El problema de las bacterias que resisten a los antibióticos es cada vez más acuciante, hasta el punto de que se estima que para 2050 enfermedades comunes que desde hace años no suponen ningún problema volverán a ser responsables de numerosos fallecimientos. Y los nuevos antibióticos que se están diseñando no son tan efectivos como cabría esperar, ya que muchas de esas bacterias consiguen eludir su acción.
Ahora bien, esto puede estar a punto de cambiar. Y es que un equipo de científicos ha desarrollado una nueva estrategia muy concreta(1) basada en la estructura genética de las bacterias (solo las que cuentan con “genes resistentes” pueden eludir la acción de los antibióticos).
Esto permite que, al inhibir la antitoxina que contienen esas bacterias resistentes, estas no puedan escapar al tratamiento administrado, como ya han confirmado los primeros experimentos realizados en laboratorio. Y además evita que las bacterias buenas se vean afectadas por el fármaco, lo que a la larga supone una merma en la salud del paciente.
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