Los virus y parásitos pueden saltar de una especie a otra y pasar de los animales a los humanos o viceversa. Ya ha ocurrido con el SARS-CoV-2 (y con otros virus anteriores) y ahora unos investigadores alertan del aumento de casos de oncocercosis humana, es decir, la infección debida a la especie Onchocerca (un tipo de nematodo, un gusano parasitario), que hasta ahora solo había afectado a animales(1).
Este gusano suele habitar ríos y arroyos, ya que sus vectores (los transmisores de los que se sirve para infectar a su principal huésped) son las moscas negras que habitan esas zonas, concretamente en el hemisferio norte. Los síntomas que delatan esta infección son picor intenso, erupciones cutáneas de diversa consideración y, en los casos más graves, trastornos oculares e incluso ceguera (conocida como “ceguera de los ríos”, se trata de la segunda causa infecciosa de ceguera a nivel mundial).
El problema es que la oncocercosis humana, cuya incidencia es cada vez mayor, sigue dentro del grupo de enfermedades tropicales desatendidas (ETD). Por ello los investigadores alertan de la necesidad de adoptar estrategias de salud pública, teniendo especial cuidado en las zonas en las que conviven humanos y los actuales animales huéspedes de este parásito (se han registrados casos en ciervos, jabalíes y perros). Estas áreas, además, se han visto seriamente alteradas como consecuencia del cambio climático y la deforestación, lo que también podría explicar esa mayor incidencia.
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Ese parásito ya se está combatiendo desde los años 70 en muchos países de África con Ivermectina. También sirve para reforzar el sistema inmunológico contra el coronavirus. Una de las razones de que hay menos pacientes graves en África.