El pasaporte de vacunación avanza implacablemente.
No importa que la gente pueda tener miedo legítimo a vacunarse o que hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS) se oponga frontalmente a su implantación. (1)
Desde que la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) reconoció que está relacionada con casos de coágulos sanguíneos graves, la vacunación con AstraZeneca se ha ido paralizando en cada vez más países.
Mucha gente rechaza vacunarse con ella.
Y, por lo que parece, otras vacunas van por el mismo camino.
El primer lugar la de Janssen, cuya vinculación con algunos casos de trombosis también ha sido reconocida por la EMA.
¿Son entonces las vacunas de Pfizer y de Moderna las mejores alternativas?
Eso parece.
Aunque lo cierto es que también se ha informado sobre el riesgo de sufrir trombosis venosas, arritmias cardíacas e incluso de desarrollar el Síndrome de Guillain-Barré tras vacunarse con ellas. (2)
Hoy más que nunca necesitamos certezas que no llegan. Y mucha gente tiene miedo.
Sin embargo, a pesar de lo que está sucediendo, en muchos países europeos -incluida España- continúan los preparativos del denominado “pasaporte de vacunación”.
Incluso con la OMS en contra, alegando que se trata de una medida “discriminatoria”.
Imagínese no poder ir a un restaurante, al cine, al teatro o incluso viajar, solo por no haber pagado el “peaje” de ponerse la vacuna.
Verse condenado a ser tratado como un paria solo por tener miedo.
Que le rechacen simplemente porque no quiso convertirse en una víctima de los efectos secundarios de una vacuna.
La decisión es compleja: o se remanga cruzando los dedos para que todo salga bien, o se arriesga a convertirse en un ciudadano de segunda clase, privado de buena parte de lo que ama en la vida (seres queridos, vida social, aficiones…).
Usted ya sabe que yo no soy ningún “negacionista”. Tampoco un “antivacunas”.
Sin embargo, no me parece sensato que, con la que está cayendo, los gobiernos puedan plantearse siquiera hacer que la vacuna sea imprescindible para moverse. Para poder visitar a la familia. Para disfrutar de unas vacaciones.
Por desgracia se está haciendo lo de siempre. Tapar las voces discordantes y avanzar a marchas forzadas por un terreno fangoso, acallando las críticas e incluso las dudas.
Se podía apostar por la trasparencia, por ser claros y por explicar a la ciudadanía la realidad del beneficio-riesgo de cada vacuna en cada persona.
Pero en cambio lo que se hace es ridiculizar a quien tiene miedo o expresa una opinión distinta.
No es ningún secreto que las vacunas pueden tener daños colaterales. Por ejemplo:
Es cierto que son efectos raros. Casi excepcionales.
Pero también es cierto que estas son las cifras declaradas oficialmente.
¿Podrían ser acaso el árbol que no deja ver el bosque…?
No lo sabemos, ni podemos hacerlo, debido al inmenso oscurantismo que rodea al tema por parte de las grandes compañías farmacéuticas. (6)
Y sin embargo nos exigen que confiemos. Que claudiquemos. Que digamos “sí” sin cuestionarnos nada.
De lo contrario, uno se expone al escarnio. O a la posibilidad de quedarse sin aquello que más quiere, desea y necesita: ver a sus seres queridos; sentirse libre.
La vacunación es indudablemente una esperanza para acabar con esta pandemia de pesadilla, pero no debe ser obligatoria. Ni ahora ni nunca.
Ni de forma directa ni indirecta, mediante multas o pasaportes.
Por eso le pido su firma.
Para que cada vez seamos más los que exijamos que se garantice que esta vacuna siempre será voluntaria, tal y como se planteó en un principio.
Y que no se vulnerará el derecho a la libre elección médica de los ciudadanos ni su capacidad para decidir sobre su propia salud.
¡A su salud!
P.D.: COMPARTA. Es posible que usted ya se haya sumado a esta iniciativa firmando la petición. Si es el caso, le pido que por favor me ayude de otra manera: comparta esta petición para que más y más personas, con una sola voz, pidamos al Gobierno que mantenga su promesa de que esta vacuna siempre será voluntaria. ¡Infinitas gracias por ello!
Fuentes:
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Yo pasé la llamada gripe asiática en 1957-8. Esa gripe se desarrolló en un laboratorio de China y el síntoma más peligroso era que daba hemorragia nasal. Se me suministró una dosis doble de coagulante intravenoso y casi me matan.