Si el sedentarismo, la mala alimentación y la obesidad son en la actualidad el gran problema de salud que afecta a las sociedades más desarrolladas, cada vez se ven más ejemplos del caso contrario: la vigorexia. Y lo que es más preocupante, la vigorexia entre los niños.
Son las redes sociales las que hacen que algunos casos de niños que con sólo 8 años son capaces de levantar 100 kilos de peso sean seguidos e imitados por otros. Pero los médicos advierten que si es malo llevar una vida sedentaria y no practicar ningún ejercicio, ocurre lo mismo con el extremo contrario.
Y es que son muchos los riesgos para la salud que puede acarrear una musculación excesiva, como es la que sufren los jóvenes que no ponen límite a los pesos que levantan. Los principales son lesiones en la espalda que pueden ser crónicas, o el retraso en el crecimiento debido a que la hormona del crecimiento no ha podido desarrollarse plenamente. Y eso a corto plazo, ya que si continúan con esta práctica podrían acabar desarrollando enfermedades cardiovasculares, atrofia testicular y disfunción eréctil, así como cáncer de próstata.
Para evitarlo, los padres y tutores de los niños deberán estar atentos a los síntomas que alertan de un posible caso de vigorexia: baja autoestima, aislamiento social o que se estén pesando y mirándose constantemente en el espejo, ya que padecen una distorsión de su imagen corporal, por lo que se ven más débiles de lo que realmente son y por ello dedican horas a un entrenamiento exhaustivo.
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