas de la suerte”, pero cada lugar tiene sus propias costumbres: en Reino Unido suele dejarse un detalle en el asiento del comensal como muestra de cariño, en Francia prepararan ¡13 postres! para Nochebuena y en la India es común fabricar farolillos de papel en forma de estrella para después colgarlos de las ventanas.
Si alguna le parece curiosa ¡adelante! Pero también puede “arriesgarse” y elegir un país al azar, por ejemplo mediante un sorteo, para tener que investigar sus tradiciones y escoger la que más le guste. Seguro que será el inicio de unas celebraciones inolvidables.
Y es que, ya que estas van a ser unas Navidades tan atípicas, ¿por qué no volverlas únicas del todo?
Además, ¿cuántas veces ocurre, durante las celebraciones multitudinarias, que solo se acaba hablando con una o dos personas porque es imposible ponerse al día con todas? Esta vez eso no va a ocurrir, por lo que también puede aprovechar para disfrutar de verdad con la compañía de aquellos que tiene a su lado, de una forma más íntima.
No importa que sean las mismas con las que convive a diario. Si hay muchas cosas que aún nos quedan por descubrir de nosotros mismos, no digamos ya de las personas que nos rodean pero con las que, por culpa de los quehaceres del día a día, pocas veces tenemos la oportunidad de hablar de temas transcendentales: el sentido de la vida, nuestras ilusiones y sueños por cumplir… ¡Este es el momento perfecto!
Repostería, pintura, costura, idiomas… Los meses de confinamiento permitieron que pudiéramos practicar esos hobbies olvidados, pero también descubrir otros nuevos.
Estoy seguro de que mucho de lo aprendido lo puede poner en práctica durante estas fiestas. Sirva a sus comensales ese plato o postre que aprendió a elaborar o, por ejemplo, regale a sus seres queridos prendas u objetos creados por usted mismo.
Un regalo hecho a mano siempre despierta especial ilusión, tanto para quien lo recibe como para el que lo da, pues no hay mejor manera de demostrar que esa persona es importante para nosotros. Y, además, volverá a acordarse y a sentirse orgulloso de todo lo que ha aprendido a lo largo de estos meses.
En las primeras semanas de confinamiento, en primavera, era común escuchar que ese parón, aunque obligado, nos había servido para darnos cuenta de lo malas que eran las prisas. De la importancia de respirar y tomarse la vida con un poco más de calma.
Con el paso del tiempo esa idea ha ido perdiendo fuelle, sobre todo a medida que se sucedían los días y seguía sin saberse cuándo acabaría todo. Y ahora, con la llegada de la Navidad, parece que directamente no tiene cabida.
Algunos se estresan estudiando fechas, restricciones, límites, horarios…
Y otros muchos, que cada Navidad terminaban quejándose por haberse pasado todo el día en la cocina trabajando, ahora se encuentran vacíos al pensar que no tendrán invitados en casa.
Sin embargo, este año es necesario verlo de otro modo. Hay que asumir que estas Navidades van a ser muy diferentes pero que seguimos teniendo muchos motivos por los que estar agradecidos. Y, del mismo modo, que lo mejor que podemos hacer es aprovechar las circunstancias que se nos brindan como una oportunidad nueva de disfrutarlas, aunque sea de forma diferente.
Si algo nos ha enseñado este confinamiento es que el estar separados físicamente no impide que sigamos conectados. Las videoconferencias o las llamadas de teléfono han permitido que muchos abuelos sigan sintiendo cerca a sus nietos; que sigan disfrutando de sus ocurrencias y risas contagiosas.
Por supuesto, desearían poder abrazarlos. Pero hasta que eso no sea totalmente seguro es mejor pensar que precisamente si no están con ellos, es porque los nietos los quieren tanto que prefieren evitar que enfermen, o simplemente porque por las restricciones no pueden verse.
Ahora bien, dado que esas tecnologías permiten acercar a tantas personas pese a la distancia, ¿por qué no usarlas también para hablar con aquellas con las que se perdió el contacto?
Todos tenemos viejos amigos de los que, por circunstancias de la vida, hemos acabado distanciándonos. Tal vez por culpa de algo que ocurrió mucho tiempo atrás y que ahora parece una nimiedad.
Para romper esa distancia basta con una simple llamada de teléfono. Por manido que parezca, lo cierto es que no hay mejor momento que la Navidad para hacerlo, pues en estas fechas todos estamos más receptivos a estos gestos de cariño espontáneos. Y más tras un año tan complicado como el que hemos tenido que afrontar.
Estoy seguro de que cuando al final cuelgue el teléfono los dos se sentirán mucho más dichosos y felices.
Esa es precisamente otra de las grandes lecciones de vida que nos ha dejado esta pandemia. Nos ha hecho comprender que no podemos dar las cosas por sentado. Que no hay que dejar para mañana lo que se puede hacer hoy. Que no todo va a permanecer siempre igual, inmutable, y que solo unos días después puede ser demasiado tarde…
Por último, no quiero olvidarme de los que este año pasarán solos la Navidad.
Si ese es su caso, intente aprovechar esos momentos para focalizarse en sus nuevos objetivos. En lugar de desanimarse porque este año no pueda estar con los suyos, céntrese en lo que podrá hacer con ellos cuando todo esto pase, incluidas las próximas Navidades.
Para ello, prepare una lista de objetivos para el próximo año, pero también para los siguientes. Y no me refiero solo a hacer viajes o excursiones con amigos, a visitar a la familia… sino también a realizar todos aquellos sueños que le quedan por cumplir.
Ser voluntario en alguna organización, escribir un libro, visitar otro continente, aprender un nuevo idioma, probar algún deporte nuevo…
Es momento de echar a volar la imaginación y de poner sobre el papel las cosas que de verdad le importan. Le aseguro que después de hacerlo se encontrará con energías renovadas.
Este es sin duda mi mayor deseo para usted.
Es cierto que este año ha sido muy duro para todos y a algunas familias la Covid-19 las ha golpeado especialmente. Y es normal que en esas circunstancias uno se deje llevar por el dolor y prefiera, simplemente, dejar correr el tiempo para que pase lo más rápidamente posible.
Ojalá pronto, al pensar en sus seres queridos, lo haga recordando solo los buenos momentos que compartió con ellos.
Espero de corazón que los próximos días sean felices y llenos de salud para usted y los suyos.
¡Feliz Navidad!
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